A finales de 1236, Sundiata Keita, recién coronado emperador de Malí, convocaba a todos los jefes guerreros y notables en el claro de Kurukan Fuga para la proclamación de una serie de leyes y normas que debían regir la vida del Imperio a partir de ese momento. La conocida como Carta de Kurukan Fuga o Carta del Mandé está considerada como una de las primeras declaraciones de Derechos Humanos de la Historia que consagra, entre otros aspectos, el respeto a la vida, el derecho a la educación, la libertad de expresión y la protección del Medio Ambiente. Durante largos siglos fue preservada en la tradición oral del pueblo malinké hasta que en 1998 fue recuperada por tradicionalistas y griots, que la pasaron al papel. Ahora, el cantante maliense Pheno se ha inspirado en ella para su nuevo álbum, Mandé, porque “en este tiempo de guerra y odios que dividen a nuestro país, acordarse de la Carta de Kurukan Fuga es más necesario que nunca”.
La historia de Sundiata Keita, que ha sido cantada por los griots y juglares malinkés hasta nuestros días, es apasionante y fue recogida por el escritor Djibril Tamsir Niane en su libro Sundiata Keita o la epopeya mandinga, publicado en 1960 por la editorial Presence Africaine y que acaba de ser traducido al español por Casa África. El que fuera rey fundador del Imperio de Malí nació en 1217 en Niani, la actual Guinea, y era hijo del rey Maghan Kon Fatta, perteneciente al clan de Keita, quien controlaba un pequeño territorio. Sin embargo, su historia comienza en realidad mucho antes de que naciera.
El rey Maghan Kon Fatta recibió un día la visita de un cazador-adivino que profetizó que iba a tener un hijo con una mujer increíblemente fea y que este se convertiría en el futuro en un gran rey. Años más tarde, dos cazadores llegan a Niani procedentes del país de Do trayendo consigo a una mujer jorobada y muy poco agraciada. Pese a ello, el rey, que ya estaba casado, la toma como segunda esposa y al poco tiempo nace el pequeño Sogolon Djata Keita, más conocido como Sundiata Keita. Sin embargo, para sorpresa de su padre, a medida que iba creciendo se dieron cuenta de que era un tullido, el que debía convertirse en gran guerrero no podía siquiera erguirse sobre sus dos piernas.
A la muerte del rey de Niani y en contra de su criterio y de lo que preconizaba la profecía, el pequeño Sundiata no fue nombrado su sucesor. En su lugar, el escogido fue Dankaran Touman, hijo de la primera esposa. Tras sufrir diversas humillaciones, el pequeño Sundiata, que al fin comenzó a caminar a la edad de siete años, y su madre tuvieron que marcharse a un triste exilio en el que comenzó a forjarse el carácter del futuro rey de reyes. Mientras tanto, el joven Dankaran Touman no disfrutó mucho tiempo del poder pues el poderoso rey de los sossos, Sumaoro Kante, que subyugaba ya a numerosos clanes del pueblo malinké, fijó su atención en Niani, la conquistó y obligó al joven rey a partir también al exilio.
Pasados los años, Sundiata se había convertido en un joven fuerte y valiente y los distintos grupos malinkés acudieron a él para que les liberara del yugo sosso. Era el momento que tanto su madre como él estaban esperando. Pese a su corta edad, sólo tenía 18 años, organizó un poderoso ejército y derrotó al rey Soumaoro en la famosa batalla de Kidira de 1235. Esta gran victoria hizo que Sundiata se convirtiera en el rey de reyes, el mansa (emperador) de todos los reinos mandingas y que empezara a ser conocido como Mari Djata (el rey león). Tras ser entronizado, Sundiata trasladó la capital a Kangaba, en la actual Malí, y allí, en un claro situado a las afueras, convocó la primera reunión de la asamblea de jefes guerreros para proclamar la Carta del Manden, también llamada la Carta de Kurukan Fuga.
El Imperio de Malí pasó a ser la segunda gran entidad estatal que nacía en África occidental, tomando el relevo al Imperio de Ghana fundado por los soninkés, cuya capital, Kumbi Saleh, en la actual Mauritania, había caído en 1076 tras nueve años de asedio de las tropas almorávides. Pero el Imperio de los malinkés o mandingas, cuyo núcleo central se situó en los alrededores de la actual Bamako, fue el primero realmente centralizado pese a su enorme extensión en los tiempos de apogeo, desde el Océano Atlántico hasta el actual Níger, ocupando el territorio de los actuales Senegal y Malí, el norte de Guinea y el sur de Mauritania, con una población que llegó a alcanzar los cincuenta millones de personas.
Su constitución, llamada de Kurukan Fuga y proclamada de manera oral en 1236, ha sido reconocida en el año 2009 como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco debido a los valores que reconoce y que la sitúan como un claro precedente de la Declaración Universal de Derechos Humanos del siglo XX. Estructurada en 44 artículos, la Carta del Manden proclama, entre otras cosas, el respeto a la vida humana y el derecho a la justicia y a la igualdad de trato. Asimismo, el Imperio de Malí presenta una visión mucho más humana de la esclavitud, una práctica que entonces era moneda corriente en la mayor parte del mundo conocido, y se ocupa de cuestiones medioambientales y de preservación de la Naturaleza.
El texto fue fijado por tradicionalistas y griots reunidos en la ciudad guineana de Kankan en marzo de 1998. Algunos autores han criticado a posteriori la validez de la tradición oral como fuente histórica y la literalidad de algunos artículos de la Carta del Manden, que puede haber sufrido alteraciones a lo largo de los siglos, pero la mayor parte coinciden en que los 7 capítulos y los 44 preceptos de Kurukan Fuga son, a grosso modo, la arquitectura jurídica y social con la que fue gobernado y se estructuró el Imperio de Malí.
Tal y como reconoce la propia Unesco, la Carta promueve la paz social desde la diversidad, la inviolabilidad de la persona humana (artículo 5: “Cada uno tiene derecho a la vida y a la preservación de su integridad física”), el derecho a la educación (artículo 9: “La educación de los niños incumbe al conjunto de la sociedad; el poder paternal, en consecuencia, pertenece a todos”) y a la seguridad alimentaria (artículo 36: “Calmar el hambre no es robo si no se lleva nada en la bolsa o el bolsillo”), así como a la libertad de expresión y de asociación.
Además de organizar en castas y grupos de edad la vida comunitaria, la Constitución del nuevo imperio no elude el reconocimiento del rol de la mujer en la sociedad mandinga (artículo 14: “No ofendáis nunca a las mujeres, nuestras madres”; artículo 16: “Las mujeres, además de sus ocupaciones cotidianas, deben participar en todos nuestros gobiernos”), el respeto debido al extranjero (artículo 24: “No haced daño nunca a los extranjeros”) incluso si es un enemigo (artículo 41: “Matad a vuestro enemigo, pero no lo humilléis”) y la protección de la Naturaleza, que es confiada a los cazadores (artículos 37 y 38: “Fakombé es designado jefe de los cazadores. Está encargado de preservar el campo y sus habitantes para el bien de todos”, “Antes de encender fuego en el campo no mireis al suelo, levantad la vista en dirección a la copa de los árboles”).
Sin embargo, uno de sus grandes avances fue un abordaje mucho más humano de la esclavitud, en un tiempo en que esta práctica estaba extendida en todos los rincones del mundo. A partir de la Carta de Kurukan Fuga en el Imperio de Malí tan solo admitía la esclavitud doméstica o por nacimiento, pero muy suavizada (artículo 20: “No maltratéis a los esclavos, dadles un día de descanso por semana y haced de tal suerte que dejen de trabajar a horas razonables. Se es señor del esclavo, pero no de la bolsa que lleva”).
Videoclip de la canción Mandé, de Pheno.
“Es una parte excepcional de nuestra historia, uno de nuestros bienes más preciados”, asegura Pheno, un músico maliense de 31 años que a finales de 2012 editó un disco llamado Mandé basado, precisamente, en la Carta de Kurukan Fuga y gracias a la producción y el apoyo de la asociación Farrawo (La Cueva) a la que pertenece. “Yo estaba implicado en un proyecto diferente, pero a comienzos del año pasado, con la rebelión tuareg, el golpe de estado y la ocupación del norte del país por parte de grupos armados me di cuenta de la cólera y la ira que había en el ambiente. Entonces me puse con Mandé, porque era urgente rebajar la tensión y hacer una llamada a nuestra historia, a un pasado que nos habla de cómo nuestros ancestros se supieron organizar en la convivencia y la solidaridad entre pueblos”, añade.
Pheno es un artista muy conocido en Malí. Natural de Kati, su grupo Black System fue elegido mejor grupo de rap de Bamako en 2004 y él mismo designado mejor rapero en bambara. También fundador de la primera asociación de slam del país, siempre se interesó por la fusión de los nuevos estilos con la música y los instrumentos tradicionales. Fue en 2010 cuando comenzó con el reggae, en el que se siente muy a gusto. Mandé es su primer disco en solitario y en él tienen su espacio la kora, el balafón, las flautas y el dozongoni (una especie de contrabajo que tocaban los cazadores).
A Pheno le apasiona la historia de su país. “El propio Sundiata era un gran tocador de kora hasta que, elegido emperador, decidió dejar esta actividad exclusivamente en manos de sus griots, los Kouyaté. En el disco hay un tema basado en la melodía que se tocó el día de la victoria de Sundiata y que ha llegado hasta nuestros días pasando de generación en generación”. Se trata de la canción Mandé que da nombre al album y la melodía se denomina djatafassa (la marcha de Djata). Otra canción se llama Dambé, que significa tradición en bambara, la lengua en la que se interpretan la mayoría de las canciones. “El objetivo era llegar al mayor número de malienses posible”, explica Pheno, “la gente tiene que saber que ya nos organizamos una vez entre nosotros y superamos las diferencias, esto no debe olvidarse”.
Otro tema alude al respeto a la Naturaleza, otro al amor por la tierra, una canción está dedicada a las mujeres y otra es un llanto por la deforestación, mientras que Tunga habla de la emigración (“todos nos dicen ahora que en Europa las cosas no van bien, pero ¿es que aquí las cosas han ido bien alguna vez?”, se pregunta el cantante). Finalmente, Zion se refiere a la guerra como lacra que impide avanzar a la Humanidad. “El Mandé era una puerta abierta para todas las personas y religiones, como el animismo y el Islam. Había ya desde entonces problemas con los tuaregs del norte, pero se arreglaban de manera diplomática”, culmina este artista, empeñado en rebuscar la Historia soluciones a los problemas de hoy.
Farafina Soldier, incluido en el disco Mandé, de Pheno.
Cuentan que tras su muerte, unos dicen que ahogado en el río, otros que a consecuencia de una flecha disparada de forma accidental, Sundiata Keita se convirtió en hipopótamo, que es hoy el animal que simboliza a Malí. Difícil saberlo. Lo cierto es que su historia personal y su participación decisiva en la creación del gran imperio de Malí y la elaboración de la Carta de Kurukan Fuga, casi ocho siglos después, siguen siendo inspiración para muchos de los hijos del Mandé.
Para saber más, aquí, en francés, la lección inaugural de la Universidad Gaston Berger de Saint Louis (Senegal) en el año 2009, que fue impartida por el profesor Djibril Tamsir Niane con el título La Carta de Kurukan Fuga, en los orígenes de un pensamiento político en África.
Otra aproximación al tema en este blog. La primera carta de derechos humanos nació en Malí.
Original en : Blogs de El País . África no es un País