La hija del KEDZA (El Rey), por Baron ya Bùk-Lu

15/09/2014 | Cuentos y relatos africanos

Erase una vez, en el poblado de SOM’OSÌ, en África Central, vivía un joven llamado Ndong ESONO, más conocido por sus amigos como “Esonito”. Se había hecho un nombre en la comunidad, por sus hazañas y aventuras.

Una madrugada, después del canto del primer gallo, encendió la radio vieja que, acababa de heredar de su pobre padre. La radio era tan vieja que, para encenderla era tan necesario pegarle antes un par de golpes.

El programa de “KEDZA AKÓBO” (El rey habla) de la emisora de radio FM local, llevaba algo más de media hora dando noticias. El joven Esonito no salía del asombro, sobre la noticia que acababa de escuchar: El KEDZA hacia un casting de jóvenes, para casar a su hija única Nchamita. La hija del Rey, había cumplido la mayoría de edad y, entonces, su padre, pensó que, ya era hora de que tuviera pareja formal y legal.

El afortunado joven que fuera elegido, pasaba a casarse con Nchamita, la heredera de una gran fortuna.

-Esta es mía- Exclamó Esonito, mientras se saltaba del “Enong miyeng” o cama de bambú. Se puso sus chancletas y su camiseta agujereada por casi todos los lados. Era casi imposible saber si fue de color blanco, por que, definitivamente se había quedado en un color amarillo oscuro. Seria por las escasas veces o el agua con el que la lavaba.

Esonito, se puso a bailar al ritmo de la canción de Elóng o eboladza, que sonaba en la radio, ya que después de los comunicados, el locutor pinchaba las últimas novedades o éxitos de la música local.

Esonito agarró con la mano derecha el cepillo de raíz de osang, una planta que sirve como especia e infusión, con el que acostumbraba a lavarse la boca. Después de unos cuantos cepillazos, tomó un chorro de agua para enjuagarse. Lo escupió en la ventana y se asomó a la puerta después de apagar la radio, con otro golpetazo. Acompañado de un giro a lo Michael Jackson se dirigió a la calle, dejando cerrarse sola la puerta.

Cruzó la carretera, se dirigió una casa de en frente, el local tenía escrito con cal en la pared, la palabra bar. Una vez en el interior, exclamó:

– No me mires así tío Ondo. ¡Ating zamá tío Ondo!, te aseguro que en dos días, te pago todo lo que te debo, pero eso sí, ponme un café con leche en vaso y un bocata de esa carne cruda que viene del extranjero, refiriéndose al jamón.

Esonito, a pesar de ser tan pobre, era aficionado al buen comer, eso sí, a costa de los demás. Ya que, ni le gustaba pagar, ni tenía para pagar, por lo cual siempre pedía lo mejor. Siempre decía que era pobre, pero no pidiendo.

Cuando terminó de desayunar, con una mano en la barriga y otra en la nuca, se acercó a su tío y le susurró en la oreja.

– Tío, necesito que me vuelvas a dejar tu pantalón, ¡ating zamá!, te lo juro que esta vez, te lo traigo limpio y planchado. Mmmmm, también aprovechando la ocasión, me podrías dejar tus zapatos mmmmm… de charol, los de marca, o sea, mmmm, tus zapatos Weston ceremonial, quiero decir tío Ondo.

Esonito iba camino pueblo arriba, cuando se cruza con Mba mongo, el novio de su prima Ada. Le dijo:

– ¡Mbolo chico Mba!, era como acostumbraba a llamarle – Necesito que me dejes uno de tus “abacós”, estilo Mobutu.

Este haciendo gesto negativo con su cabeza, le dijo:

-¡No, no, no, chico, otra vez no, por favor! No pienso volver a prestarte nada. Luego no me lo devuelves o lo traes hecho polvo…

Pero Esonito, le siguió dirección a su casa.

Minutos después, salía de la casa, hecho un dandy. Mbaito, le había dejado todo lo que le había pedido. Incluso, el sombrero tipo borsalino, del padre.

– Mecachis! Exclamó Mbaito

Otra vez en la calle, Esonito, con gesto pensativo, se paró un poco, de pronto aceleró la marcha, casi corriendo subió la cuesta y se dirigió a una casita que estaba al final del poblado. Llamó al timbre, y le abrió un niño de unos ocho años aproximadamente.

– ¿Tu tío está en casa? – Si, respondió el niño.

-Hola, patrón dijo.

– ¿Quién es? – Contesto Sima desde el interior del pequeño chalet de madera.

-Vengo a verte, tengo una cita de negocios en la ciudad.

– ¿Tú desde cuando haces negocios? Le respondió Sima, mientras salía al patio a su encuentro.

– ¡Siempre existe una primera vez!

-Cuéntame ¿pero cómo? ¿Dónde has sacado esta ropa tan elegante? Le dijo Sima

-Últimamente, las cosas me han ido mejor. Bueno, voy al grano. He quedado con unos empresarios extranjeros en la ciudad y, como verás, siempre me has reprochado que no hago nada para mejorar mi vida. Esta vez me debes dar un empujón.

-Bueno, tienes razón. Dime. ¿En qué te puedo ayudar? Dijo Sima

-Necesito que me dejes uno de tus Bugas… En serio, lo trataré bien.

-No, no, y no…Joder, chabal! ¿Cómo te atreves? Lo acabo de sacar del puerto. Me ha costado un riñón en Paris. Insistía Sima.

-Vale. Cámbiate esa ropa de paleto que te has puesto. En la parte trasera del coche, tienes un traje de Yamamoto, que me regaló mi padre en mi cumple. Dijo Sima mientras le entregaba la llave que sacó de su bolsillo.

Sima, era el hijo mimado del hombre más rico de la zona, aunque su fortuna era de procedencia dudosa.

Minutos más tarde, Esonito, con un gran puro davidoff en los labios, salía del garaje de su amigo, con un bugatti veyron blanco, el cual le hacía juego con su traje de abacós, a lo Mobutu. El coche llevaba una colección especial la cual consistía en hacer saltar la canción “OKELE W’AYAN MA” de BARON YA BÚK-LU. El mini tienda bar del vehículo, estaba bien surtido con las mejores marcas de bebida, relojes, música, perfumes, etc.…

Esonito, llegó a la siguiente aldea, dirección a la ciudad y aparcó frente una casa de madera del pueblo y con voz excitada gritó.

– Un lleno por favor, tía Mangue.

La Sra. de unos 50 años aproximados, salió, de la puerta medio corriendo. Pero al comprobar que el que le había llamado de esta manera se trababa de su sobrino Esonito, gritó.

-¿Ane yá va? ¿Djé d’alot? ¿Qué pasa aquí?- le dijo

-He dicho que me llenes el depósito por favor. Eso sí, te lo pago a la vuelta, por favor! – Esta vez con voz vacilona. Respondió Esonito

Eran ya las 13:00h. cuando Esonito entró en la plaza de la independencia, haciendo un ruido estrepitoso con las ruedas, pegó un frenazo, tras un gran acelerón que parecía reventar ese gran motor de enormes cilindradas. Al bajar del coche, expulsó una bocanada de humo, agitó fuertemente la cabeza, y después de una vuelta de las suyas a lo Michael Jackson, se dirigió con paso dandy a lo camaleón hacia el centro de la plaza para apuntarse a la lista. Mientras, en el interior del bugatti veyron, seguía sonando el clásico Groove de la canción “PROCLAMATIÓN” de Papa WEMBA.

Todo el público presente giró la mirada hacia aquel espectacular y admirable joven del bugatti veyron blanco.

Nchamita, la hija del Kedza, cayó fulminantemente en manos de sus guardaespaldas.

-Traigan agua por favor, se está desmayando. Gritaba uno de ellos.

-El Kedza, se acercó rápidamente al encuentro de su hija.

-¿Qué la está pasando a mi hija? Preguntó el Kedza.

-Nada grave Sr, se pondrá bien, ha sido un susto.

La fila de los concursantes o participantes al casting, ya llegaba a una veintena de jóvenes, desde los 20 a 35 años, sin distinción de raza ni religión, exigían las condiciones.

Después de un largo silencio, el Kedza pidió al público asistente al espectáculo un caluroso aplauso a los concursantes.

Nchamita, susurró unas palabras al oído de su madre, y ésa a la vez al Kedza. El padre de Nchamita, echó una mirada a todos los participantes, de izquierda a derecha, y dijo:

-La suerte está echada. Esonito ha sido elegido, ganador del concurso. Fin del espectáculo.

Volvieron a sonar los aplausos y gritos de ¡Viva!, ¡Viva Nchamita, la hija del Kedza! ¡Nchamita oyeeeeee! ¡Oyeeeeeeeeeeeeeee!!.

¡Qué se besen! ¡Qué se besen! ¡Qué se besen!!!

El grupo de niños que rodeaba el lujoso coche, se alejaron al ver llegar a la pareja. Esonito sonriente, abrió la puerta y dejó entra a su nueva novia.
La llave de contacto dio paso a la música. Nchamita emocionada, se puso a cantar:

-Okele w’ayan ma eh, okele w’ayan ma!… Okele w’ayan ma eh, okele w’ayan ma!…

Esonito arrancó el auto y pasados unos minutos le preguntó.

– ¿De qué conoces esta canción?

-Mi padre la tiene en casa, dijo que la cantaba un amigo suyo, que vive en Europa, y se llama Baron ya búk-lu. ¿Tienes aquí la portada del cd?

Preguntó Nchamita

-No sé, a lo mejor sí… – Dijo Esonito

– ¿Qué pasa, estás celoso? Anda, dame un beso y vámonos a casa. Prosiguió Nchamita

“NO TODO LO QUE RELUCE ES ORO”

En la puerta de la habitación de Nchamita, había un cartel que decía. “NO MOLESTAR”.

La nueva pareja de novios, había estado tres días encerrados y, aquella mañana, alguien llamo a la puerta.

-Un momento – Dijo Nchamita. Se puso un KABA de popó africano, y salió a atender a la persona que le esperaba fuera.

Al regresar, dijo a su novio que, su padre quería hablar con ella. Dio un beso en la frente a Esonito y salió de la habitación. Nchamita tardó aproximadamente quince minutos en volver y, con la cara sonriente dijo a su novio.

-¡Bien! Mi padre dice que, mañana vamos a tu pueblo, o donde sea que vivas, a recoger todas tus pertenecías. Te quedaras a vivir aquí con mi familia.

– ¿Qué has dicho? Ni hablar, eso sería traicionar a los míos, una deshonra a mi tribu. Soy mohán fango full!, y nunca he de fallar a mi gente. Eso de venir a vivir en casa de la mujer, no es nuestro. Además, para que sepan los míos que me quieres, el rapto o habón, es la mejor forma de demostrarlo. Dijo Esonito con voz de enfado.

-Lo siento babi, solo te venía a decir lo que me ha dicho mi viejo. En todo caso, estoy a tu disposición, ¡todo lo que digas, mi comandante! Replicó la novia.

-Así que, esta noche salimos de aquí rumbo a mi pueblo. Volvió a hablar Esonito.

La pegó una palmita en culo. – ¿Ahora nos traerán el desayuno verdad? Y además, este mediodía nos vamos al centro a dar un gran paseo de novios. – Siguió hablando.

Eran aproximadamente las tres de la madrugada, Esonito, despertó a su novia.

– Chica, vámonos, ya llego la hora.

Nchamita, se levantó, de la cama.

-Dame la maleta y tú coge el maletín.- Dijo Esonito

Con mucho cuidado y, sin ser descubiertos por nadie, salieron del palacete del Kedza y, esta vez, se encontraban en la carretera, rumbo al pueblo de Esonito.

Eran las diez de la mañana, cuando el coche de la pareja feliz llegaba al pequeño poblado donde la tía de Esonito vendía gasolina

-Hola Sra. ven a cobrar tu dinero y, también te presento a mi novia, la guapa Nchamita, hija del Kedza. – Habló Esonito

-Primero me pagas mi dinero y luego vemos si la canto un oyáng o grito de alegría. – Le respondió la tía.

Nchamita abrió el maletín y, sacó un fajo de billetes de quinientos euros.

-Quédese el cambio Sra. – Habló Nchamita mientras estrechaba la mano a la tía de su novio, que en cultura fang es, su suegra.

-Llámame menkié, soy tu suegra, soy hermana de la madre de tu novio. Dijo la Sra.

EEEHHHHHH,YIÉEEEEEHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH……IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIYYYYYYYYYYYYHHHHHH!!!!. Sonó el oyang, el grito de alegría. Gritaba la tía de Esonito

Esonito evitando la presencia de los habitantes de la aldea, salió echando humo, nunca mejor dicho.

Media hora después, Esonito, estaba aparcando el coche en un garaje. Subieron al salón donde supuestamente estaba Sima.

Al llegar al patio, el ñoño sobrino de su amigo le dijo:

-Sima me ha dicho que me dejes las llaves del coche.

Esonito, con diferente traje, y su novia, salieron con pocas ganas de hablar a la calle principal del poblado.

-Vamos a entrar aquí a saludar a mi cuñado. Dijo Esonito

Nchamita con pocas ganas y un poco seria, le preguntó.

-¿No deberíamos primero llegar a tu casa a saludar a tus padres, antes de tus visitas?

-Es muy importantes. Espérame aquí fuera…Dijo Esonito

Desde fuera se oía un poco de murmullo, pero no se distinguía bien el tipo de conversación pero, eso sí, se notaba que algo iba cambiando en sus vidas. El aspecto de Esonito, iba cambiando paulatinamente. Esta vez, llevaba una camisa muy rara. No se distinguía bien el color…Y los agujeros, que rodeaban el cuello, hacia más difícil para su novia, distinguir la tribu urbana de su novio. Era una mezcla de “SAPEURHIPPY”. Bueno, mientras haya amor, todo vale.

Nchamita, apoyada en un tronco de árbol, como si de un banco se tratase y, sin dar crédito a lo que veían sus ojos, Su futuro marido, salía de una casa bar gritando y, levantando las manos.

-¡Vete a la mierda tío, ya no te aguanto más!

Esonito, con chancletas, camiseta agujereada y un pantalón corto, salía al encuentro de Nchamita

-Vamos, esto del frente, es donde vivo. Dijo Esonito, señalando al frente.

Esonito, vivía, desde hacía un tiempo, en la chabola, heredada de su padre. No tenía, silla, mesa ni, ningún tipo de mueble. Tenía colgada en el salón, una vieja chaqueta agujereada y una radio marca “INVICTA”, de los años 60… bla,bla,bla…

Baron ya Bùk-Lu

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