La odisea de un alemán en Somalia

18/05/2009 | Crónicas y reportajes

Los residentes de Berbera, un Puerto somalí en el golfo de Adén, infestado de piratas, llaman a Jurgen Kantner, de 62 años, el “marinero loco alemán”.

El 23 de junio del año pasado, Kantner y su esposa, Sabine Merz, navegaban con su modesto yate por aguas de Somalia, cuando unos piratas armados les capturaron y les llevaron a tierra, a un escondite en las montañas.

Después de haber sido objeto de todo tipo de privaciones y de ejecuciones fingidas durante los 52 días de captura, la pareja ha vuelto a lo que es considerado uno de los países más peligrosos del mundo, a reclamar su barco, el Rockall.

“Mi barco es mi vida y no lo quiero perder, nada más. No me importan los piratas ni los gobiernos”, explica Kantner, mientras se toma un descanso en su trabajo de reparación del barco, en el puerto de Berbera, el más importante de Somalilandia.

El secuestro del Rockall fue un caso raro, un barco capturado por los piratas en las aguas de Somalilandia, un estado separatista del norte, que generalmente ha sido más estable y próspero que es resto de Somalia.

El tipo blanco loco

Pero la extensión de tierra acusada de la piratería, es disputada por Puntlandia, una región vecina separatista, de donde son la mayoría de los grupos piratas.

Los turistas europeos son pocos y no se encuentran con frecuencia en la inestable región, y la pareja, que vive en su barco, anclado en el puerto, es considerada como una gente rara por la población local.
“piensan que estoy loco, me llaman el tipo blanco loco o el marinero alemán loco, pero no saben lo importante que es mi barco para mí”, explica.

Sorbiendo una té blanco dulce, con su mujer y un amigo somalí que habla alemán, en un café cercano al puerto, Kantner no parece que esté en peligro de sufrir el síndrome de Estocolmo.

“Fue la peor experiencia de mi vida. Fue realmente doloroso y fueron muy intimidatorios todo el tiempo”, relata el fornido alemán de pelo blanco.

“Un día les dije que esperaba que un avión nos bombardease a todos, y nos hiciera pedazos, para morir todos juntos”, continúa.

Disposición ligeramente pesimista

La pareja fue liberada en agosto de 2008. Se cree que se pagó un rescate de 600.000 dólares, pero Kantner se niega a elucubrar sobre las circunstancias de su liberación.

No está preocupado por nada en este mundo más que por su mujer y su barco, Kantner admite que se siente ligeramente pesimista y tiene pocas palabras amables para los “torpes mecánicos locales” o “los funcionarios alemanes que se sienten molestos por mi presencia aquí”.

“No tengo amigos en mi país porque perdí contacto con todo el mundo al vivir 32 años fuera, en mi barco. ¿Por qué iba yo a volver a Alemania donde no tengo a nadie que me ayude?”. “Esta es mi vida y es maravillosa. Tengo todas mis cosas en mi barco y viajo a muchos lugares del mundo. Navegando es como quiero vivir y morir”, asegura, quitándose sus gafas de leer para echar un vistazo al mar.

Ante la pregunta de que su final podría llegar antes de lo que espera si intenta navegar de nuevo por el golfo de Adén, admite que necesita idear una estrategia para eludir la región llena de cazadores de rescates rápidos.

Reparando el barco

“Empezaré a navegar poco después de que termine de reparar el barco”, cuenta, trepando por encima de pequeñas redes de pesca y grasientas partes de motores, repartidas por toda la cubierta del Rockall, anclado entre dos navíos somalíes.

“Sé que es peligroso navegar por aguas de Somalia y no tengo guardas de seguridad privada que me protejan, pero le pido a Dios que los piratas no vuelvan a cogerme. Es un poco como un suicidio”, dice Kantner fríamente.

“Por supuesto, comprar un arma es una opción, pero todavía no me he decidido”.

El alemán es crítico con el enfoque que las marinas internacionales han dado al problema de los piratas somalíes. “Si coges a uno, córtale la mano. Si intenta escapar, dispara a matar. La ley islámica es el castigo que ellos comprenden”.

Los bucaneros merodeadores somalíes han capturado unos 50 barcos desde el percance de Kantner, la mayoría de ellos embarcaciones mercantiles.

Una familia francesa que estaba haciendo una vuelta al mundo en barco, también fue raptada a principios de este año y el padre resultó muerto accidentalmente por los disparos de los comandos franceses que se suponía que iban a liberarlo.

Por razones obvias, Kantner se niega a revelar nada sobre cómo pretende salir por mar de manera segura de esta zona afectada por la piratería somalí, y alcanzar su próximo destino: Malasia.

“Si llego allí sano y salvo, yo y mi mujer nos tomaremos una semana de vacaciones, sólo para descansar». «De verdad espero que los piratas no nos capturen esta vez, porque esta vez nadie va a pagar y todo el mundo les dirá “quedaos con él”».

(News 24, Suráfrica, 18-05-09)

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