La bisagra egipcia, por Rafael Muñoz Abad -Centro de Estudios Africanos de la ULL

15/07/2013 | Bitácora africana

Cualificados y formados en lo intelectual es como describe Chaim Herzog en su obra, La guerra del Yom Kippur, a los mandos egipcios capturados por los israelíes tras la finalización del conflicto árabe-judío. El ejército egipcio, el más numeroso de los estados árabes y durante años dique contra el islamismo, es casi un estado dentro del propio Egipto. Con un pasado socialista profundamente descalificado por sus oficiales, la entidad es continuamente nutrida por los contratos militares firmados con la Casa blanca.

El mediático derrocamiento del faraón Mubarak supuso el fin de un títere político que ya estaba más que amortizado por el binomio EEUU-Israel. Líder granítico y apuntalado por los fuertes intereses de Washington en la zona, que oportuna y vilmente, no dudó un ápice a la hora de alabar las revueltas de aquella elucubración bautizada como primavera árabe. ¿Doctrina más que motivo?: la esperanza de colocar un nuevo Mubarak que les asegurarse otros treinta años de paz en el Sinaí.

Morsi, presidente legítimo, no lo olvidemos, está respaldado por los Hermanos musulmanes. Alternancia “política” que son cualquier cosa menos una opción aceptable en base a que ya desde su nacimiento a inicios del siglo pasado, dejaron claro que su discurso no va más allá del Corán y la Sunna como fuente de ordenación civil. ¿Dejar el Don del Nilo en manos de una teocracia es un riesgo? Sí, pues entre muchas variables, supone desestabilizar el flanco sur de Israel y este no se va a andar con chiquitas ya que le va la vida en ello; y no, si la cúpula [de la teocracia] es atraída bajo el decálogo de la estabilidad; haciéndole ver su importancia regional y dándole protagonismo en el discurso hacia el mundo árabe. Papel que ya lo copa Arabia Saudí y a la cual no le haría gracia un Egipto convertido en líder espiritual y minarete del seudodiscurso antioccidental. Egipto es un país bisagra entre occidente y el complejo damero que es Oriente medio. Una olla a presión donde progreso e islamismo conviven en un amplio abanico de niveles. Y lo cierto es que toda esta intriga de intereses ocultos se sintetiza con la vital importancia del Canal de Suez para la economía mundial.

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Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

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