La exclusión social como elemento clave en la radicalización yihadista

A medida que los gobiernos luchan para frenar la radicalización, un estudio internacional ha establecido que curar la exclusión social es la mejor manera de avanzar en la solución a este drama. El estudio, que fue realizado por un equipo de investigadores internacionales, incluida la University College London, descubrió que la exclusión social es el factor determinante más importante en la radicalización y disipa una serie de teorías bien establecidas. Los investigadores utilizaron técnicas de neuroimagen para conocer cómo los cerebros de los potenciales yihadistas responden a diferentes estímulos sociales. A través del trabajo de campo etnográfico y las encuestas, los investigadores identificaron a 533 jóvenes musulmanes en Barcelona en áreas cercanas al sitio de la huelga patrocinada por el ISIS de 2017 que mató a 13 e hirió a decenas más. Entre los jóvenes, los investigadores identificaron a 38 hombres de ascendencia marroquí que simpatizaban con el islamismo radical. Ellos habían «expresado su voluntad de participar o facilitar» la violencia vinculada al jihadismo. Los 38 «admitieron que se les escaneara el cerebro», informó The Guardian.

En la fase de estimulación, cada uno de los 38 hombres se colocó en un grupo para jugar a Cyberball, un juego de lanzamiento de pelota virtual, con otros tres jugadores españoles. Los investigadores simularon la exclusión social al hacer que los españoles «abruptamente» se nieguen a lanzar la pelota a cada sujeto del estudio. Las actividades cerebrales de los hombres durante el juego mostraron que se volvieron más propensos a la violencia cuando los españoles dejaron de lanzarles la pelota. Los escaneos mostraron que, mientras jugaban, los hombres se volvieron más militantes y reaccionarios en su acercamiento a los símbolos religiosos cuando se sentían excluidos en comparación con cuando el juego se desarrollaba normalmente.

Cuestiones como la enseñanza religiosa en las escuelas o la reacción de la sociedad española a la construcción de mezquitas se volvieron más importantes, «sagradas» y «por las que valía la pena morir» cuando los compañeros españoles de los sujetos las excluyeron del juego de lanzamiento de bolas.

Contrarrestar las teorías «equivocadas»

Nafes Hamid, del University College London, quien participó en la investigación, comentó a The Guardian: «El primer estudio de neuroimagen en una población radicalizada muestra que el comportamiento extremo de los grupos parece intensificarse después de la exclusión social».

Las teorías anteriores sobre la radicalización culparon al bajo estatus socioeconómico y la pobreza, los bajos niveles de educación y, en algunos casos, la tendencia psico-biológica de los individuos a la violencia como factores importantes de la radicalización. Para Hamid, sin embargo, los resultados de su estudio «finalmente disipan» las teorías establecidas pero «erróneas». «Esta última investigación ha demostrado cómo los valores comienzan a ser sagrados e indica que la exclusión social hace que los valores no sagrados se comporten como valores sagrados, lo que a su vez hace que las personas sean recalcitrantes y propensas a la violencia”, añadió Hamid.

Además, Hamid pidió a los gobiernos que tomen en cuenta los resultados del estudio y diseñen formas más efectivas de frenar la radicalización: «lejos de la necesidad de mejorar las condiciones económicas, la ideología de combate o el tratamiento médico de los extremistas, concentrarse en aliviar la discriminación interpersonal puede mantener a quienes tienen inclinaciones extremistas en el lado no violento y negociable».

Resurgimiento islamista

El estudio surge a medida que persisten las preocupaciones sobre el terrorismo en Marruecos y Europa. La semana pasada, los informes indicaron que tanto las autoridades marroquíes como las de la UE están preocupadas por los posibles impactos en la seguridad de los combatientes ISIS que regresan. Habiendo participado en actos de violencia de alto calibre en zonas de combate en Siria e Irak, se cree que los retornados son doblemente peligrosos: como terroristas y como reclutadores.

En Marruecos, el asesinato de dos turistas escandinavos cerca de Imlil, en las montañas del Atlas, ha reavivado recientemente el debate sobre la radicalización. Con la condena del doble asesinato «horroroso» y «bárbaro», los marroquíes pidieron más inversiones en la educación para combatir la radicalización. A finales de diciembre del año pasado, el más alto cuerpo de eruditos religiosos del país, el ulema, se unió a la discusión. La Liga de eruditos de Mohammedia, como se llama el cuerpo religioso, anunció que estaba dispuesta a hacer que la enseñanza islámica y la jurisprudencia islámica sean más adecuadas para los cambios sociales. La liga señaló que las mezquitas marroquíes deberían enfatizar el «islam tolerante y abierto de Marruecos» cuando predican.

Si bien el estudio de la University College de Londres abrió camino al usar escaneos cerebrales, sus resultados confirman muchas de las ideas que los artistas, en su mayoría a través de novelas y películas, han retratado en el mundo musulmán. Si bien la pobreza y otros factores pueden ayudar a explicar la radicalización, muchas personas radicalizadas fueron «separadas» y muchos jóvenes socialmente excluidos se unieron a grupos radicales para obtener la atención y, a veces, el afecto que no recibieron de la sociedad. “Si me hubieras respetado, me habría quedado. Pero me trataste como a su mula», le espetó un retornado de ISIS a su padre en «Brotherhood «, un cortometraje de 258 minutos de 2018 del tunecino Meryam Joobeur.

Tamba François Koundouno

Fuente: Morocco World News

[Traducción y edición, Sara Gil Martín-Serrano]

[Fundación Sur]

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