Barón es un poeta, un poeta del canto, un trovador, un estilista musical un lírico, un compositor, en suma, un cantautor. Con la presente obra Juan María Ngomo deja sus instrumentos musicales en el escenario y, pluma en mano, nos abre las páginas de una obra inédita, histórica y fundacional que se presenta como un recital nacional de la historia de la música de Guinea Ecuatorial, desde sus orígenes hasta hoy. En fang, ese nuevo género que nos propone el artista juglar urbano y estilista musical se llama álat onvegk es decir contar, relatar, narrar los orígenes míticos de una etnia de un pueblo o de un sesgo cultural y su evolución hasta hoy. Esa odisea guineana es la que nos propone Barón al presentarnos la historia de la música en Guinea Ecuatorial. Es todo un acontecimiento, porque es la primera vez que se publica un compendio que relata el panorama musical guineoecuatoriano, presentando a sus principales protagonistas, así como el itinerario artístico seguido por las figuras que han dejado sus notas imperecederas en la larga partitura del canto guineano que sale del bosque africano.
Con su eterno ritmo inspirado en el afrobeat Barón nos organiza una marcha triunfal con el desfile monumental de cantantes, guitarristas, conjuntos y grupos musicales cuyos nombres ya son mitos y leyendas de la canción guineana: Bitacola, Ikuba, Maele, Eu el Santo, Ngal Madunga, Sita Richi, Moana Sinepi, Paloma y Piruchi (Las Hijas Del Sol), Ngal Mananga, Molú, Dr. Mbomeche, Mboka Mboka, Tam Tam Boys, Los Pikes, Bochapa Bela-Bela, Mastho Ribocho, Chery Malé, Desmali, Los Dinámicos (Máskara), Voz Negra, Tú y Yo Nacional, Eto Fili Revolución Fiesta), Ntumba Nkuaré, Los Berecs, Okúkut Obiang Mba, Nokiss Bengono (Norberto de Noah), D’Ambo D’Acosta o Bessoso y Café Band Song, son algunos de los nombres y sonidos que componen el repertorio musical de nuestra memoria histórica nacional. La transcendencia de esta obra estriba en el hecho de que, a través de las composiciones musicales, Barón nos va mostrando cómo se fue gestando y fue germinando la identidad nacional guineana, una entidad que no existía antes del proceso colonial español. Si bien la mayoría de los pueblos que integran hoy el territorio de la República de Guinea Ecuatorial es de estirpe bantú, con un fondo filosófico, una cosmovisión inspirada en el ubuntu, esa realidad no implica, en el contexto netamente africano, una identificación total colectiva de cara a un mismo destino común, supraétnico y nacional, estipulado tanto en el planteamiento colonial como en el postulado poscolonial; para el surgimiento de un patio común y el nacimiento de un espíritu nacional guineoecuatoriano entre las diferentes etnias guineanas: fang, ndowé, bubi, ambo, criollo y bisió. Pero no solo eso, en ese tratado de música guineana se ve también el aporte de espacios fronterizos con músicos de origen nigeriano, camerunés y gabonés.
La música en Guinea es también, fundamentalmente eso, un espacio fraternal africano, intimista y creador, hecho de mezclas y de migraciones. Porque en estas páginas nos informan de que la música africana emigró a las Américas durante su “cautiverio babilónico” con notas de esclavitud. Barón nos lo presenta de esta manera: Los estilos musicales caribeños que destacaban eran principalmente el afrocubano y los sonidos de Sudamérica. Estos ritmos no eran tan diferentes a los ritmos autóctonos porque su base y sus raíces provenían del continente africano. Aquellos ritmos habían sido, por influencia de la esclavitud, transportados hacia el continente americano fusionándose con los ritmos que los esclavos encontraron en estos territorios. Y no solo eso, la música se presentó en Guinea Ecuatorial como un gran común denominador, un nuevo vehículo de integración y emigración, una apuesta de futuro y convivencia que propició la creación de un espacio plural colectivo y también la aparición de un nuevo sesgo cultural común desconocido en el periodo precolonial. Por eso La Voz de Baney se escuchaba por todo Río Muni y las notas del conjunto Etofilí llegaban hasta Annobón. Creando de este modo un solo territorio sociocultural forjado por un tam tam nacional compartido por todas las etnias. Lo cual a su vez propició la aparición de nuevos espacios africanos a los cuales Guinea también servía de plataforma y camino de Santiago como se recoge en las páginas de este libro…
Otro ejemplo es el sukús que emigró desde África central, hacia África Occidental. Músicos cameruneses como Sam Fan Thomas, Willy Nfor, Manu Dibango, Jean Dikoto Mandengue, Jacob Nguni, prince Nico Mbarga, Lapiro de Mbanga, etc., emigraban para ampliar sus horizontes. Otros lo hacían desde Guinea Ecuatorial. Esa es la verdadera historia de la música en Guinea Ecuatorial, una evolución del mestizaje cultural el arte moderno, en particular del mundo musical. El origen de la música en Guinea es plural y multifacético como lo es el propio país, un espacio prefabricado por el legado colonial.
Legado colonial, la fábrica de la música guineana se fragua también en el campo tradicional, tal como se forja en esa obra. La música tradicional en Guinea Ecuatorial es fácilmente identificable por su orquestación de sonidos simples reproducidos por rudimentales instrumentos muy característicos en toda África negra, el djembé o tambor vertical, el xilófono o m’andjang, etc. Los autos musicales intervienen con ocasión de eventos populares y sociales que concurren en la vida cotidiana de la comunidad como nacimientos, casamientos, defunciones, fiestas patronales y otros actos. Por eso, también los músicos guineanos son, en la inmensa mayoría, artistas ocasionales que no llevan una vida profesional musical, como bien se ve en la obra. Pero todos ponen de relieve la particular importancia y la dimensión de la palabra, combinada con el sonido en el universo negroafricano, donde la oralidad ocupa un puesto preponderante en la vida cotidiana de la sociedad. Llama la atención el hecho de que los grandes músicos guineanos son todos juglares populares, cantan para el pueblo, para su público, gratuitamente, no viven de su arte; para ellos la música no es un fondo de comercio, es arte puro y todos, casi todos, presentan dotes naturales que les permiten ejercer su arte; transmitiendo el mensaje colectivo que lleva el sello del legado tradicional. Es el caso de destacados grupos folclóricos bubis como las Hijas de Bisila, en la isla de Fernando Poo, actual Bioko, del ivanga, ndowé, en el litoral riomunense, y del odzila, olón, mvét oyeng, mokom, ekóo, omess, bailes fang del bosque guineano. De Annobón también vino la música afrobolera del pueblo ambo. El traslado forzado de annoboneses a la isla de Bioko por el régimen de Macías en los años 70 también tuvo como consecuencia la formación de grupos de jóvenes a los que, por las tardes, se les oía cantar en las plantaciones de cacao y barrios de Malabo el folclore venido de aquella isla hermana. Del elenco de artistas guineanos se destacan también artistas con compromiso social y político, es el caso de la mayoría de los grupos formados poco después de la independencia guineana, el 12 de octubre de 1968. Tras esa fecha, autores, cantantes y compositores experimentaron el deseo de expresar a través de sus composiciones la nueva realidad de la sociedad guineana; la existencia de un país y su autodeterminación. Desde entonces hasta hoy el canto guineano constituye el fiel reflejo de la evolución de nuestro país, de las diferentes etapas que ha ido atravesando la comunidad guineoecuatoriana con las diferentes influencias y aportaciones recibidas, desde el xilófono tradicional fang hasta el rap moderno que se canta ya en los principales centros urbanos modernos. Con la elaboración de este libro, Barón ha puesto en nuestras manos el mirador de nuestra propia historia musical. Un canto en la selva.
El canto en la selva nos lo trae ese libro dedicado a la música en Guinea Ecuatorial, en un momento en que todos los observadores y críticos coinciden en subrayar la presencia creciente de tópicos guineanos en librerías como novedades literarias. Se trata aquí pues de una partitura escrita que presenta el páramo donde se renuevan y se entrecruzan constantemente los elementos que configuran la revolucionaria identidad guineoecuatoriana a través de sus acordes y notas. Una sonoridad creadora que surge de una dispersión territorial formada por unas islas alejadas y una franja continental, poblada de forma sobremanera por una disparidad y variedad etnolingüística. Esa heterogeneidad cantada y formulada arranca a la mujer guineana y al hombre guineano también, de su cosmovisión ancestral a la modernidad contemporánea. Del tam tam de la selva al rap urbano. Finalmente, un breve comentario sobre el autor del libro, Juan María Ngomo, más conocido por su nombre de artista, Barón Ya Búk-Lu; porque causa sensación que una obra de esta envergadura haya sido iniciativa de un cantante y no de un avezado investigador universitario. Varias son las razones que explican ese hecho. Primero, la personalidad del propio Barón, autodidacta, y sus raíces fang. El verdadero nombre de los fang es ekang, que significa el pueblo de la letra, de la cultura y del verbo. Todo ekang debe aprender y transmitir su legado ancestral contenido en el canto del mvet, el recital de la mitología fang. El primer don del ekang, hombre o mujer, es la oratoria. Saber hablar, narrar, transmitir, explicar a los demás y explicarse a sí mismo. Esa predisposición oratoria y su talento musical hacen de Barón no solo un cantante sino también un transmisor de experiencias vividas y colectivas. En términos modernos, un comunicador social. Barón es de la generación de músicos que emergió en la segunda etapa de la independencia guineana, en el decenio de los años 80-90, cuando el proyecto de sociedad tan celebrado en los primeros años de independencia guineana había abocado al fracaso y al estancamiento. El país había conocido una primera dictadura muy cruenta, los once años de Macías Nguema (1968-1979), pero otra dictadura se instaló después.
En el marco musical Barón es uno de los que se inspiran en la experiencia musical del grupo franco-antillano Kassav, cuya gira por África en los años 80 vino a estrechar los lazos entre África y su diáspora en Europa; fueron momentos en que algunos artistas negros, Papa Wemba, Salif Keita, Youssou Ndour, Barón en Guinea, emprendieron el camino hacia Europa y presentaron la música afro siempre de moda en la pop music. Barón, por su disposición intelectual como juglar urbano, siempre ha sabido conjugar su arte y la palabra. El resultado es monumental: la historia de la música guineana.
Joaquín Mbomío Bacheng
* Antología de la Música de Guinea Ecuatorial, Barón Ya Búk-Lu. Editorial Diwan Mayrit. 2021. @LibreriaDiwan)
[Fundación Sur]
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