La mezquita que perdió Gadafi en Uganda , por Wiriko

15/10/2015 | Bitácora africana

Autor: Pablo Arconada Ledesma

Desde el año 2006 el horizonte de Kampala está dominado por la Mezquita Nacional de Uganda. Este inmenso edificio religioso se encuentra en el centro de la ciudad y se ha convertido en el faro de la comunidad musulmana en un país donde la religión islámica representa un 12% del total de la población.

El dictador Idi Amín colocó la primera piedra para su construcción en 1972 con el fin de construir la mezquita más grande de todo África. La colina del Old Kampala, donde se llevó a cabo la primera fundación de la ciudad, fue el lugar elegido para la construcción de la mezquita. Sin embargo la caída del dictador paró el proyecto durante varios años y no se recuperó hasta que se encontraron nuevos fondos para su financiación.

Fue en 2002 cuando el presidente libio, Muamar al-Gadafi, en visita oficial por Uganda se ofreció a financiar los costes para finalizar la obra que llevaba décadas paralizada. De esta forma la administración libia se haría cargo de la construcción así como de los gastos administrativos posteriores a la inauguración. Esta oferta llevó al Consejo Supremo musulmán de Uganda a bautizar oficialmente el nuevo edificio como Mezquita Nacional Gadafi, acto que tuvo buena cogida no sólo entre los fieles musulmanes sino en amplios sectores de la sociedad ugandesa que veían a Gadafi como aliado y hermano del país.

Detalle de la cu?pula
Gracias a los nuevos fondos con los que contaba el Consejo, la construcción de la mezquita se apresuró y en apenas cuatro años las obras estaban finalizadas. El proyecto, basado en los planos iniciales impulsados por Idi Amín, se caracteriza por la construcción de un gran arco a la entrada de la explanada del edificio con el fin de dar la bienvenida a los creyentes y a todo aquél que quiera visitar la mezquita. Junto a dicha explanada se encuentra el minarete, desde donde se realiza la llamada a la oración a la comunidad musulmana y que en los últimos años se ha transformado en un atractivo turístico por las vistas panorámicas que ofrece de la ciudad. El edificio está además coronado por una cúpula central de grandes dimensiones escoltada por otras cuatro cúpulas de menor tamaño a cada lado. El interior, que puede albergar a más de 12.000 personas, está ricamente decorado con varias inscripciones árabes, los diferentes nombres de Alá y diversos pasajes del Corán.

La denominada Mezquita Gadafi se ha convertido en el centro de poder del Islam en Uganda ya que el Consejo Supremo estableció allí su sede. Así mismo es también uno de los mayores centros culturales de la comunidad en el país y una de sus funciones es la protección de la tradición y la expansión de la cultura musulmana en Uganda.

Sin embargo, durante los últimos años el Consejo Supremo ha tenido que hacer frente a un problema económico. La guerra civil de Libia, surgida al calor de la Primavera Árabe, acabó con el gobierno del coronel Gadafi, que fue asesinado en el año 2011. El nuevo gobierno libio, empeñado en eliminar el pasado del dictador, se negó a sufragar los gastos de la mezquita hasta que se borrara cualquier referencia al coronel. Por ello los líderes de la comunidad se vieron obligados a rebautizarla con el nombre de Mezquita Nacional de Uganda, suprimiendo todo rastro del ex-dictador libio. Si bien, la división de facto del gobierno de Libia ha dificultado el envío de las ayudas y actualmente la mezquita ya no cuenta con dicha financiación. Esto supone un duro golpe para el mantenimiento del edificio ya que los fondos libios cubrían esos gastos totalmente.

La megalómana obra es un pilar más de la sociedad ugandesa y ya forma parte del skyline de Kampala. Es un símbolo de la pluralidad existente en un país en el que conviven pacíficamente religiones muy diferentes. No obstante, la mezquita que un día perdió Gadafi es también el faro de la cultura musulmana en Uganda y, si nadie lo remedia, corre el peligro de apagarse.

Original en : Wiriko

Autor

  • WIRIKO

    “Wiriko” es una palabra perteneciente a la familia de las lenguas bantúes cuyo significado hace referencia a la idea de estar despierto. En este sentido, pretendemos despertar conciencias y romper con los tópicos y estereotipos que envuelven al continente africano en lo que a manifestaciones sociales y culturales se refiere. Wiriko está en pie y con los ojos bien abiertos, atentos a todo lo que acontece en torno a las sociedades africanas contemporáneas. Muchas veces, bebiendo e inspirándonos de los frutos del pasado, y otras, escuchando los ecos en la diáspora, pero siempre, volviendo la mirada a nuestros pies, enraizados en esta tierra que tanto tiene que decir y enseñar. www.wiriko.org

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