Desde una carretera que cuesta 9,2 millones de dólares por kilómetro, hasta niños que llegan a la escuela y ven que su patio de recreo ha sido cerrado por una sólida pared de ladrillos durante la noche o funcionarios locales que alquilan viviendas sociales públicas con fines de lucro, estos son solo tres ejemplos de África que ilustran las formas en que la corrupción urbana puede perpetuar la pobreza, la desigualdad y la injusticia.
Aunque la corrupción a nivel urbano no es un fenómeno nuevo, se está volviendo cada vez más frecuente, aumentando al ritmo de las crecientes tasas de urbanización a nivel mundial. Esta tendencia es particularmente evidente en África, donde se prevé que las ciudades alberguen dos tercios del crecimiento demográfico general del continente para 2050, lo que equivale a 950 millones de habitantes adicionales. Si bien la atención se centra a menudo en la expansión de mega ciudades como Lagos, El Cairo o Nairobi, en realidad gran parte del crecimiento urbano de África tiene lugar en ciudades pequeñas y medianas. Por lo tanto, el suelo urbano se está desarrollando a un ritmo descontrolado que supera la capacidad del estado para proporcionar servicios básicos y vivienda. Como resultado, los expertos en planificación han concluido que gran parte del desarrollo urbano que ocurre en África no está regulado, no está planificado y no es transparente.
La planificación sigue siendo la herramienta más importante que tienen los gobiernos para gestionar el rápido crecimiento urbano de África, lo que pone de relieve a los planificadores urbanos como figuras fundamentales en el desarrollo de las ciudades del continente. Con responsabilidades que van desde la regulación del uso de la tierra y la planificación de la infraestructura pública hasta la determinación de futuros marcos de desarrollo urbano, los planificadores deben equilibrar los derechos individuales, como el derecho a la propiedad, con el bien público, como garantizar el acceso a los servicios esenciales, como hospitales y escuelas en toda la ciudad. Sin embargo, esta intersección entre la toma de decisiones del sector público y los intereses privados suele estar plagada de corrupción. Como resultado, los planificadores en África se enfrentan a importantes desafíos para mantener su integridad profesional al mismo tiempo que cumplen con las demandas de la rápida urbanización.
La corrupción en el desarrollo urbano no es de ninguna manera un fenómeno exclusivamente africano y los ejemplos recientes del Reino Unido y España lo demuestran. Sin embargo, algunos asuntos asociados con la corrupción en las ciudades africanas son particularmente graves, como los impactos negativos de leyes obsoletas y los gobiernos locales con recursos insuficientes. Además, el número de planificadores profesionales en la mayoría de los países africanos es bajo en comparación con la población general, lo que genera un desajuste entre el número limitado de profesionales capacitados y el rápido crecimiento de demanda de servicios de planificación, tanto del sector público como del privado.
Esta abrumadora demanda, junto con la sensación de estar mal equipados para abordar la corrupción, coloca a los planificadores africanos en una desafiante posición y puede dificultarles el mantenimiento de su integridad profesional.
Planificadores: en la primera línea de corrupción urbana
En respuesta a este apremiante problema, Transparency International presenta Corrupción en la Planificación Urbana: Una Guía para Planificadores Profesionales y en Formación. Desarrollado en asociación con líderes investigadores en el Centro Africano para Ciudades, es el primer informe específicamente orientado a comprender y abordar el impacto de la corrupción en las ciudades Subsaharianas. Concebido inicialmente como un curso de capacitación para profesionales de la planificación en 2016, la guía se ha trabajado extensamente con profesionales del desarrollo urbano de todo el continente durante los últimos siete años.
La guía describe varios puntos de partida sobre cómo los profesionales de la planificación urbana pueden simplificar las reglas y regulaciones de zonificación; institucionalizar leyes de conflicto de intereses a nivel local; insistir en la rendición de cuentas, la transparencia y la integridad y proporcionar experiencia en planificación a organizaciones de la sociedad civil o apoyando acciones dirigidas por los ciudadanos—todos ya populares enfoques contra la corrupción urbana.
Ciertamente, no existe una bala de plata para combatir la corrupción. Si bien los marcos regulatorios pueden ser efectivos para combatir la corrupción, solo pueden llevarnos hasta cierto punto. Incluso los sistemas transparentes pueden corromperse si los responsables carecen de integridad. Por lo tanto, las intervenciones anticorrupción más prometedoras detalladas en esta guía son aquellas que son ágiles y combinan reformas sistémicas con intervenciones que se adaptan específicamente a cada contexto social. Este enfoque garantiza que la urbanización se gestione de manera que beneficie a todos los ciudadanos, en lugar de a unos pocos elegidos.
Depende de los planificadores, los gobiernos y la sociedad civil trabajar juntos para abordar este problema y crear ciudades que sean transparentes, responsables y equitativas para todos.
Para obtener más información, puede descargar la guía AQUÍ.
Laura Nkula-Wenz
Fuente: Transparency International – @anticorruption
[CIDAF-UCM]