El hecho de que África se vea relativamente menos afectada en términos de salud por la crisis de la covid-19 es una evidencia empírica. Pero hay una consecuencia de la crisis sanitario-económica en África que no debe escapar a nadie: el aumento de la pobreza. En esto, la crisis ha sido tanto una revelación como un aumento del nivel de empobrecimiento de las masas. Las medidas de restricción de libertades como parte de la lucha contra la pandemia empujarán a entre 40 y 60 millones de personas más a la pobreza extrema (que viven con menos de 1,90 dólares al día). ¿Por qué diablos es tan difícil devolver la pobreza extrema a los lechos de la historia en África?
Frente a la pobreza, la comunidad internacional no se ha quedado de brazos cruzados. Desde mediados de la década de 1980 han florecido muchos programas de Estados y organizaciones internacionales para luchar contra la pobreza. Los países ricos han transferido más de 1 billón de dólares al continente africano en 50 años en forma de asistencia para el desarrollo. A pesar del «dinero loco» comprometido, las tasas de pobreza en varios países africanos siguen siendo de dos dígitos y son las más altas del mundo. El número de personas pobres en África pasó de 278 millones en 1990 a 413 millones en 2015. El ingreso real per cápita ha aumentado solamente 1,7 desde 1990 (¡desde hace 30 años!). Una de dos cosas: o el razonamiento lineal que consiste en transferir recursos (muchas veces financieros) de países ricos a países pobres no se ha llevado al extremo para resolver el problema de la pobreza, o la causa del mal es endógena. Admito que me seduce el segundo diagnóstico porque el primero se asemeja a la situación de los médicos de Molière repitiendo: «El pulmón, os digo yo, el pulmón».
Quiero decir aquí que, en realidad, no hay pobres, solo hay ecosistemas pobres. La prueba la dan los jóvenes africanos que atraviesan el Mediterráneo para llegar a Europa. Estos jóvenes, considerados pobres en su país de origen, logran conseguir una mejor vida en Europa hasta el punto de realizar transferencias de dinero a su país de origen. La pobreza, como tal, no es una situación de escasez objetiva, sino más bien una ausencia de condiciones y bases específicas. Es el resultado del hecho de que las economías africanas no producen capital. El capital es un concepto intangible que toma forma a través de un sistema formal de derechos de propiedad. Sin embargo, en la mayoría de los países africanos, no existe un sistema eficaz y accesible de derechos de propiedad.
Según el grupo de expertos The Heritage Foundation, de los 50 países con las calificaciones más bajas en derechos de propiedad, más de la mitad están en África. En las zonas rurales de África occidental, menos del 10 % de las tierras están registradas.
En ausencia de derechos de propiedad, las personas no pueden utilizar sus activos como capital productivo, por ejemplo, como garantía de un préstamo bancario para establecer una empresa. Los activos de la mayoría de los africanos constituyen lo que el economista Hernando De Soto llama “capital muerto”. En 2000, De Soto señaló que el valor del “capital muerto” mantenido en forma de bienes inmobiliarios es de 580.000 millones de dólares. ¡Cuánto capital improductivo! El milagro ruandés, mencionado a menudo, comenzó en 2003 con reformas destinadas a definir y proteger los derechos de propiedad con una simplificación de los procedimientos para establecer una empresa. Como resultado, Ruanda se ha convertido en el país 38º más fácil del mundo para hacer negocios.
Los que llamamos «pobres» son personas que tienen capital en forma no productiva y constituyen un ejército de reserva de empresarios. La base del capitalismo radica en la existencia de un sistema legal de propiedad (por lo tanto, un estado de derecho). Los rendimientos marginales de las políticas económicas en África (nacionalizaciones, moneda con un régimen de tipo de cambio fijo o flexible, privatizaciones) seguirán disminuyendo desesperadamente mientras no exista en los países africanos un régimen de propiedad eficiente y accesible. La falta de un sistema de propiedad legal es el caldo de cultivo de la pobreza en África.
Sophonie Jed Koboude @koboude
Fuente: L’Afrique des Idées
[Traducción, Jesús Esteibarlanda]
[Fundación Sur]
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