1. UNA GRAN EMPRESA EN BUSCA DE ORO
En nuestro artículo del 10 de mayo de 2010 titulado «L’or du Kivu fait courir» (El oro de Kivu genera intereses) habíamos expresado nuestra preocupación por la prospección y la explotación del oro en Twangiza/Luhwinja, en Kivu del Sur, en la República Democrática del Congo. Hemos vuelto a trazar la historia de la compañía canadiense BANRO Corporation, hoy en día poseedora de varios permisos de prospección y explotación de oro en Kivu.
De hecho, Twangiza Mining SARL es la denominación de una de las cinco empresas de minería, propiedad de Banro Corporation en Kivu, cuyos nombres son:
Twangiza Mining SARL Kamituga Mining SARL Lugushwa Mining SARL
Namoya Mining SARL Banro Congo Mining
Cuatro de estas empresas están situadas en la provincia de Kivu del Sur y únicamente Namoya Mining SARL se encuentra en la provincia de Maniema. Twangiza Mining SARL, Kamituga Mining SARL, Lugushwa Mining SARL, Namoya Mining SARL poseen permisos de explotación, mientras que Banro Congo Mining posee ella sola 14 permisos para buscar sobre toda la superficie de la provincia de Kivu del Sur.
A nosotros nos interesa la explotación de oro que ya lleva a cabo en Twangiza Mining SARL y su impacto sobre la población de esta comarca, Twangiza/Luhwinja. Twangiza Mining SARL está situada en la provincia de Kivu del Sur, término de Mwenga, jefatura de Luhwinja, aproximadamente a 90 km al sur de la ciudad de Bukavu, la capital de la provincia.
Para extraer el oro, la empresa Banro Corporation comenzó primero por expulsar a todos los explotadores mineros artesanales, es decir, alrededor de unas 450 personas que vivían de ello. Además, Banro ha expulsado y/o desplazado a la población que vivía en esta tierra, en la que se encuentra el tan codiciado oro, desde que vino al mundo. Se estima que 850 familias suman unas 5100 personas, las cuales han sido expulsadas de sus propiedades rurales.
A modo de compensación a las poblaciones expropiadas, Banro Corporation ha construido en otro sitio para cada familia desplazada una casa pequeña de adobe de 20m2. En cuanto a la tierra cultivable, cada familia tendrá que contentarse con explotar un huerto en la parcela en la que se construirá su casa, y para el resto, solo les queda arreglárselas.
Aparte de estas casas pequeñas, la población había recibido la promesa de que Banro la contrataría y de que recibiría una cierta cantidad en especias. La empresa Banro Corporation también iba a construir una central hidroeléctrica sobre el río Ulindi con el fin de utilizar su corriente para su fábrica y alimentar a los habitantes de esta zona, utilizándola para sus diferentes necesidades.
2. LA SITUACIÓN ACTUAL EN LUHWINJA
Quién gana y quién pierde
Algunos meses después de la puesta en marcha de la fábrica de tratamiento de oro de Twangiza, Banro Corporation ya ha vendido 410 kg de oro que tienen un valor de 24,5 millones de dólares americanos al precio de 1.500 dólares la onza.
En cuanto a la población de Luhwinja, hoy en día está destrozada. La Mwamikazi (madre del jefe tradicional, que asume la interinidad de sus hijos que aún están estudiando en Gran Bretaña) está de acuerdo (como las autoridades político-administrativas, policiales y militares) con la empresa Banro. Una parte de la población apoya a la Mwamikazi y otra está en contra, acusándola de complicidad con la empresa Banro por arrebatar su tierra.
En el momento en que escribimos este artículo, 9 personas de las que se atrevieron a reclamar se pudren hoy en la prisión de Bukavu por influencia de la Mwamikazi, ayudada por la empresa Banro Corporation. Y todo con el fin de reprimir cualquier veleidad eventual que podría surgir por reaccionar en contra del estado actual de las cosas. Ante esta situación, se dirigió un memorándum a todas las autoridades del Estado congoleño, en el que una parte de la población de Luhwinja condenó a su Mwamikazi y reclamó su destitución.
Así, de un solo mazado se destrozó el tejido social de una población que vivía solidariamente y en paz. Sus miembros se convirtieron en enemigos entre ellos solo porque una empresa canadiense en busca de oro se acababa de instalar en su tierra.
Las casas pequeñas se derrumban
Para expropiar a la población de su tierra, la empresa Banro, como acabamos de decir, construyó casas pequeñas de 20m2 por familia desplazada. La familia clásica de los Bashi, la tribu afectada, está compuesta de media por unas ocho personas. Por tanto, una casa como las que han construido resulta demasiado estrecha para que puedan vivir ahí. Estas casas se han construido en un campamento y tienen más intimidad individual y familiar de aquella a la que están acostumbrados en la tribu de los Bashi.
Además, se han construido en un sitio impropio para vivir, a una altitud muy elevada en la montaña. El clima aquí es hostil para esta población que vivía a una altitud inferior. Para tener agua, las mujeres tienen que hacer frente al calvario de bajar y subir algunos kilómetros al menos dos veces al día. Una verdadera proeza de alpinismo. Finalmente, a menos de un año de su construcción, estas casas amenazan con derrumbarse porque tienen fisuras en las paredes.
Teniendo en cuenta estas condiciones de vida, estas personas comienzan a huir de este campamento que identifican con los antiguos campamentos de concentración. Ante esta situación, desde el 16 de febrero de 2012 una parte de esta población llegó a instalarse bajo las cubiertas de lona y otros bajo las estrellas en BUGUMYA.
La policía, al servicio de Banro Corporation, arrestó e incluso golpeó a otras personas cuando estas se atrevieron a manifestarse para protestar contra la destrucción de sus campos en los trabajos de trazado de las carreteras que conducen a las minas y a otrasi instalaciones de Banro.
Promesas que no se han cumplido
Las poblaciones a las que les han expropiado su tierra esperan desde hace dos años la indemnización que les prometió Banro, pero ha sido en vano. Esta había prometido a las poblaciones expropiadas y a los mineros artesanales expropiados un empleo en dicha empresa. A una parte de esta población la contrataron como «mano de obra para los trabajos» con un contrato temporal.
Los cuadros de mando y los de colaboración, así como los agentes maestros, vienen de fuera. Los cuadros de mando llamados «expatriados» son de nacionalidades extranjeras y diferentes: belgas, chinos, canadienses… Podemos encontrar tres congoleños en esta categoría, los justos para disimular la discriminación. El sueldo de estos expatriados es muy diferente al de sus compañeros congoleños.
Para sorpresa de la población de Twangiza/Luhwinja, la gente que había sido empleada como mano de obra por la empresa Twangiza Mining SARL está a punto de ser despedida. Al preguntar por la causa de este despido, un ejecutivo de la empresa nos comunicó que en el momento de construcción de la fábrica necesitaron mano de obra, pero que ahora ya no la necesitan por el momento.
La central hidroeléctrica prometida no se ha construido. En su lugar Banro ha preferido una central térmica, fácil de desmontar para llevarla a otra parte en el momento que se desee.
Condiciones de trabajo
La empresa Banro de Twangiza no cumple con la regulación del trabajo fijada en el código de trabajo congoleño: los empleados trabajan a menudo por encima de las ocho horas reglamentarias y sin ningún derecho a cobrar las horas extra; no se avisa con antelación a los despedidos ni se les paga la liquidación; los empleados no son protegidos por ningún sindicato de trabajadores; no hay ninguna prevención de medicina de trabajo en las minas; no disponen de seguros de trabajo; el baremo en el seno de la empresa advierte de un desvío anormal de 1 a 50; todas las ventajas sociales se dan a los expatriados; el derecho de huelga no existe y los que se atrevan a hablar de huelga son fuertemente recriminados.
Protección del medioambiente
Banro cree que la explotación de Twangiza tendrá una esperanza de vida de 28 años. Sin embargo, para malgastar el dinero, esta empresa empezará de aquí a 12 años la apertura de una fase, un pozo al descubierto, para la extracción de oro en este lugar. Según nuestros conocimientos, esta empresa no ha tomado ninguna medida de protección del medioambiente. Hemos interrogado al servicio del Estado encargado de la protección del medioambiente y no nos ha dado ninguna respuesta.
Banro Corporation ha construido un depósito de 80 m de alto para verter allí los desechos de los productos tóxicos. Dicen que lo hacen para proteger la capa acuática. Aparte de este depósito, de cuya capacidad de protección dudamos, no se prevé ninguna precaución.
La población de Twangiza piensa con razón que después del agotamiento del oro, Banro desmontará su fábrica y se irá a otra parte, tras haber destruido la flora, la fauna, el río y la montaña con toda su biodiversidad. ¿Qué le quedará a la población?
Banro Fondation
La regulación de la explotación minera en la República Democrática del Congo exige a las empresas mineras la creación de acciones socio-económicas en beneficio de las comunidades del medio donde se instalan. Es así como la empresa Banro Corporation creó «Banro Fondation», que ella misma define como la parte caritativa de la empresa. Banro declara que prevé invertir 900. 000 dólares anuales en proyectos de utilidad comunitaria. Para ello, esta fundación ha elegido la asociación de la que la Mwamikazi de Luhwinja es responsable como interfaz entre la fundación y la población. Según la población, el dinero remitido por Banro a esta asociación sería devuelto por la misma Mwamikazi.
No obstante, Banro Fondation ha iniciado un curso de inglés y de informática en Luhwinja, seguro que para tener una mano de obra competente. Siguiendo esta misma línea, la fundación de Banro acaba de donar ordenadores a dos escuelas.
Silencio cómplice de las autoridades
Sucede también que las autoridades político-administrativas, policiales y militares, con el presidente de la República Democrática del Congo al frente, desfilan ante Banro Corporation para recibir prebendas y sinecuras en detrimento de la población a las que estas autoridades se supone que protegen.
3. PROPUESTAS
La población de Twangiza/Luhwinja está traumatizada por la expropiación por parte de la empresa Banro Corporation de sus tierras, su único medio de supervivencia. Reiteramos la llamada de atención de nuestro primer artículo del 10 de mayo de 2010:
– Es urgente que el gobierno congoleño dé prioridad al derecho de su población a vivir dignamente, a disfrutar de sus tierras y de todos sus derechos.
– Ninguna sentencia del tribunal que dé la razón a la empresa Banro contra la RDC puede justificar los nuevos sufrimientos infligidos a la población que ya había sufrido bastante; ninguna sentencia puede justificar la hipoteca que pesa sobre el futuro de toda una provincia.
– Es el momento de que el gobierno congoleño revise la extensión de los perímetros mineros y de los permisos de explotación minera, que les quedaban desde las épocas coloniales.
– Que las autoridades locales, a todos los niveles, sean los primeros portavoces de los derechos de la población, ya que es por eso por lo que se han constituido.
– A pesar de los incordios y de las represalias a las que ha sobrevivido, la población no está dispuesta a sufrir más, ya que es cada vez más consciente de sus derechos: es en la misma ventaja de la sociedad Banro a la que le conviene dialogar con la población en lugar de confiar en la represión.
Bukavu, a 23 de abril de 2012.