La malaria en África, por Bartolomé Burgos

6/02/2019 | Bitácora africana

La lucha contra la malaria ha logrado éxitos importantes en los últimos 20 años, pero los mosquitos que transmiten la enfermedad se adaptan y logran burlas las defensas que solían ser eficaces.

Los mosquitos anofeles ¿pican a todas horas del día y de la noche?

Suelen picar de la caída a la salida del sol, es decir por la noche. Para defendersede ellos hay que dormir bajo mosquitera impregnada de insecticidas. Pero es imposibleestar bajo mosquitera todo el tiempo de obscuridad por lo que en África, cada dos minutos muere un niño de malaria. En las zonas humedas abundan más los mosquitos.


¿Son significativos los éxitos obtenidos contra la malaria?

Hoy en día casi todo el mundo duerme bajo una mosquitera, privando así a los mosquitos de su alimento. Esto ha contribuido a que, desde el año 2000, la tasa de mortalidad haya descendido un 60% y los contagios se hayan reducido en un tercio. Con todo, según la Organización Mundial de la Salud, 2.300 millones de personas viven en zonas de riesgo, y 212 millones contrajeron malaria por primera vez el año pasado. Esto supone una mejora del 18% con respecto al año 2000, pero el progreso seha estancado

¿Por qué se han estancado los buenos resultados?

Porque han proliferado otras subespecies de mosquitos anófeles que son sumamente flexibles, versátiles y, sobre todo, indestructibles. Empiezan su actividad al atardecer y la prolongan hasta la salida del sol. A las cinco de la mañana, la hora a la que mucha gente se levanta, los insectos aún están allí para atacar. Además las generaciones de anófeles se suceden cada dos o tres semanas y el número de crías, hasta 300 huevos por puesta, los convierten en extremadamente adaptables. Finalmente los mosquitos desarrollan resistencias tanto a los medicamentos como a losinsecticidas

.¿Cómo extinguir la malaria para 2030, según el proyecto de la ONU?

Lo último que se está intentando es matar a los mosquitos instantáneamente. Para ello se utiliza una caja negra de madera con listones que dejan aberturas entre ellos. Pegadas a su cara interna se esconden unas rejillas electrificadas. Durante el día, la corriente la suministra una célula fotovoltaica y por la noche, una batería. Un ventilador esparce un reclamo con olor a sudor humano y en cuanto entran en la caja, los mosquitos chocan con la rejilla electrificada y mueren. Según las primeras conclusiones, una de estas cajas reduce el número de mosquitos, preparados para picar, a una fracción mínima. Pero en realidad cada región necesitará una estrategia propia para que no sean los mosquitos los únicos que se adapten.

Autor

  • Bartolomé Burgos Martínez nació en Totana (Murcia) en 1936. Sacerdote miembro de la Sociedad de Misiones de África (Padres Blancos), es doctor en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma, 1997. Enseñó filosofía en el Africanum (Logroño), en Dublín y en las ciudades sudanesas de Juba y Jartum. Fue fundador del CIDAF (Centro de Información y Documentación Africana) a finales de los setenta, institución de la que fue director entre 1997 y 2003.

    Llegó a África con 19 años y desde entonces ha vivido o trabajado para África y ha visitado numerosos países africanos. De 2008 a 2011 residió en Kumasi, Ghana, donde fue profesor de filosofía en la Facultad de Filosofía, Sociología y Estudios Religiosos de la Universidad de Kumasi. Actualmente vive en Madrid y es investigador de la Fundación Sur.

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