La epopeya de Ali Farka Touré a 10 años de su muerte , por Wiriko

16/03/2016 | Bitácora africana

Autor: Javier Domínguez

Hace diez años murió un agricultor del noroeste de Mali ferviente de sus cultivos de arroz y con la devoción como fundamento del trabajo bien hecho. Un agricultor cualquiera, un músico como pocos. Cosecha y álbumes. Planes de irrigación que prosperan sus áridas tierras y un legado musical que sigue suelto como ese sonido que se escapó un día de su djerkel (guitarra de una sola cuerda) y engatusó a Occidente con el blues del desierto. Hace diez años murió Ali Farka Touré.

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Mis manos son un desastre. Duelen pero cuando comes el arroz se olvida. Yo soy un agricultor”, remarcaba Touré. Las palabras son de 1999 cuando el guitarrista maliense llevaba ya cinco años en silencio tras su último álbum Talking Timbuktu, en colaboración con el guitarrista Ry Cooder. Touré había regresado a su localidad Niafunké, a orillas del río Níger, para protegerse de los reconocimientos liderados por su primer GRAMMY, las giras y las expectativas. Siempre agricultor antes que músico.

“Llevamos todo el equipo por el desierto y la grabación se produjo bajo un sol abrasador o en la noche peleándonos con los mosquitos y las serpientes”, recuerda el productor ejecutivo de World Circuit Records, Nick Gold, en una conversación telefónica con Wiriko. El productor junto al ingeniero de sonido Jerry Boys viajó a Niafunké con un estudio móvil para grabar el quizás disco más fiel del músico. Del esfuerzo salió Niafunké (1999). “Es más auténtico, más real porque se ha grabado donde la música pertenece”, explicaba Ali Farka Touré sobre el álbum.

La conexión con su tierra fue una constante vital en un joven que fascinado por la destreza de Keita Fodeba a la guitarra quiso tantear ese “don otorgado por dios”. A pesar de que su madre era reacia a un oficio que no casaba con su descendencia, el autodidacta Touré destacó en la escena musical de Mali y representó a su país en un festival internacional de artes en Bulgaria en 1968 donde adquirió su primera guitarra.

Ali publicó varios álbumes en Francia pero desconocía, sin embargo, que la casualidad se topaba con el británico DJ Andy Kershaw de Radio 1 de la BBC en una tienda de discos de París. El dependiente le regaló a Kershaw el homónimo Ali Farka Touré que permaneció durante años en el establecimiento sin que nadie se interesara por un trabajo que poco después comenzaría a sonar en la radiofórmula inglesa. Un blues que no llegaba de los Estados Unidos sino de África Occidental.

El sello independiente de Londres World Circuit Records se interesó inmediatamente en su música y Anne Hunt, una de sus fundadoras, viajó a Bamako para intentar firmar al músico que por entonces se encontraba sin discográfica. Ali Farka Touré tocó en el Reino Unido en 1987 por primera vez y sin quererlo se convirtió en estandarte de la música maliense. Desde 1988 hasta su muerte, World Circuit Records lanzó ocho discos del artista y recuperó material de grabaciones anteriores en compilaciones como Radio Mali (1996) y Red & Green (2004).

“Una vez se comienza a hurgar y se familiariza con la música, se disfruta mucho más”, dice Nick Gold que fue el encargado de expandir la música de Touré. Gold junto a personas como Lucy Durán, etnomusicóloga y profesora del SOAS, invitaron a Occidente a escuchar a Mali. Ali Farka Touré allanó el camino a músicos malienses como Toumani Diabaté, Kassé-Mady Diabaté, Oumou Sangaré, Salif Keita, Tinariwen, Bassekou Kouyaté o Fatoumata Diawara, entre otros.

Su hijo, Vieux Farka Touré, también sigue los pasos de ese “hombre sencillo”, como le recordaba en un video grabado para la revista Rolling Stones. Vieux aparecía sentado en una colorida estera bajo un árbol y acompañado de una guitarra en un guiño a aquella estampa en la que su padre explicaba que el blues pertenecía a Mali. Esa escena pertenece al documental de Martin Scorsese “The Blues” Feel Like Going Home en el que el director estadounidense traza un viaje hacia las orillas del Níger en busca de los orígenes africanos del blues.

Su música fluye, los acordes andan desnudos y la belleza se conjura en In The Heart of The Moon (2005) junto a la Kora de Toumani Diabaté. Un trabajo grabado en una habitación del Hotel Mandé de Bamako y por el cual ambos músicos consiguieron el GRAMMY. Pocas semanas después de conseguir el galardón, Ali Farka Touré falleció en su Niafunké debido a cáncer de hueso que le afectaba desde hacía dos años. Savane (2006), su último álbum de estudio, fue ya publicado póstumamente.

Ali Farka Touré era una de esas personas que hablaba como cantaba. Pausado, midiendo las palabras y dejando letras perennes que hablan del trabajo de la tierra y el sacrificio. De educación y tolerancia. Cantó en diversas lenguas como la Sonrai, Peul, Songhai, Bambara o Tamasheck, representando la unión de un Mali muy diverso culturalmente, e invitó a los malienses a trabajar por un mismo objetivo. “Fue el mediador entre el norte y el sur de Mali”, recordaba el escritor y especialista en música maliense, Cherif Keita.

Un icono nacional que aspiraba a lograr de Mali un lugar para “la ilustración de islam, para un islam pacífico”, como explicaba Keita. Sin embargo y años después de su muerte, Niafunké se vio sumida al sonido de los kalasnikovs y enmudeció para verse obligada a cumplir una sharia impuesta por los extremistas que ocuparon la región del norte del país. La música de Ali se dejaba de escuchar en su Niafunké aunque Mali siguió luchando. Siguió tocando y hoy está libre.

“Van a poner una calle con su nombre e incluso han preparado un torneo de fútbol en su honor”, dijo Nick Gold antes de poner rumbo a Bamako. En la capital de Mali se organizó ayer un concierto en memoria del músico donde actuaron su hijo Vieux Farka Touré y Bassekou Kouyaté. Vieux, que se encuentra actualmente de gira por la península ibérica, es contundente con como la indústria de las músicas del mundo trató a su padre. “Lo estafaron aprovechándose de que no tenía formación, y no quería que yo pasara por lo mismo“, explica argumentando por qué su padre se oponía a que el hijo se dedicara a la música.

La semana pasada, el Museo Nacional de Bamako rendía homenaje al icono de la música maliense con una exposición fotográfica. Ni Mali ni el mundo podrá jamás agradecer suficientemente a ese humilde agricultor que cultivó, a orillas del Níger, la historia sonora y la unidad de uno de los países culturalmente más fructíferos de África y del mundo.

¡Gracias maestro!

Ali Farka Touré – ‘Diaraby’ live on BBC Later…with Jools Holland

Original en : Wiriko

Autor

  • “Wiriko” es una palabra perteneciente a la familia de las lenguas bantúes cuyo significado hace referencia a la idea de estar despierto. En este sentido, pretendemos despertar conciencias y romper con los tópicos y estereotipos que envuelven al continente africano en lo que a manifestaciones sociales y culturales se refiere. Wiriko está en pie y con los ojos bien abiertos, atentos a todo lo que acontece en torno a las sociedades africanas contemporáneas. Muchas veces, bebiendo e inspirándonos de los frutos del pasado, y otras, escuchando los ecos en la diáspora, pero siempre, volviendo la mirada a nuestros pies, enraizados en esta tierra que tanto tiene que decir y enseñar. www.wiriko.org

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