Para mi familia en San Jacinto, a mis tíos Juan y Elba
Es verano así que es una buena oportunidad para recorrer la costa. En esta ocasión viajamos al sur, al departamento de Arequipa, provincia de Camaná. Como antes Tania Aguero Dejo, poeta y dibujante, y la que escribe, Milagros Carazas, investigadora y docente universitaria. Hemos preferido centranos en un pequeño poblado llamado Chule, lugar que apenas cuenta con dos calles y permanece rodeado de arrozales, muy próximos al mar.
Cuando se lee la Monografía de Camaná (1965) de José María Morante o se pregunta por el pasado de Camaná se comprueba la presencia de afrodescendientes en esta «hermosa villa», traídos hasta aquí como esclavos en un principio. Después de su liberación muchos se quedaron en los alrededores como San Jacinto, otros prefirieron trasladarse a otros lugares. Menciono este poblado en especial porque es uno de lo más antiguos, incluso Santos Pastor (1810-1936), el hombre más longevo del mundo, vivió aquí. Curiosamente él era un afrodescendiente, ex esclavo que integró el ejército de Ramón Castilla. Pero, han pasado muchos años de eso. Cabe entonces la pregunta, ¿existe todavía familias afrodescendientes en la zona? ¿Ha habido alguna influencia cultural de ellos? ¿Hay alguna comunidad afroperuana que no aparezca en el mapa?
Pues, empezamos el Trabajo de campo tan pronto nos hemos instalado en la zona. Regreso a Camaná después de varios años y, claro está, ha cambiado. Ahora, hay más presencia andina, los cerros arenosos están invadidos, aparecen las casitas conquistando un espacio. Los migrantes llegan de las alturas de Arequipa, Cusco y Puno. Este es un dato importante, ya que el mestizaje y el encuentro de culturas cambia definitivamente el rostro de la ciudad.
Nuestro interés es el llamado anexo de Chule, dentro del distrito de Mariscal Cáceres. Este curioso nombre no tiene un significado definido. ¿Cuál es el origen del vocablo? Lo que queda más claro es que este se formó en un principio gracias a ex esclavos, quienes se reubicaron en esta zona luego de su liberación. Esta es una versión que se repite una y otra vez. En la actualidad, las familias afrodescendientes son muy pocas, esto es, ha habido un cambio en la conformación étnica de sus habitantes, como se suelen llamar a sí mismo, son más cholos. Eso sí todos de alguna u otra manera resultan parientes, como se suele repetir aquí: «Primos y primas». Existe todavía la familia Palacios, muy numerosa, aunque intercultural, pero fieles participantes del carnaval y de la tradición de los huachanacos.
Algo más que habría que agregar es que Chule es un lugar privilegiado, al estar rodeado de tanta vegetación, posee una belleza inigualable, está de más mencionar que el amanecer y el ocaso son como postales impresionistas que uno contemplaría sin cansancio, a pesar de los mosquitos y la humedad.
Chule no ha sido el mismo de siempre, antes apenas consistía en unas cuantas casitas modestas en línea, que con el tiempo aumentaron. No hay mucho espacio para más construcciones, ya que los terrenos agrícolas lo rodean. Esto en contraposición a las laderas de los cerros, en que las invasiones son imparables, más allá de los arrozales.
En este poblado se vive y goza con mucha algarabía el carnaval. Los vecinos le dan forma al Ño Carnavalo, también llamado Huachanaco por algunos. Aquí lo visten como debe ser, usa terno y ropa nueva. Cada año recibe un nombre distinto. Es un «caballero» distinguido que representa a Chule y compite con el de San José. Llega montado en su burro, acompañado de sus viudas, es decir, algunos varones disfrazados con mascaras y ropajes femeninos, muy pícaros y balarines, con carteras, van recabando algunas donaciones. Llorosas y otras muy alegres se despiden de esposo. Se juntan todos los vecinos y se dirigen al otro pueblo para el encuentro, el contrapunto esperado entre ambos bandos.
Cuando al fin se reúnen en San José. Tanto un grupo como otro cantan los hucachanacos. Es la algarabía de toda la población. Verso a verso se va ganando al opositor, ridiculizandolo, bromeando, hasta que se decide el vencedor. Al regreso la alegría es mayor si se ha vencido. Los cantos continúan unas horas más. Según cuenta un antiguo poblador de Chule, antes se quemaba al Ño Carnavalón, ahora se le cuida, se le sienta en las reuniones, se baila con él, en pocas, palabras, es uno más con quien departir.
En toros tiempos, según las fuentes orales y escritas, de los poblados de Chule, San José, El Cardo, San Gregorio y demás, los jóvenes iban de un pueblo a otro, abrazados saludaban al grupo vecino, enamoraban a las chicas, se disputaban verso a verso el cariño de las enamoradas, etc. Pero a veces los encuentros se caldeaban y los huachanacos resultaban agresivos, se convertían en insultos y todo acaba en gresca. Los mayores les echaban agua, los separaban, siempre había contusos y heridos. Así era el carnaval entonces. Hoy la tradición a penas permanece viva en estos dos poblados, San José y Chule. Habrá entonces que felicitar el entusiasmo y la persistencia de sus pobladores en mantener viva la tradición y compartirla con los demás. Espero sinceramente que las autoridades muncipales se den cuenta del valor histórico y de esta práctica cultural y literaria, para que su apoyo sea permanente e incondicional.
Pero mejor regresamos sobre nuestro tema de interés. ¿que son los uachanacos? ¿cómo entender esta manifestación cultural en esta zona?. Después de algunas entrevistas y búsqueda de fuentes escritas, adelanto que se trata de una versión de la copla hispana, pues un huachanaco está conforamdo por cuatro versos rimados, que en su ejecución se cantan, tienen un estribillo peculiar. En el carnaval, en todo caso, la fiesta central que se realiza en miércoles de ceniza, es el mejor momento para escucharlos. Estos huachanacos pueden ser románticos, pícaros, de contrapunto (tiro y contestación), etc. Hoy estos han sido grabados en CD, por lo que se trata de una versión más moderna, cuyo acompañamiento es la guitarra, el cajón o la quijada de burro. La gente los escucha, memoriza y repite, es decir, la tradición oral se vale de la modernidad para su difusión y conservación en la actualidad, también aparecen algunos en Internet, por ejemplo.
Tampoco se puede perder de vista que al realizar la fiesta del Ño Carnavalón, como apuntaba Mijail Bajtin, ocurre la subversión del orden. En un carnaval se puede observar un lenguaje carnavalesco (insultos, groserías, etc); el disfraz que oculta a la persona y a quien se le está permitido bromear, ridiculizar al otro; lo que superior, elevado se transmuta en lo inferior, etc.
En Chule el Ño Carnavalón es un distinguido «caballero» muy pudiente y de gran prestigio, cuando en realidad es un muñeco de hachón. Las viudas no son más que personajes ridiculizados, exagerados en su comportamiento que provocan hilaridad. Al final, ocurre la lectura del testamento, el mismo que es un discurso que se vale para mencionar a algunos pobadores muy conocidos pero que no necesariamente llevan una conducta apropiada, resultan mezquinos o molestos en el restol año. Entonces el testamento se aprovecha para sancionarlos públicamente, al vez que resultan burlados.
Tanto para los huachanacos y el testamento se necesita una elaboración previa, habrá que considerar un repertorio de versos para responder al otro pueblo durante el contrapunto. Esto es, apelar a la tradición oral y trasladarla a la escritura, además de crear original y creativamente nuevos huachanacos cada año que pasa.
A continuación presento algunos huachanacos:
Ayer cuando fui pollito
las gallinas me pegaban
y ahora que soy un gallito
las gallinas me las pagan.