La mujer congoleña y sus sufrimientos

17/02/2014 | Crónicas y reportajes

Os presento el testimonio escalofriante, de un misionero que vive en Kivu, R.D. del Congo.

Sin olvidar el tráfico de chicas en Kinshasa, en Burundi y muchos otros países africanos hasta la esclavitud sexual en Oriente Medio, en los Emiratos Árabes, y casi todas las regiones del globo, quiero centrarme en la situación de humillaciones violentas y de mutilaciones que sufren las mujeres del Este de la R.D. del Congo, sobre todo en los provincias de: Katanga, Kivu norte y sur, Maniema y la provincia oriental.

Las estadísticas son escalofriantes y más todavía la globalización de la indiferencia hacia la R.D. del Congo. Este silencio de tan crueles abusos sexuales es uno de los silencios más elocuentes de la historia.

Esta región oriental de la R.D. del Congo ha sido llamada: capital mundial de la violación sexual.

Estos abusos sexuales son crímenes de guerra. Se viola colectivamente, en público, para destruir los órganos reproductivos de la mujer con cuchillas de afeitar, llenando los órganos genitales de sal, de ácido y hasta de gasolina para prender fuego. El infierno se encuentra en Kivu.

Cometen estas crueldades en público para dramatizar a las familias, destruir la comunidad, provocar el éxodo de la populación y así permitir a otros de apropiarse de los recursos naturales de la región. La violación se usa como arma de guerra.

La mayoría de las niñas y mujeres violadas y mutiladas de esta manera no podrán dar a luz en su vida. Pueden ser atacadas cuando van al pozo de agua, a cultivar el campo o en el camino hacia el hospital. La tortura y la barbarie durante la violación intentan destruir la mujer y sus órganos genitales.

Las milicias que controlan esta región son de composición étnica: Mai-Mai, Tutsi-Hutu, Ruandeses y poblaciones locales congoleñas. Estos grupos armados mantienen el clima de inseguridad para garantizar la explotación impune de los recursos.

El 98% del oro producido en la RDC en 2013 ha sido exportado clandestinamente del país vía Uganda y Ruanda. Durante un año, el M23 ha podido ganar 500 millones de dólares del tráfico ilegal de oro.

En 2013, los desplazados en la región llegaron a ser unos 3 millones de personas. Unos 400.000 refugiados congoleños viven en exilio. La impunidad casi total y las estructuras de robo son dos de las causas más importantes de la continuidad de estos conflictos. Además los desplazados ya no reciben ayuda humanitaria.

Las mujeres constituyen el 52% de la población y el 54% de la población activa. Las mujeres aseguran la supervivencia cotidiana en la mayoría de las familias, en el campo y en la ciudad. Además las mujeres están muy involucradas en los encuentros de pacificación.

29.354 abusos de violación sexual, causados por la guerra, han sido registrados en siete provincias de la RDC entre 2011 y 2013.

Un 59% de los abusos sexuales permanecen desconocidos y la mayoría de la las víctimas son menores de 18 años. Un 13% tienen menos de 14 años, y un 3% mueren como consecuencia de la violación. Como un 10 o 12% contraen el Sida.

En la región de Kivu, durante el primer semestre de 2012, 1.768 violaciones tuvieron lugar en el norte, y 1.572 incidentes en el sur. Más de un millón de mujeres han sido violadas en la RDC durante los últimos veinte años.

El 87.7% de la población en la RDC viven por debajo del umbral de pobreza, fijado en 1,25$ por persona y día. La esperanza de vida es menor de 50 años.
Unos 6.320.893 millones de personas sufren de la crisis alimentaria. Como un 53% de la población tiene acceso al agua potable.

En esta inmensa región tropical, con más de 500 lenguas, se encuentran unas reservas minerales increíbles de diamantes, oro, cuero, cobalto, coltán.. Pero desde la invasión colonial hasta hoy, estas reservas son saqueadas por agentes exteriores, grupos armados, países vecinos y multinacionales.

El silencio o el cruzarse de brazos, frente a semejante situación dramática, no es una opción.

Nuestro compromiso por la Justicia, Paz e integridad de la Creación, nos debe interpelar fuertemente. A veces parece que la rutina y la indiferencia nos hace insensibles.

¿Qué podemos hacer?
Este es un caso concreto y urgente, donde la ayuda humanitaria, por muy urgente que sea, no puede ser suficiente.

¿Cómo podemos permitir a más de 3 millones de personas seguir desplazadas, a unas 15.000 chicas que sean destrozadas por año, a un 87% de la población que malviva, solo en esta región?

Primero, es necesario romper el silencio, denunciar estos hechos y sacudir la apatía.

Segundo, acoger víctimas de abusos y de marginación, donde quiera que vivamos.

Tercero, un compromiso renovado por sanar las raíces del mal, promoviendo más justicia y dignidad humana, donde encontremos abusos.

Editado: Fundación Sur

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