Desde la colonización española hasta la actual marroquí, el Sáhara Occidental se ha visto moldeado en base a ambos territorios. Los recursos naturales han generado unas “dinámicas de poder y resistencia en los territorios ocupados” en las que se puede percibir el espíritu del capitalismo global y el neoliberalismo. A pesar de ello, el nacionalismo saharaui sigue luchando frente a la ocupación.
La activista Amma Lahbib, miembro de la Asociación de la Comunidad Saharaui en Alemania, creada el 20 de mayo de 2025, asegura que la presencia de fuerzas marroquíes con el objetivo de explotar los recursos naturales mediante la producción de «hidrógeno verde representa una continuación del colonialismo y el lavado de imagen verde por parte de la maquinaria represiva de Marruecos en la última colonia de África”.
Aunque se están impulsando proyectos ecológicos que a simple vista serían algo positivo, se están realizando sin el consentimiento del pueblo saharaui y en unas tierras que no son de Marruecos. En consecuencia, este plan de hidrógeno está “manchado de sangre”, pues se están implantando a costa de los derechos humanos, y una ocupación que ya alcanza los 50 años.
Este proceso va acompañado de grandes movimientos migratorios por parte del pueblo saharaui que tiene que abandonar sus hogares y tierras, para poder satisfacer las demandas ecológicas, económicas, políticas y turísticas de Marruecos. Esta represión también se manifiesta mediante la persecución, la falta de libertad de prensa, el control, la censura y otra serie de actividades que ponen en peligro los derechos humanos de los saharauis.
Fuentes: Sáhara Press Service – Roape
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