Somalia, devastada por la guerra, se encuentra de nuevo inmersa en una crisis alimentaria aguda y los barrios de la capital, Mogadiscio, están a punto de morir de hambre, advirtió la ONU ayer 7 de julio.
Un comunicado de la Unión de Análisis de la seguridad alimentaria y nutrición de las Naciones Unidas (FSNAU) advierte que se espera que esta crisis empeore en Somalia durante los próximos meses debido a la escasez de precipitaciones durante la temporada principal de lluvias, a la restricción del acceso y la ayuda humanitaria, a la guerra y al aumento de los precios de los alimentos.
Hace tres años, más de 250.000 personas, la mitad de las cuales eran niños, murieron de hambre en Somalia.
En Mogadiscio, la ONU estima que la crisis se va a desarrollar y a alcanzar, rápidamente, el nivel de «emergencia» un nivel anterior al de “hambruna” en la escala de clasificación.
Según la ONU, miles de personas, desplazadas por los combates, viven en chozas miserables de la capital donde los insurgentes islamistas de Shebab, vinculados a al-Qaeda, realizan habitualmente ataques contra el débil gobierno somalí bajo la permisión internacional. Entre estos civiles desplazados, «la tasa de malnutrición es aguda y la mortalidad supera los umbrales de emergencia», dice la ONU. En todo el país, más de 200.000 niños menores de cinco años padecen “desnutrición severa” y necesitan «atención urgente».
Además de la capital, los habitantes de la Somalia meridional y central, las regiones de Bakool, Gedo, du Moyen-Juba, de Hiran y del Bajo Shabelle se ven gravemente afectadas por el hambre, según FSNAU.
La situación se ve agravada por el alza de precios de los cereales, que han experimentado un aumento de hasta el 60% en algunas áreas desde marzo.
Somalia fue el país más afectado por la sequía extrema de 2011, que afectó a más de 13 millones de personas en el Cuerno de África. El sur del país, que sufrió los enfrentamientos, fue la zona más afectada.
Shebab ha abandonado, uno a uno, casi todos sus bastiones en el sur y en el centro desde que fueron expulsados de Mogadiscio en agosto de 2011. No obstante, siguen controlando amplias zonas rurales y frente a la superioridad militar de la fuerza de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) un contingente de 22.000 soldados africanos, financiados y entrenados por los Estados Unidos y la Unión Europea, han abandonado el combate convencional por la guerrilla y los atentados terroristas, especialmente en Mogadiscio.
La AMISOM lanzó una nueva ofensiva contra los bastiones de Shabaab en marzo. Pero los insurgentes sufrieron pocas bajas.
[Fuente: afriqueexpansion.com-Fundación Sur]