En un momento u otro, es probable que los involucrados en la sangrienta crisis política de Burundi se reúnan alrededor de una mesa en Arusha, Tanzania, para encontrar un acuerdo político.
Arusha, ciudad cosmopolita en el norte de Tanzania, es el lugar tradicional de las negociaciones para resolver algunos de los más difíciles conflictos de resolver en el este de África. Es en Arusha donde el gobierno de Burundi y el CNARED (Consejo Nacional para el respeto del Acuerdo de Arusha y el Estado de Derecho en Burundi), la plataforma de la oposición, se reunieron la semana pasada para participar en las negociaciones bajo la supervisión de la Unión Africana (UA) y la Comunidad del África Oriental (CAO), pero el gobierno retiró a sus representantes, en el proceso de negociación, sobre la base de que no podían sentarse juntos «criminales» y «terroristas”. Estos contratiempos no son nada nuevo. Después de todo, el objetivo de la mediación es reunir a personas que se odian entre sí. Me tomó un año negociar el acuerdo de Arusha, que puso fin a la guerra civil en Ruanda; el proceso de negociación del Acuerdo de Arusha para la Paz y la Reconciliación en Burundi (el documento que el actual gobierno saboteó, según CNARED) duró dos años.
¿Y para Sudán del Sur, quién sabe cuánto tiempo le llevó negociar el acuerdo de paz firmado en Arusha el año pasado antes de ser rechazado de inmediato por ambos lados?
¿Porque Arusha?
Arusha es un poco esquizofrénica. Atrae a hordas de turistas deseosos de visitar el Parque Nacional del Serengueti, el Ngorongoro y el Monte Kilimanjaro. Pero además de a mochileros con sandalias y a otros vestidos de camuflaje (rara vez van bien vestidos), dan la bienvenida a hombres y mujeres en trajes sastre y que representan la otra cara de Arusha, la de la encrucijada diplomática regional.
ES en esta ciudad donde tienen su sede el CAD, la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, y la división del mecanismo para los Tribunales penales internacionales (MICT). Hace dos años que aún el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, que juzgó a los responsables del genocidio de 1994, tenía su base en Arusha.
IRIN
Fundación Sur