La malaria no es igual para todos, por Gabriela Pis San Juan

4/02/2015 | Bitácora africana

Todo el mundo ha oído hablar alguna vez de la malaria o paludismo. Sabemos de esta enfermedad que se da en países tropicales, que es transmitida por la picadura de un mosquito, y que siempre se identifica con la muerte. Un mal que, sobretodo en África, parece no tener remedio y se ceba con las personas. Estas ideas no están lejos de la realidad. Las cifras de muertes por malaria son enormes y son reales. Pero cuando uno se acerca más a esta enfermedad, se da cuenta también de que esa realidad depende de factores como el poder adquisitivo o las políticas públicas. La malaria no es igual para todos.

Para viajar a Tanzania es necesario ponerse la vacuna de la fiebre amarilla y una serie de vacunas recomendadas como el tifus, el cólera o las hepatitis A y B. Dependiendo de la duración de la estancia se ponen unas u otras, la mayoría relacionadas con las infecciones transmitidas a través del agua. Las vacunas, unos pinchazos que a veces sirven de por vida y otras durante unos cuantos años, fueron sencillas y asequibles para mí. Para la malaria bastaron un par de meses de tratamiento con pastillas de prevención, conseguidas en España por poco más de 4 euros cada caja con receta médica. No existe una vacuna probada para el paludismo, aunque últimamente se han dado a conocer estudios muy esperanzadores en este sentido que hablan de posibles vacunas, o de la posibilidad de erradicación del parásito.

Hay otros tipos de malaria mortales, pero no es el caso de la que impera en Tanzania. Aquí, para quien puede pagarse un hospital o un médico, la prueba, y los medicamentos, no hay problema: no son más que los síntomas de una especie de gripe, un examen sencillo, y tres días de pastillas. Siempre pueden existir complicaciones, pero en general el proceso se resume así.

La malaria es una bacteria que se transmite a los humanos a través de la picadura de un mosquito. Por eso, los productos y recetas caseras que los repelen y por encima de todo las mosquiteras, son indispensables para la vida aquí. Es raro ver una casa donde no haya mosquiteras en las camas, más aún si viven niños pequeños. Hay muchos mosquitos, y al amanecer y al atardecer se les puede ver en ejércitos al ataque. Los que consiguen picar tienen bastantes probabilidades de transmitir paludismo, una bacteria que a su vez se introduce en el animal al picar a un humano infectado. Sin embargo, la malaria puede contraerse hoy, y no manifestarse síntomas hasta pasados días o semanas, incluso antes puede ser detectada en un análisis de sangre.

Los síntomas son los de una gripe común, pero dependen también de cada persona y de los días que la infección evolucione: dolor de cabeza, diarrea, dolor de estómago, fiebre, cansancio en las extremidades… Aunque otros hablan de determinados estados psíquicos, como Kapu?ci?ski en su libro “Ébano”:
“La primera señal de un inminente ataque de malaria es una inquietud interior que empezamos a experimentar de repente y sin ningún motivo claro. Algo nos pasa, algo malo. […] El ataque de malaria no sólo se limita al dolor, sino que, como cualquier otro dolor, es una vivencia mística. […] Hay diferentes tipos de malaria; algunos, los más benignos, se pasan como una gripe. Pero incluso éstos hacen mella en todas y cada una de sus víctimas.”

Desde mi situación particular, tener esta información es útil: si noto alguno de estos síntomas acudo al hospital o a una farmacia para hacerme un test. La prueba de la malaria es sencilla: un pinchazo en un dedo con una pequeña aguja para extraer un par de gotas de sangre que veinte minutos más tarde determinarán si estamos infectados o no. La prueba me cuesta (dependiendo del hospital y del lugar) entre 1 y 5 euros.

Si la respuesta es negativa, ya me puedo tomar un Ibuprofeno. Si es positiva, es necesario un tratamiento con pastillas durante tres días (algunos medicamentos de prevención de la malaria, como el famoso Malarone, pueden utilizarse también como tratamiento), que pueden costar alrededor de 6 euros. Pasados esos tres días, es recomendable hacerse otra prueba para corroborar que la bacteria ha desaparecido por completo. Así parece fácil y sencillo, de hecho conozco a más de una persona que ha pasado dos malarias en menos de cuatro meses y como si nada. Para mí también es fácil y sencillo. Para quien tiene dinero y un adecuado acceso a la sanidad lo es.

Pero hay un desmesurado porcentaje de la población tanzana que no puede permitirse pagar una prueba. Y uno mucho más grande que no puede costearse el tratamiento. Porque en su casa con el dinero que cuestan los medicamentos comen una semana, o dos. O porque el médico, hospital o dispensario más cercano está además a 70 km de su lugar de residencia, y entonces hay que añadir el coste del transporte, y el de las ganancias que se pierdan en el negocio que ese día no funcionará. Es entonces cuando la situación se complica. Y es así como más de medio millón de personas, la mayoría niños menores de cinco años, mueren al año de malaria en África.

*Aquí se puede leer otro artículo que trata el tema de la malaria en África a través de la recopilación de datos de diversos estudios, y que termina así:

[…] esa relación entre desarrollo, apoyo público a la sanidad y malaria no tiene efecto solo en África. “En Grecia, la falta de inversión en salud provocó un nuevo brote autóctono de la malaria después de décadas. Aunque en Europa no haya casos de malaria ahora, el abandono de las políticas de prevención podría producir el retorno de la enfermedad”, concluye.

Original en : Una Mzungu en Tanzania

http://armasypalabras.wix.com/periodismo

Autor

  • Pis San Juan , Gabriela

    Gabriela Pis San Juan , periodista especializada en información internacional y temas de África subsahariana, migrante y amante de la lectura. Actualmente escribe en blogs personales y otras publicaciones, y colabora en el área de comunicación de SOS Racismo Madrid.

    Puedes conocer su trabajo más de cerca en la web

    armasypalabras.wix.com/periodismo

Más artículos de Pis San Juan , Gabriela