De vez en cuando, los editorialistas y columnistas de opinión recordarán a la élite política keniana que «cuando te encuentras en un hoyo, por lo general es una buena idea dejar de cavar».
La votación en el Parlamento que aprobó una moción preparando el escenario para la retirada de Kenia de la Corte Penal Internacional, fue una de esas ocasiones.
Uno de los argumentos esgrimidos, fue que el proceso de la CPI era un insulto a la dignidad nacional de Kenia, y que lo que estaba en juego era la soberanía de Kenia.
Bueno, los políticos pueden decir lo que quieran, pero debe haber muchos kenianos que escuchaban los discursos, y se acordaron del discurso electoral y de lo ocurrido a lo largo de la legislatura cuando se aseguraba que no podía haber ninguna cuestión para establecer un tribunal local para los sospechosos de la violencia postelectoral.
Y que lo bueno y lo correcto que había que hacer era enviar los casos a La Haya. El mayor punto de aquí, sin embargo, es que este es posiblemente el peor momento para el país para indicar descontento con los procedimientos en la CPI.
Es suficiente con que tenemos a nuestro presidente y su suplente programado para someterse posiblemente la experiencia más humillante de su vida al tener que responder por crímenes de lesa humanidad verdadera.
Sea como fuere, dado el punto de que ahora hemos alcanzado, lo único útil que los que apoyan al presidente y su suplente pueden hacer – de hecho, el único que podría ser de utilidad a la nación en todos – es permitir Uhuru Kenyatta y William Ruto que acudan a La Haya, y pongan un esfuerzo enérgico para demostrar su inocencia.
Cualquier otra cosa, no sólo es sólo una distracción, peor que eso, envía un mensaje equivocado a la comunidad global. No puede dejar de recordar el mensaje difundido por el presidente y el vicepresidente que hicieron su carrera política prometiendo que no habría retirada la de CPI y que luchaban por la presidencia con el fin de trabajar para la nación.
(The Star, Kenia, 7 de septiembre 2013)
Noticia seleccionada y traducida por Eva Estaun.