La COP 21 vista desde Burkina Faso – «Todo está unido – 2/21» – Agricultura, por Maurice Oudet

14/12/2015 | Bitácora africana

¿La agricultura es problema o solución?

monsanto_burkina.jpg

Hace ocho días, publicaba la primera carta de la serie «Todo está unido», con relación a la COP21. Dos días más tarde, recibía una nota de prensa de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) con el título: «La FAO recomienda atacar juntos el problema del hambre y del cambio climático». En ese comunicado, M. Graziano da Silva, Director General de la FAO, señala que muchos de los problemas – el cambio climático, la escasez de agua, la escasez de energía, la salud mundial, la independencia de las mujeres y la seguridad alimentaria – están íntimamente unidos. Y hubiese podido ampliar esta lista con: alimentación, hambre, pobreza, migración y agricultura.

Pero la pregunta sigue en pié: ¿la agricultura es parte del problema o de la solución?

¡Todo está unido! Cierto, pero es importante distinguir bien los diferentes elementos para situarlos de modo correcto los unos en relación con los otros.

Un excelente artículo de la ONG Grain, puede ayudarnos; sitúa correctamente la agricultura y lleva por título:

Alimentación y cambio climático: el eslabón olvidado.

En este artículo leemos: «La mayoría de los estudios consideran que la parte de las emisiones agrícolas, es decir: las emisiones producidas en el campo, se sitúa entre el 11 y el 15% del total de las emisiones. Sin embargo, lo que a menudo no se dice, es que la mayoría de estas emisiones provienen de prácticas de agricultura industrial basada en el uso de fertilizantes químicos (nitrógeno) y de la maquinaría pesada que funciona con petróleo, y de criaderos industriales que emiten enormes cantidades de metano».

La ecuación alimentación / clima hunde sus raíces en la tierra. El desarrollo, en el siglo pasado, de prácticas agrícolas no sostenibles dio lugar a la destrucción del 30 al 75% de la materia orgánica en las tierras de cultivo, y del 50% de la materia orgánica en los pastos y prados. Esta pérdida masiva de materia orgánica es responsable del 25 al 40% del excedente actual de CO2 en la atmósfera de la tierra. (Vía Campesina)

La agricultura industrial, química, y la revolución verde son, por tanto, parte integrante del problema.

La buena noticia es, sin embargo, que el CO2 que enviamos a la atmósfera puede volver al suelo, simplemente volviendo a las prácticas que, desde generaciones, los pequeños agricultores utilizan. Si se aplicasen políticas e incentivos apropiados en todo el mundo, el equilibrio de la materia orgánica del suelo se podría restaurar a los niveles de la agricultura preindustrial en un plazo de 50 años; más o menos el tiempo que el agricultura industrial llevó en reducirlos. Esto permitiría eliminar entre el 24 y el 30% de las actuales emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. (Cita de un artículo de la Vía Campesina: Soberanía alimentaria: 5 pasos para enfriar el planeta y alimentar a su población).

¡La buena noticia es, por tanto, que la agricultura puede ser parte de la solución!

¡Hay que escoger! Es lo que nos dice exactamente Hans Herren en una entrevista publicada en la edición nº 126 del «Desafío Sur», en «S.O.S. HAMBRE»

«Dado que la agricultura es responsable de casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero, ¿por qué no utilizarla como solución al problema? Se podría muy bien reducir la masa de carbono del aire y volverlo a la tierra. Esta agricultura biológica, llamada regeneradora, podría, no sólo restaurar la fertilidad del suelo y frenar el cambio climático absorbiendo las emisiones originadas por la agricultura, sino, más aún, absorber, una vez y media, la cantidad emitida por el resto…. Aumentando la cantidad de carbono en el suelo, se aumenta: la retención de agua, la fertilidad y la regulación de la temperatura».

¿Por qué esta lógica, demostrada científicamente varias veces, no se reconoce como la prioridad número 1? ¿Por qué es poco probable que sea reconocida por la COP21? Pregúntenlo, entre otros, a los responsables de la firma Monsanto.

A escala mundial, cerca de 650.000 toneladas de productos a base de glifosato se utilizaron en 2011. Lo que permite sembrar 15 millones de hectáreas de semillas «Roundup Ready» (semilla resistente al glifosato). Y su utilización no cesa de aumentar. Un analista industrial predice que, en todo el mundo, la utilización de glifosato podría duplicarse para el año 2017. ¿Quién puede pensar que eso no destruye nuestro planeta, nuestra «casa común»?

¡No me cabe la menor duda que Monsanto ha enviado, directa o indirectamente, a la COP 21 más expertos que Malí, Burkina Faso y Níger juntos!

Termino con la conclusión del no. 126 de «Desafío Sur», de Philippe Baret:

«La agricultura industrial es altamente responsable del desarreglo del clima… En este nuevo contexto, las agriculturas campesinas recuperan su relevancia. De hecho, desde siempre integran principios de reacción para hacer frente a las perturbaciones… Esas agriculturas campesinas, mayoritariamente del sur, son consideradas como las primeras víctimas del cambio climático. Sin embargo, esta condición de víctimas no debe ocultar su potencial como fuente de innovación técnica, social y organizativa capaz de dar respuesta a los retos de nuestro siglo. Apoyar la agricultura campesina, es invertir en soluciones realistas y coherentes para el clima y los equilibrios planetarios».

Es la hora de elegir y de ser coherente, sobre todo cuando se habla de la necesidad de investir en la agricultura. Este será el tema de una próxima carta.

Seguimos invitándoles a que visiten www.koudougou-la-belle.org

[Con la Colaboración y Traducción de Gontxalo Bonilla]

(Fundación Sur)

Autor

  • Nacido en 1944, trabajó como cooperante en Alto Volta (Actual Burkina Fasso en 1966-67 . Ordenado sacerdote en 1971 , es Misionero de África. Nombrado en Burkina Fasso en 1972. Presidente del SEDELAN . Servicio de ediciónn lenguas nacionales de Burkina Faso

    Este servicio nació en 1997 por iniciativa del P. Maurice OUDET, para dar una respuesta a las necesidades de información y de formación del mundo rural.
    Su sede se encuentra en el edificio de la Comunidad de los Misioneros de África en Kudugu.

Más artículos de Oudet, Mauricio