El mercado del cacahuete, en otra época uno de los principales productos del país, está siendo sacudido por la competencia de China e India. Las dos potencias asiáticas ofrecen a los campesinos un precio de compra mejor que el propuesto por Dakar, con la consecuencia de que la producción sale de Senegal y la industria local de transformación se encuentra casi paralizada. El semanario ‘Jeune Afrique’ presenta la situación del mercado del maní en un reportaje titulado “El nuevo oro del campesino senegalés gracias a los chinos”.
Sidy Bâ, secretario general del Marco de Concertación de Productores de Maní (CCPA) confirmó que “el precio establecido por el estado de 190 francos CFA por kilo (unos 0,289 euros) no cubre ni siquiera el costo de producción de unos 192 francos, mientras los nuevos agentes del sector proponen 210 francos (0,32 euros): es una óptima cosa para nosotros”.
Después del pescado, el cacahuete es el segundo producto de de exportación y ocupa el 40% de las tierras cultivables del país. En épocas recientes proporcionaba el 60% de los puestos de empleo de los senegaleses. La cosecha de la campaña actual debería alcanzar niveles récord –unas 700.000 toneladas– gracias a lluvias regulares. En los años anteriores las cantidades producidas eran inferiores y los campesinos con frecuencia se veían obligados a vender su propia producción a menos del costo para cubrir los gastos en que incurrieron.
Hasta el año 2000 la producción de cacahuetes introducida por la colonización francesa, había sido manejada por el estado. Luego el mercado fue liberalizado durante la presidencia de Abdoulaye Wade. Desde hace una decena de años una parte cada vez mayor de la materia prima se vende a compradores extranjeros que limpian el maní antes de exportarlo a China, Rusia, Filipinas y Malasia. Antes la producción era transformada localmente en aceite destinado al mercado local y mundial. Hoy, “como resultado de 12 años de políticas liberistas la mayor parte de las industrias de transformación del cacahuete se encuentran cerradas, con graves consecuencias en términos de desocupación. En otro tiempo era el estado el que administraba el sector y hacía de intermediario entre los productores y el mercado internacional”, dijo a la MISNA Seydi Gassama, director de Amnesty Senegal y experto en cuestiones agrarias. La producción pasó de un nivel industrial a doméstico “por medio de procesos de transformación altamente contaminantes que producen aceites de escasa calidad, peligrosos para la salud humana”, agregó.
Como consecuencia de la competencia de los compradores extranjeros, escasea la materia prima destinada a las empresas locales: el gobierno del presidente Macky Sall, que sumió en abril del 2012, decidió cerrar temporalmente las fronteras a la exportación de las semillas para proteger la industria de transformación local.
(MISNA 22 marzo 2013)