La gran carrera etíope hacia la libertad

4/12/2009 | Opinión

En su épica autobiografía, el gran Nelson Mandela usaba la metáfora del “largo camino” para describir su lucha durante décadas contra el apartheid y de su gobierno minoritario en Suráfrica. En “El Largo camino hacia la Libertad”, Mandela describió, entre otras cosas, su intento por alejar una guerra racial y fratricida de su nación mediante el diálogo y una negociación que consiguiera la reconciliación nacional y la construcción de un sistema multirracial y multipartidista. Su largo y duro camino hacia la libertad a través de las llanuras, de las ciudades y de los distritos consiguió finalmente que Suráfrica cambiara los miedos y lágrimas por la esperanza y la fe en una Suráfrica libre. En el proceso, Mandela se convirtió en una fuerza moral formidable y en un profesor ejemplar de la lucha por los derechos humanos y por la igualdad racial en todo el mundo.

Como cada año, en la Great Ethiopian Run (Gran Carrera Etíope), que tuvo lugar la última semana de noviembre en Addis Abeba, uno puede ver que se trata de una metáfora hecha a medida sobre el largo y duro camino hacia la libertad en Etiopía. Los organizadores y los patrocinadores han podido apreciar un modo inteligente de sacar dinero trucando el acontecimiento, pero para los etíopes que participan en la carrera, ésta es la única oportunidad que tienen al año de unirse para respirar el aire de la libertad. Es su fiesta anual y el día en que una masa pacífica se reúne y protesta, por la libertad y la justicia, contra la tiranía y la dictadura de Etiopía. Durante el día de la Great Run, los etíopes que pueden permitirse pagar al menos 50 birr pudieron gritar todo aquello que les pesaba en los corazones, que les angustiaba la mente, que les dolía en el alma y abrasaba febrilmente sus cuerpos durante los últimos años. A la multitud de 35.000 atletas no les importó pagar. Cada uno de ellos sabía que el aire fresco de la libertad, por muy fugaz y momentáneo que fuese, no tiene precio.

En la Great Ethiopian Run, los etíopes corrieron por la capital calle abajo y bulevar arriba. Corrían por su propia libertad y por la de sus compatriotas. Corrían por la verdadera campeona de la libertad etíope, Birtukan Midekssa. En un ensordecedor alboroto de rebeldía y osadía, gritaban: “¡Liberad a Birtukan! ¡Birtukan Mandela! ¡Birtukan, la heroína!”, seguramente Birtukan les escuchaba encadenada desde el interior de la prisión de Kality, justo en las afueras de la ciudad. Exigían la puesta en libertad de todos los presos políticos. Las riadas de gente que inundaron rápidamente las calles de la ciudad, a lo largo de 10 kilómetros, denunciaban a los autores de las injusticias. Cuando pasaban por el Tribunal Supremo Federal, proclamaban: “En este templo de justicia, no hay justicia”. Caminando por delante del Ministerio de Justicia, aclamaban: “No hay justicia en el Ministerio de Justicia”. Al pasar por el Ministerio de Defensa, gritaban: “En este edificio no hay hombres con suficiente coraje como para defender a otros hombres”. La Great Ethiopian Run es en realidad un acto de desobediencia civil por parte de las masas disfrazado de carrera; y para mérito y dignidad de los participantes no hubo ni un solo incidente violento ni una ruptura de la paz.

La multitud no sólo corre por la libertad, sino que también huye de la tiranía y de la dictadura, de la desesperación y de la desesperanza y de su día a día lleno de humillación y vergüenza debido a una dictadura despiadada. Desgraciadamente, estaban corriendo en círculos alrededor de la prisión en la que se ha convertido la nación de Etiopía. Pero tal y como aprendimos del presidente Mandela, para conseguir la libertad, se debe recorrer un largo y dura camino. Para los etíopes, se necesitará mucho más que eso, una larga y dura carrera; y hay mucho que los atletas etíopes pueden aprender de un solo caminante de Suráfrica. Mandela dijo: “Puedes lograr retrasarlo, pero nunca lograrás impedir la transición de Suráfrica hacia la democracia”. Los dictadores de Etiopía pueden frustrar durante un tiempo la genuina democracia multipartidista, pero nunca, nunca podrán impedir su triunfo final. Mandela les dijo de forma desafiante a los líderes del Apartheid: “Cualquier hombre que intente quitarme mi dignidad, perderá”. Quizá los dictadores de Etiopía estén triunfando por el momento, arrebatándonos la dignidad y los derechos humanos, pero si continuamos siendo honrados, con principios, justos y comprometidos con la causa de la libertad y la democracia, prevaleceremos; y ellos deberán encontrar su lugar entre los vertederos de la historia.

En su largo camino hacia la libertad, Mandela reveló la definición exacta de tirano y dictador: “un hombre que le quita a otro hombre su libertad es prisionero del odio”. Los carceleros de la nación prisión de Etiopía son prisioneros del odio que hierve y se agita en sus corazones, mentes y almas de por vida. Están consumidos por el odio y encaminados a la brutalidad genocida. Merecen nuestra pena ya que no pueden ayudarse a sí mismos. Pero nosotros si podemos ayudarles, enseñándoles la verdad sobre sus métodos diabólicos y el camino de salida de la desesperanza del odio hacia la embriaguez del amor fraternal. Mandela nos enseñó que “la victoria de la democracia en Suráfrica es el logro común de la humanidad”. Si seguimos corriendo por la libertad, podemos hacer que el triunfo de la democracia en Etiopía sea el logro común de toda África. Igual que Ghana ha pasado de ser una dictadura militar a una auténtica democracia multipartidista y Suráfrica triunfó con la creación de una sociedad tolerante y multirracial, Etiopía también puede forjar un sistema multipartidista, libre del veneno de las etnias políticas, y convertirse, un día, en la envidia de África.

La carrera de 10 kilómetros es un precio muy bajo para un maratón largo y difícil hacia la libertad. Por eso cada uno de nosotros debe desarrollar una cualidad propia del corredor de maratón: Resistencia. Mientras ella corre por los pavimentos durante millas, el corredor de larga distancia sabe que el camino hasta la línea de meta es largo, extenuante y duro. Pero ella está lista para dar lo mejor de sí y soportar el largo trayecto. El participante de la maratón no dice: “es demasiado largo, demasiado difícil… nunca lo conseguiré”. Mantiene la mentalidad de un ganador y nunca sucumbe a la autocompasión o a la derrota. No gasta su energía en sprints sino en un ritmo constante y un esfuerzo calculado. El corredor de una maratón tiene un plan para ganar y va a buen paso durante todo el camino para así conseguir el triunfo. El corredor de larga distancia no se permite agobiarse por los kilómetros que aún le quedan. Se compromete y se concentra en el siguiente paso, la siguiente colina y la siguiente curva en la carretera hasta que llega a la línea de meta. Algunos preferiríamos que la carrera consistiese en un sprint de 10 kilómetros. Nos desanimamos y desalentamos por el simple hecho de pensar en una carrera de larga distancia. Antes de dar el primer paso ya estamos cansados y a punto de rendirnos. Pero el Maratón por la Libertad no tiene una línea de meta. Tal y como dijo Mandela: “Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas otras montañas por escalar”.

Podemos sentarnos sin hacer nada y esperar a que la libertad llegue a nosotros. Como dijo Martin Luther King: “Los cambios no vienen rodando de forma inevitable sino que vienen gracias a un esfuerzo continuo. Por lo que debemos hacernos fuertes y trabajar por nuestra libertad. Un hombre no puede controlarte a menos que estés de rodillas”. También podría decirse que un hombre no puede controlarte si sigues corriendo y persiguiendo tu libertad.

Abebe Bikila, Mamo Wolde, Mirus Yifter, Haile Gebreselassie, Kenenisa Bekele, Elfnesh Alemu, Fatuma Roba, Derartu Tulu, Koreni Jelila y Tilahun Regasa, son algunos de los grandes atletas de larga distancia de Etiopía y han dado lo mejor de ellos mismos por la gloria de Etiopía. ¡Estamos muy orgullosos de ellos! Ahora es nuestro turno para correr y ganar la Gran Carrera de Etiopía hacia la Libertad, la Democracia y los Derechos Humanos. No hagamos el ridículo en una carrera de 10 kilómetros. Nuestro recorrido será mucho más exigente; tendremos que escalar grandes montañas y bajar por peligrosos cañones, desfiladeros y caminar por los desiertos y las tierras altas. Y aquellos que no puedan, o que elijan no correr con nosotros, deberían prepararse para recorrer un largo camino…

Alemayehu G. Mariam

Publicado en Addis Voice, Etiopía, el 30 de noviembre de 2009.

Alemayehu G. Mariam, es profesor de ciencias políticas en la Universidad del Estado de California, San Bernardino, y abogado en Los Ángeles. Escribe regularmente un blog en The Huffington Post, y sus comentarios aparecen con regularidad en Pambazuka News y en New American Media.


Traducido por Beatriz Aymat Basoa, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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