En el texto de la Jornada Mundial de la Paz, el 1 de enero de 2021, bajo el tema: “La cultura del cuidado como camino de paz”, el papa Francisco señala que el año 2020 se caracterizó “por la gran crisis sanitaria de la COVID-19, que se ha convertido en un fenómeno multisectorial y mundial, que agrava las crisis fuertemente interrelacionadas, como la climática, alimentaria, económica y migratoria, y causa grandes sufrimientos y penurias”.
Recordando a las personas que han perdido a seres queridos y el trabajo y rindiendo homenaje a aquellos sectores de la sociedad que se han esforzado por aliviar el sufrimiento de los enfermos, Francisco expone que “es doloroso constatar que, lamentablemente, junto a numerosos testimonios de caridad y solidaridad, están cobrando un nuevo impulso diversas formas de nacionalismo, racismo, capitalismo, xenofobia e incluso guerras y conflictos que siembran muerte y destrucción”.
Es un escándalo que los grandes empresarios y gobernantes hayan aumentado su fortuna más de un 25 %, durante la crisis. (Amazon, de marzo a junio 2020, aumentó su fortuna en 48.000 millones de euros. Zoom la aumentó en 40.000 millones de euros y Microsoft aumentó la suya en 14.000 millones de euros).
La cultura del cuidado
Después, explica que ha elegido el tema de este mensaje: “La cultura del cuidado como camino de paz” como una propuesta “para erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo, del saqueo y de la confrontación, que suele prevalecer hoy en día”.
La ‘gramática’ del cuidado: la promoción de la dignidad de todo ser humano, la solidaridad con los pobres y los indefensos, la preocupación por el bien común y la salvaguardia de la creación, son los principios éticos de la DSI.
“En una época dominada por la cultura del descarte, frente al agravamiento de las desigualdades dentro de las naciones y entre ellas, quisiera por tanto invitar a los responsables de las organizaciones internacionales y de los gobiernos, del sector económico y del científico, de la comunicación social y de las instituciones educativas, a tomar en mano la ‘brújula’ de los principios anteriormente mencionados, para dar un rumbo común al proceso de globalización, un rumbo realmente humano”.
La promoción de la cultura del cuidado “requiere un proceso educativo” y la brújula de los principios sociales “se plantea con esta finalidad, como un instrumento fiable para diferentes contextos relacionados entre sí”.
Al respecto, ofrece algunos ejemplos, indicando que la educación para el cuidado “nace en la familia, núcleo natural y fundamental de la sociedad, donde se aprende a vivir en relación y en respeto mutuo. Sin embargo, es necesario poner a la familia en condiciones de cumplir esta tarea vital e indispensable”.
En colaboración con la familia, se encuentran la escuela y la universidad: “llamados a transmitir un sistema de valores basado en el reconocimiento de la dignidad de cada persona, de cada comunidad lingüística, étnica y religiosa, de cada pueblo y de los derechos fundamentales que derivan de estos”.
Asimismo, las religiones en general, y los líderes religiosos en particular, “pueden desempeñar un papel insustituible en la transmisión a los fieles y a la sociedad de los valores de la solidaridad, el respeto a las diferencias, la acogida y el cuidado de los hermanos y hermanas más frágiles”.
Finalmente, anima de nuevo a todos los “comprometidos al servicio de las poblaciones, en las organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales” y a los que “trabajan en el campo de la educación y la investigación” a lograr “el objetivo de una educación ‘más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión’”.
No hay paz sin la cultura del cuidado.
Francisco sostiene que la cultura del cuidado “es un camino privilegiado para construir la paz”. En este tiempo, “en el que la barca de la humanidad, sacudida por la tempestad de la crisis, avanza con dificultad en busca de un horizonte más tranquilo y sereno, el timón de la dignidad de la persona humana y la ‘brújula’ de los principios sociales fundamentales pueden permitirnos navegar con un rumbo seguro y común”.
“No cedamos a la tentación de desinteresarnos de los demás, especialmente de los más débiles; no nos acostumbremos a desviar la mirada, sino comprometámonos cada día concretamente para formar una comunidad compuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros”.
La cultura del cuidado mutuo es la mejor vacuna para el corazón humano, para el bienestar social y para la paz.
El Equipo de África Fundación Sur os desea a todas las personas que colaboráis con nuestra Misión Africanista, Salud e Ilusión durante el nuevo año 2021.