La ilusión de las oportunidades o el síndrome del emigrante africano

5/11/2012 | Opinión

La inmigración y el éxodo rural tienen en común que están sostenidos cada uno por los sueños de otros y el gusto (o la tentación) de la aventura inscrito en todos nosotros. La miseria es una explicación un poco insuficiente de la deserción de nuestros pueblos por las ciudades, de nuestras ciudades por Occidente. La ambición, pues, más que la miseria, la curiosidad más que la ambición y nuestra naturaleza más que nuestra curiosidad son causas de la huida. Resulta que Francia practica una inmigración eugénica, absorbe a África y seduce a sus hijos. América también transvasa nuestro continente, le hace una concurrencia desleal por así decirlo, al no elegir más que lo más selecto de los candidatos de partida.

En tanto que ciudadano que vive en la ciudad y descubre toda la belleza del interior del país camerunés, me resulta fácil predicar la vuelta a los orígenes mientras que yo vivo en la ciudad. Hay, ciertamente, una especie de ingenuidad al invitar a todos los jóvenes de las ciudades a retornar a sus regiones de origen, a los cameruneses del exterior a volver al país.

Desde Guider a Nkolandom: ¡los suyos!

Si Vd. es francés, italiano, canadiense, austriaco, argelino, en resumen un no camerunés y viene a encontrar el país de Roger Milla, en el marco de una misión profesional, de un viaje de negocios o de ocio: sus anfitriones cameruneses no dejarán de enviarles a recrear la vista con Guider, por amor al arte, por supuesto. Si no comprende nada de las sutilezas de las artes primeras, déjese guiar (sin un mal juego de palabras) por sus instintos.

El Guda es una danza camerunesa erotizada pero no muy pornográfica, por la cual jovencitas, cubiertas con un velo o un paño que les ciñe el cuerpo, desde el pecho hasta media pierna, golpean en el suelo, como en un dulce trance en el que el punto de suspensión es el destape, la caída del paño o del velo sobre sus pies adornados de cascabeles. Los cascabeles participan con el tam-tam en la rítmica de este espectáculo de striptease cultural. Debajo del paño, un taparrabos o una braguita son la última defensa contra su desnudez.

Las danzantes exponen su frescor y sus encantos, al revolverse en el polvo, en un festival de formas y cuerpos, una especie de orgía de pechos firmes y alegres. Para bailar el Guma es necesario tener los senos a lo Halle Berry, en A la sombra del odio. Esto es arte, mientras que los cánones estéticos son lo que son. Por más que se diga, es difícil, sin tener el espíritu torcido, es difícil, en la primera experiencia, no experimentar emociones sexuales ante toda esa belleza, ese desnudo magnífico, esa gracia, esa juventud, esa naturaleza… en una palabra, si Vd. es creyente, podría entonar el Te Deum ante “estas maravillas de la creación”.

Si estas danzas folklóricas afectan su pudor, existe, más allá de Kribi, Limbé, varias alternativas interesantes. En el Sur, en Ebolowa, se puede visitar Nkolandom y sus paisajes rocosos, sus bosques de palmeras, sus parajes todo en grutas, todo en estanques, todo en la altura: una vista inexpugnable sobre el horizonte. Nkolandom es un pueblo del que se sale forzosamente menos tonto. Después de haberos asombrado de que los árboles crezcan sobre las rocas, estaréis felices de ver cómo las construcciones, las esculturas también crecen allí, como los champiñones.

En Nkolandom, los caminos asfaltados han pasado, han sido bordeados de farolas y el desarrollo ha seguido. En esta tierra metida en plena selva tropical, todas las comodidades de la ciudad están a plena vista: escuelas maternal y primaria, liceo, agua corriente, electricidad, no faltan incluso edificios religiosos que no sean mini joyas arquitectónicas.

Pero es el colmo que todas estas facilidades no hayan contribuido a hacer sedentarios a los habitantes de Nkolandom. ¡Pobre pueblucho no apto para ser profeta ante sus propios hijos! Nkolandom no interesa más que a los turistas y a otros visitantes que, respondiendo a la llamada de la naturaleza se encuentran allí. El hecho es que cuanto mayor es uno, más vívido es el sentimiento de que las oportunidades existen, de ahí sin duda la obsesión urbana. Sin embargo es necesario parar de correr detrás de oportunidades en países en crisis, es necesario producir en el mismo sitio, el desafío y la urgencia son la transformación de nuestro entorno.

Los encantos que no retienen a nadie

Al partir de Nkolandom para regresar al ruido y furor de Yaundé, he sentido como una deuda de gratitud por los momentos pasados en este pueblo, a consecuencia de ello, he querido llevar a una muchacha a quien acompañaba su madre. En cierta manera he sido víctima de una encerrona, he sido víctima de mi lirismo y mi reconocimiento. Queriendo ayudar a Jacqueline, una jovencita a priori inofensiva, sola, de 15 años aproximadamente, amenazada por la lluvia y el viento, he comprendido al embarcarla que mi autoestopista no estaba tan sola, Georgette, su madre, estaba detrás.

En esa situación, no había por qué renunciar a ofrecer una ayuda que menos me ha sido pedida cuanto que yo la he anticipado. Tratando de ayudarlas a colocar sus maletas en mi maletero, se reveló que por el hecho del equipaje, se trataba claramente de una mudanza. Yo no estaba comprometido más que por mi buena voluntad y un agradecimiento trascendente, pero no tengo el alma de un incumplidor, de un dimisionario, de alguien que renuncia a ayudar porque se ha vuelto relativamente incómodo ayudar. Jacqueline y Georgette llevaban su leña. Hay algo de refrescante aunque bastante popular al jugar al buen samaritano.

Toda la tribu de Jacqueline y Georgette estaba allí para decir adiós a los suyos, las dos ciudadanas que vivían en Ebolowa, una veintena de kilómetros más lejos. En el momento de entrar en mi coche, el gran maletero abierto por la leña que desbordaba y afectaba a la pintura de mi auto, pregunté a Georgette, en la lengua regional, el bulu, la índole de sus ocupaciones en Ebolowa. Su respuesta no vale la pena decirla. Por el contrario ella me inspiró la reflexión que sigue.

Los mejores no deben dejar África, los más mediocres no pueden huir. La inmigración tal como se practica se hace en detrimento de los países pobres y es pura ideología tratar de demostrar lo contrario. Los africanos han elegido dejarse impresionar por las cifras de las transferencias de dinero en dirección a África, ¿Cuáles son las que causan la ausencia de los más calificados en nuestro suelo y nuestros recursos? ¿En qué lengua se podría decir a los cameruneses que sus pueblos son viveros de oportunidades?

Éric Essono Tsimi, para L’autre Afrik

Publicado en Afrik.com, el 15 de septiembre de 2012.

Traducido para Fundación Sur por Asunción Orench.

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