- Hasta 1.028.743 personas se han desplazado en Cabo Delgado, Mozambique, por la violencia armada, según los últimos datos publicados por la OIM hasta noviembre de 2022.
- El informe ‘Guerra, desplazamientos forzados y respuestas a la crisis en Cabo Delgado’ de Ayuda en Acción recomienda a las organizaciones que trabajan en terreno incorporar intervenciones que atiendan las necesidades de la población desplazada, pero también que incrementen el acceso a bienes y servicios esenciales de las comunidades de acogida.
Desde octubre de 2017 la provincia de Cabo Delgado, Mozambique, ha sido fustigada por el fenómeno de la violencia armada. Como consecuencia, se han desplazado a la región sur de la provincia y otras zonas del país 1.028.743 personas hasta noviembre de 2022, lo que representa el 44,33% de los habitantes de la provincia. Además, se han producido 4.664 víctimas mortales, aproximadamente la mitad son civiles, según los últimos datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Muchas de las familias desplazadas se han visto obligadas a refugiarse en la Ciudad de Pemba y en otros distritos de la provincia y el país, agravando aún más los problemas existentes de movilidad, saneamiento, acceso a los servicios públicos y seguridad. La agricultura, silvicultura, pesca y minería ocupan a la mayoría de la población económicamente activa que es de un 44,1% según los datos del estudio Guerra, desplazamientos forzados y respuestas a la crisis en Cabo Delgado de Ayuda en Acción y que ha sido elaborado por Gernika Gogoratuz Centro de Investigación por la Paz. Actualmente, las personas desplazadas han perdido sus medios de vida y corren el riesgo de caer en una dependencia crónica de la ayuda humanitaria.
La aparente situación de paz resultado de las operaciones militares que se vive en los últimos meses ha llevado a muchas personas a retornar a sus localidades de origen en las regiones centro y norte de la provincia. A pesar de todo es un retorno marcado por la precariedad en sus lugares de origen donde deben recuperar sus medios de vida y el acceso a los servicios públicos básicos se ha visto mermados ante la falta de personal y por la destrucción de infraestructuras como centros de salud, escuelas, agua, vivienda y servicios de la administración.
“La vulnerabilidad estructural e histórica de la población es otro factor que agrava enormemente la situación”, expone el director de Ayuda en Acción en Mozambique, Jesús Pérez Marty. Algunos de los datos expuestos en el informe que muestran esta vulnerabilidad son:
- El 44% de la población vive por debajo del límite de la pobreza
- El 52% está desnutrida y el 19% sufre desnutrición crónica
- La esperanza de vida es de 48 años
- El 46% no tiene acceso a agua y a una red pública de calidad
- Solo el 16% tiene acceso a energía eléctrica
“Escuché un tiro y tuve que huir con mi hija de mi aldea”
En el informe se realiza una quincena de entrevistas de profundidad y las personas entrevistadas desplazadas comparten patrones comunes: la violencia y el temor a los ataques; el miedo y las dificultades durante la ruta de huida; el paso por varios lugares, los peligros y carencias experimentadas hasta el destino; las dificultades sufridas para conseguir medios de transporte; el agotamiento y la tristeza; el recuerdo de aquellas personas que se quedaron en sus lugares de origen, las que desaparecieron, y las que murieron por el camino.
Una de las mujeres desplazadas que tuvo que huir de repente de su comunidad es Viaze Arlindo, de Quissanga. “Tuve que huir a las siete de la tarde por un ataque de hombres armados en mi aldea. En cuanto escuché el tiro, salí corriendo al monte con mi hija. Tuve que hacer una gran ruta sin ninguna ayuda hasta que llegué a una escuela cerca de Metuge”, cuenta la mujer. Fue un camino de 15 horas a pie casi sin descanso.
De Quissanga también es Saide Abudo, en concreto de Namaluco, comunidad de la que también tuvo que huir cuando llegaron los “asaltantes”. “Llegaron el 3 de febrero de 2020. No teníamos tiempo ni forma de llevarnos nuestras pertenencias ni siquiera la documentación porque llegaron dando tiros. Solo pudimos huir. Todo el mundo empezó a correr hacia el bosque y entonces tomaron nuestras casas. Quemaron todo. Esperamos una semana cerca, en Navinja, para volver a casa, pero los asaltantes se quedaron en nuestra comunidad”, relata el desplazado a Ayuda en Acción.
La falta de oportunidades de trabajo para la población desplazada
Cuando Saide tuvo que huir de Namaluco, era carpintero. En 2012 fue cuando se pudo independizar y trabajar con sus propias herramientas y materiales. Ahora está desplazado en Nicabaco, donde vive en una tienda con materiales que le proporcionó Ayuda en Acción, al igual que alimentos, lámparas y otros enseres necesarios para vivir. Sin embargo, lamenta no poder estar trabajando. “Ahora estoy aquí sin hacer nada, viendo la vida pasar. Tengo la esperanza de que los insurgentes se vayan y poder regresar a casa”, añade.
La situación del desplazado refleja la de la mayoría de la población que ha huido de la guerra. Según los datos del informe, “prima una ayuda asistencial basada en la entrega puntual de alimentos, dinero, insumisos” y “en pocos casos se garantiza el acceso a la tierra o se dan soluciones a cuestiones estructurales, lo que impide que la gente pueda organizarse de manera definitiva”. Por esto, la mayoría de las personas entrevistadas expone que se siente “en tierra ajena” y quieren retornar, recuperar sus propiedades y “desarrollar sus actividades profesionales”.
El director de Ayuda en Acción en Mozambique explica que este es uno de los graves problemas que “impide que la población desplazada pueda avanzar y rehacer sus vidas”. “Es necesario que las intervenciones se dirijan también a crear oportunidades de generación de ingresos para la población desplazada. Hay sectores que se pueden impulsar como la agricultura, la pesca y la pecuaria, la producción de bienes locales o el comercio”, expone, en línea de las conclusiones del informe.
Algunas recomendaciones que se dan en el estudio sobre la intervención y acción humanitaria con la población desplazada son:
- Las intervenciones deben seguir una estrategia de asistencia y participación comunitaria para fortalecer las capacidades locales y transformar condiciones de vida.
- Se debe avanzar en un enfoque de triple nexo, que reduzca la vulnerabilidad de los desplazados a la vez que se trata de poner fin a la violencia directa y se inicia la reconstrucción de Cabo Delgado.
- Se deben impulsar modelos de acogida y atención humanitaria que generen oportunidades de trabajo y no vuelvan dependientes a la población de acogida.
- Las mujeres tienen un papel muy relevante en las micropolíticas por la paz que impulsan y generan procesos transformativos desde dentro y desde abajo-arriba, claves para un empoderamiento feminista local.
Ayuda en Acción trabaja en Mozambique desde el año 2000 con la población desplazada, garantizando acceso a un abrigo digno, agua, higiene y saneamiento, pero también crea empleo e impulsa el autoempleo en el país para mejorar la generación de ingresos de jóvenes y mujeres. Trabaja a través de una plataforma de actores públicos y privados en la que se promueven soluciones innovadoras y sostenibles que fomentan el empleo y espíritu empresarial.
Fuente: Ayuda en Acción
[CIDAF-UCM]