Mucho antes de que existieran las fronteras, durante cientos y cientos de años la expansión bantú fue diseminando la semilla africana continente hacia abajo. Las sociedades que se fueron creando eran todas distintas: su propia lengua, sus propias reglas, hasta sus propios rasgos físicos. Pero en todas ellas había algo de Ubuntu, una manera de entender la vida muy ‘made in Africa’ que todavía hoy sobrevive a los países creados y a las nuevas costumbres. En una tierra extensa y múltiple en contrastes Ubuntu es denominador común, es la esencia africana.
Cuando Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente elegido democráticamente en Sudáfrica, su país estaba aún diezmado por los efectos del Apartheid. Era necesario solucionar la hostilidad que todavía reinaba en el ambiente y para ello se creó la Comisión Verdad y Reconciliación. En ella víctimas y verdugos se ponían frente a frente; los primeros para ser escuchados, los segundos para enfrentarse a la verdad, confesar sus acciones y pedir perdón. De este modo, quienes perpetraron unas injusticias tan brutales que llegaron a ser declaradas crímenes contra la humanidad, quedaron impunes acogiéndose a la Ley de Promoción de Unidad Nacional y Reconciliación del nuevo Gobierno sudafricano. No hubo juicios, sólo sinceridad, arrepentimiento y perdón. Así fue como Sudáfrica siguió adelante.
La prioridad no era implantar el castigo, sino recuperar la unidad. Para ello se recurrió al pensamiento Ubuntu, una palabra de la lengua xhosa y zulú que procede de un dicho popular que dice “una persona es una persona a causa de los demás”. Es la esencia de África, que no entiende la vida si no es colectivamente, de tal modo que las partes hacen el todo; las habilidades individuales benefician al conjunto de forma que los miembros del grupo a su vez resultan beneficiados. Ubuntu es lo contrario al individualismo y ante las hostilidades de la vida, tan presentes en el continente olvidado, es también supervivencia.
En Sudáfrica este pensamiento pasó de la palabra a la acción, ante el esfuerzo que cada individuo hizo para poder reconciliarse con la violencia en aras de que todos pudieran vivir en paz. Pero lo cierto es que el Ubuntu no es exclusivamente sudafricano. En Zimbabwe recibe el nombre de Unhu, en Tanzania se le llama Ujamaa, y Obuntu es como se refieren a él en Uganda. Distintas palabras para un mismo modo de entender el mundo que ha sobrevivido a las fronteras impuestas, manteniendo un denominador común africano pese a las particularidades regionales. Así, las diferentes sociedades africanas beben del Ubuntu como si fueran ríos que van a dar al mar.
Original en : ruthaciaafrica