Referencia ineludible para los lectores tunecinos pero también para aquellos que están de paso por la capital de este país del Magreb. La librería Al Kitab, fundada en 1967 por una mujer, Lilia Tej Kabadou, quien está considerada como la primera mujer librera en el mundo árabe, es contemplada por muchos como un oasis de cultura o un monumento a las letras, “auténtico signo de resistencia y de libertad”.
La historia de Al Kitab, contada por sus impulsoras, nos habla de unos inicios en los que tuvieron que enfrentarse a los monopolios editoriales de la importación de libros o, después, a las mordazas dictatoriales que censuraron autores y títulos. La hija de Kabadou, Selma Jabbes, continuó en 1988 su labor haciendo de la librería un lugar emblemático, transcendiendo lo que es un mero sitio en el que comprar títulos para llegar a ser un espacio en el que intercambiar opiniones y poder respirar a través de los libros. Tras la revolución de 2011 muchos tunecinos llegaron hasta este lugar en búsqueda de información, ávidos por leer sobre su historia, sus orígenes, buscando un conocimiento que se les había hurtado. Hasta que en 2004 abrieron otro punto de venta en La Marsa y cinco años después lanzaron su portal en internet.
Si los atentados de 2015 se cebaron con dos enclaves turísticos: el Museo del Bardo y una de las playas de Sousse, en 2018 el blanco fue el centro de la capital tunecina. La avenida Habib Bourguiba contempló cómo los establecimientos comerciales cerraban sus puertas tras el mismo, excepto la librería Al Kitab que permaneció abierta.
Parte de este espíritu se recoge en las palabras de Selma, en entrevista para la revista ActuaLitté, que resaltan su creencia en que los libreros independientes son la última resistencia al nuevo modo de operación que viene de la mano de las mulinacionales o los grupos de presión que desean imponer una sola forma de pensar, sin dejar espacio para la libertad de pensamiento.
Hoy, dentro, se agolpan los volúmenes de narrativa, arte, ensayo, cómic o pensamiento. Tanto en árabe como en francés, pero también en inglés. El segundo piso al que se accede por una estrecha escalera, que asciende pegada a una pared tapizada de arriba abajo por libros, recoge las obras infantiles y juveniles y artículos de papelería.
La sección de literatura tunecina está llena de títulos. Uno de los empleados del establecimiento nos recomienda los más leídos y los más apreciados por la crítica.
Muy cerca de este famosa establecimiento se encuentra otro también digno de ser conocido. Se trata de la librería Clairefontaine. Allí preguntamos por la novela The Italian de Shukri al-Mabkhout quien logró en 2015 el IPAF (Booker árabe). La misma, escrita en origen en árabe, no ha sido traducida a francés, sí a inglés aunque no tienen ningún ejemplar disponible en ese momento.
A los títulos adquiridos en Al Kitab, añadimos dos más: Le corps de ma mère de la escritora y periodista Fawzia Zouari y L’Amas ardent del joven escritor Yamen Manai. Ambos libros fueron galardonados con el “Premio de los cinco continentes de la Francofonía” en 2016 la primera y en 2017 el segundo.
A pesar de los nuevos nombres, la literatura tunecina es un desierto sin traducir, ya sea a castellano, gallego, catalán o euskera. Poco, muy poco, se puede leer traducido. De Mohamed Al Aroussi Al Matuie localizamos, en su día, Las moras amargas (Agencia española de cooperación internacional, 1996), ya imposible de encontrar. Y, comprobamos, que en 2006 se publicó Arenas funámbulas, una antología poética de Amina Saïd, por la editorial venezolana El Perro y la Rana.
Original en : Literafricas foto: Sonia Fernández Quincoces