Accionistas en la industria del libro están de acuerdo en que Kenia sufre una pobre cultura lectora, y que esa situación debería ser corregida. Una de las áreas que los editores han señalado en el pasado es el controvertido 16 % de IVA que el gobierno impone sobre los libros. Un editor keniano piensa algo diferente.
«El problema es mucho más profundo que eso», dice Matunda Nyanchama, fundador de Nsemia Inc. Publishers, la editorial que está detrás de los escritores Stanley Gazemba, Moraa Gitaa y Christopher Okemwa, todos los cuales han ganado importantes premios literarios en el país. «Nuestro gobierno parece desconocer que la forma en que contamos nuestras historias nos identifica», y añade. «Tenemos un problema en entender el conocimiento como cultura. Utilizo la publicación de libros para decir a los kenianos que Estados Unidos es políticamente poderoso, pero el viaje comenzó aprovechando la cultura y cercándola con fines de ganancia económica”.
Su interés por archivar conocimientos floreció en la Universidad de Nairobi, donde había ido en 1978 para un curso de Ingeniería eléctrica. Él dice: «La Universidad me sedujo hacia la cultura. Conocí amigos como Stella Awinja Muka, una estudiante de Ingeniería eléctrica como yo, que más tarde se hizo un nombre en los círculos literarios de Kenia, y Simon Gikandi, crítico literario keniano con sede en Estados Unidos». Matunda recuerda que la universidad era entonces un centro cultural muy vibrante. Dice que los estudiantes como él tenían una cultura de lectura bien desarrollada, lo que les motivaba a leer novelas, obras de teatro y poesía, a pesar de que su área estaba en las ciencias. Dice que el gobierno necesita darse cuenta de que tiene la enorme responsabilidad de hacer que su población ame los libros, como lo hizo en los años setenta y ochenta.
Sin embargo, señala que la responsabilidad no debe dejarse solo al gobierno, ya que los kenianos deben también tomar su propia decisión de leer. Él postula que, incluso si los libros fueran gratis, todavía es discutible si todos los Kenyanos escogerían libros y los leerían. «Cuando finalmente fui en 1987 a realizar los estudios del máster en Canadá”, dice el ex vicepresidente de la Comunidad de Kenia en el Extranjero (KCA), «descubrí cómo la cultura del libro impregna la sociedad occidental y su pensamiento. Vi lo madura que es la industria editorial de Canadá. La industria está también fuertemente apoyada por filántropos y por el gobierno”.
Matunda comenta que en Canadá el sistema de bibliotecas está tan bien desarrollado que una pequeña ciudad como Kisumu tendría más de diez bibliotecas. Añade que la mayoría de las librerías de Occidente funcionan como bibliotecas y que uno puede sentarse y leer en una librería. Él observa que los editores son también más transparentes que en Kenia en la manera en que tratan con autores. Piensa que si el gobierno quiere iluminar a los kenianos acerca de los libros como cultura, entonces debe adoptar el mismo enfoque que tomó para asegurar que la telefonía móvil se extendiera a las aldeas y áreas marginadas y que fue responsable de la rápida penetración de telefonía móvil en el país. «Durante mi mandato como vicepresidente de la KCA», recuerda, «fuimos a los centros de administración de Kenia y dijimos que el servicio de telecomunicaciones como estímulo económico necesitaba ser extendido a las áreas marginadas del país a través de un fondo especial. Esta opinión fue incorporada a la nueva constitución, y actualmente el gobierno subsidia a las compañías de telefonía móvil para que difundan sus servicios a las zonas marginadas a través del Fondo de Acceso Universal (UAF). Creo que la misma idea necesita ser probada cuando se trata de libros y cultura de lectura en este país. ¿Por qué sería imposible conseguir un fondo especial para subvencionar a los editores para que difundan sus libros a lo largo y ancho del país?» Añade que tales medidas han sido tomadas en otras partes del mundo y, aunque nuestras circunstancias pueden ser ligeramente diferentes, no significa que no se puedan tomar medidas similares en Kenia.
Pero ¿cómo exactamente se convirtió Matunda en editor?
“En alguna ocasión en 2008″, explica, «Moraa Gitaa se acercó a mí con un manuscrito que había estado presentando a editores kenianos durante cinco años. Traté con editores canadienses. Dijeron que era una historia magnífica, pero los lectores canadienses no pudieron identificarse con ella. Así que decidí comenzar una editorial y publicar el libro. Se convirtió en la primera novela conocida de Gitaa, Crucible for Silver & Furnace for Gold. Nunca hemos parado”.
En estos días Nsemia publica en todo el mundo. Aparte de numerosos títulos galardonados de Kenia, la estantería de Matunda contiene Till l m laid to rest, (2009) por un jamaicano; The trial of the Gods (2009), de Botswana; y Love poems, del egipcio Arif Khudairi (2011). «Publicamos contenido auténtico», dice. «Nuestra filosofía editorial gira en torno a la construcción de una situación real de la cultural». Los kenianos se obsesionan con América porque la situación real de la cultura de ese país ocupa nuestra mente. Nsemia ata la propiedad intelectual relacionada con la producción cultural, y usa esos vínculos para beneficiar a nuestra gente”.
El ingeniero eléctrico lamenta que a menudo reciben «manuscritos horribles», y a veces se ven obligados a cobrar a los autores una tarifa de edición. Exhorta a los posibles escritores a aprender el arte de la paciencia cuando se trata de una buena escritura. Comenta que, a diferencia de Occidente, donde los mitos tradicionales están casi agotados, África todavía tiene muchos mitos alrededor de los cuales puede estructurar la producción literaria. Matunda piensa que Occidente llega a África, roba mitos africanos, crea series de películas alrededor de estos mitos, y luego los patenta. Esto, dice él, nunca sucedería si los autores kenianos investigaran sus propios mitos y los publicaran en forma de libro. En ese caso, los visitantes estarían sujetos a las leyes de patentes de Kenia. Añade que el gobierno debe favorecer la industria editorial de la misma manera que lo hace con la telefonía móvil a través del Fondo de Acceso Universal. «Sin embargo, los editores tenemos que hacer más en desmitificar el proceso de publicación para que el autor pueda entender lo que realmente sucede», acepta. «Tal vez necesitamos un poco más de transparencia para fortalecer la confianza entre nuestros autores, que también deben aprender el arte de la paciencia. Lo más importante, debemos equilibrar entre el simple despliegue de libros para el programa escolar y la publicación para el objetivo más amplio de contribuir a la cultura keniana”.
Matunda, que compitió por el puesto de gobernador del condado de Nyamira en 2013, dice que la cultura del libro es la única manera de enseñar a los kenianos a elegir buenos líderes en el futuro. Nunca olvidará ese año. «Investigué lo que mi Condado de Nyamira necesitaba realmente “, explica. He hecho campaña. Después del culto de un sábado, me sorprendió que la gente viniera y dejara, al darme la mano, minúsculos papeles en mis manos. Mire y vi que eran números de teléfono móvil. Mi agente me susurró que los votantes querían dinero. Me quedé anonadado.
Abenea Ndago
* Ndago Abenea es un escritor keniata.
Fuente: African Writer
[Fundación Sur]
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