La demanda de operaciones de fístula gratuitas aumenta y cada vez más adolescentes keniatas pueden reinsertarse en la comunidad

5/12/2013 | Crónicas y reportajes

Cada vez hay más adolescentes y mujeres que padecen fístula obstétrica que pueden recuperar sus vidas y reintegrarse en sus comunidades gracias a una operación correctiva gratuita realizada en el hospital público más grande de Kenia. Menos del 10% de las mujeres que padecen fístula en Kenia tienen acceso al sistema sanitario. Los cirujanos y los miembros de las fundaciones involucrados en este programa de operaciones gratuitas atribuyen el incremento de pacientes a que tanto la incidencia de esta lesión como la sensibilización han aumentado.

Anne Akinyi tenía 15 años cuando se quedó embarazada. Tras el fallecimiento de sus padres y la boda de su hermana mayor, Akinyi vivía sola y estudiaba en un colegio de primaria en Kisumu, un pueblo portuario al suroeste de Kenia. Cuando se puso de parto, una vecina anciana que decía ser una comadrona tradicional fue a atenderla. Akinyi recuerda que la mujer, rolliza y de piel oscura, que solía pasear por el barrio con cestas de hierbas medicinales, le dijo que cerrara las piernas con fuerza cada vez que sintiera los dolores del parto. Akinyi cuenta que el dolor desapareció en una hora. Entonces, la mujer le dijo que se fuera a dormir.

A la mañana siguiente tenía todo el cuerpo hinchado y su vientre se había vuelto negro. La anciana aseguró que no había nada por lo que preocuparse, y siguió así durante tres días. Al cuarto día, la mujer le ofreció un brebaje de hierbas que supuestamente provocaría el parto. Funcionó. Akinyi empujó y dio a luz a mellizos, pero para entonces ya habían fallecido. Cuando nacieron los bebés sin vida, la chica huyó rápidamente por miedo a que le acusaran de sus muertes, según cuenta Akinyi. La joven no tenía ni idea de qué hacer. Poco después se dio cuenta de que no podía controlar el vientre, ni la orina ni las deposiciones. Una semana más tarde fue al hospital y le diagnosticaron fístula obstétrica.

Una fístula es un conducto anormal que se forma entre la vejiga y la vagina ó, como en el caso de Akinyi, entre el recto y la vagina. La causa principal de esta lesión es la obstrucción del parto, según afirman los médicos del Hospital Nacional Kenyatta en la capital, Nairobi, y que es el hospital público más grande de Kenia. Akinyi cuenta que se sometió a bastantes operaciones en un hospital local en Kisumu, pero no se curó. Igual que a muchas pacientes que sufren fístula, esta condición hizo que quedara al margen de la sociedad. «No podía volver a ir al colegio, al mercado o a la iglesia por el hedor que transmitía. Utilizaba trozos de ropa viejos para absorber la orina y los cambiaba a menudo para limpiarlos».

Akinyi, que ahora tiene 23 años, vivió así durante seis años. Se resignó a que nunca tendría hijos ni se casaría, pero entonces se enteró de que existía la oportunidad de someterse a una operación gratuita en el Hospital Nacional Kenyatta. Akinyi fue una de las 113 mujeres que se operaron entre junio y julio de 2013 durante el campamento de fístula anual de la clínica, con el que se pretende aumentar la sensibilización sobre esta condición. Se sorprendió por la cantidad de mujeres que admitían padecer la misma lesión. «Creía que estaba sola, nunca había oído hablar sobre esta lesión y nunca le conté a nadie que yo la tenía», comparte.
En el momento en el que escuchó el anuncio del hospital en la radio, en el que se animaba a las mujeres con esta lesión a acudir para recibir el tratamiento adecuado y de forma gratuita, supo que era su oportunidad para recuperar su salud y su vida. Pidió dinero prestado a un vecino y recorrió 350 kilómetros hasta Nairobi. Dos semanas después de la operación, Akinyi podía controlar el vientre con normalidad. Los médicos le dijeron que podría tener hijos en el futuro, aunque su experiencia ha difuminado este deseo. Tras años de soledad, lo que más ilusión le hace es poder llevar una vida normal de nuevo. «Quiero volver a empezar, volver al colegio, hacer amigos nuevos e ir la iglesia», cuenta, «he echado mucho de menos poder ir a misa».

Cada vez más adolescentes y mujeres que padecen fístula obstétrica solicitan operaciones gratuitas en la clínica del Hospital Nacional Kenyatta, el único centro sanitario importante que ofrece esta oportunidad todo el año. Las que ya se han beneficiado de ella afirman que el hecho de saber que otras mujeres también padecen esta lesión y que se han curado hace posible su reinserción en la comunidad y que recuperen sus vidas. Los cirujanos atribuyen el aumento de pacientes a que la incidencia de la lesión es mayor, debido a cuestiones como el embarazo prematuro o a los partos fuera de hospitales. Los patrocinadores de esta iniciativa defienden las campañas de concienciación, como el campamento anual, que ofrecen información sobre esta lesión a las mujeres y les animan a superar la estigmatización y que busquen ayuda. Además, el hecho de que las operaciones sean gratis las hace más accesibles.

El 18% de las mujeres en Kenia se quedan embarazadas entre los 13 y los 18 años, de acuerdo con un estudio sobre salud y demografía entre los años 2008 y 2009 (Kenya Demographic and Health Survey 2008-09). Las chicas adolescentes se encuentran en una posición de alto riesgo de padecer la lesión a la hora de dar a luz porque sus cuerpos no están desarrollados completamente, como afirma el doctor Weston Khisa, uno de los cirujanos de fístula del Hospital Nacional Kenyatta. Tal y como se expone en un estudio de 2011 de la Campaña para eliminar la fístula, una iniciativa global promovida por el Fondo de Población de las Naciones Unida y otros socios, cada año se producen 3.000 casos nuevos de fístula en Kenia. No obstante, solo un 7% puede acceder al sistema sanitario. Khisa estima que el número de casos nuevos será de unos 1.000 al año. Como la mayoría de las pacientes no reciben el tratamiento hasta pasados unos años de la lesión, es difícil determinar qué porcentaje de mujeres contraen fístula siendo adolescentes. «La mayoría de ellas se acostumbra a vivir con esta nueva condición y se apartan de la sociedad», relata.

Mary Wairimu

Global Press Journal

Traducido por Ana María Peña Rubio

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