La “bestia” de Obama y los “autos locos” presidenciales de África

27/05/2011 | Opinión

Cuando el presidente Barack Obama se abrió camino hacia el Reino Unido e Irlanda, nadie podría haber predicho que el factor de su viaje del que más se hablaría iba a ser su coche.

Aunque ahora podemos entender por qué. La limusina con insignia de Cadillac, tipo Topkick GMC, de Obama no puede definirse como un coche cualquiera. La cosa se parece más a un tanque e incluso se le ha puesto un sobrenombre, “la bestia”, como reflejo de ello. Su carrocería es una armadura acorazada, tiene accesorios de defensa que incluyen lanza granadas, neumáticos resistentes a la perforación y un sistema antiincendios.

Pero toda esta protección y pompa no pudieron salvar el coche de un enemigo sin pretensiones… una rampa. Cuando “la bestia” salió por las puertas de la embajada de EEUU en Dublín esta semana, se detuvo abruptamente con un crujido divertido. Después de haber salvado una suave pendiente, el coche se quedó “atascado” y terminó como encaramado en la rampa de salida.

Bueno, Obama es uno de ellos, pero no es el único que tiene un “juguete” guay. A líderes por toda África se les permite satisfacer sus fantasías de transporte, usando la seguridad como excusa, creando desfiles en la vida real de los “autos locos”.

Hay varios líderes que disfrutan jugando a lo grande y utilizan sus medios de transporte como una extensión de su… ego. El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, es el orgulloso propietario de una caravana, a la que algunos llaman “la casa de estado móvil” y que le costó al estado aproximadamente 400.000 dólares.

Mezcla y buena combinación

El excéntrico líder de Gambia, Yahya Jammeh, de verdad adora su avión privado, que se llena con 70.000 dólares de combustible antes de volar a cualquier lugar. A su llegada, puede costar hasta 750 dólares sólo aparcarlo en el destino.

Después están los líderes africanos a los que les gusta cambiar, ¡mantener a la multitud intrigada! El presidente de Kenia, Mwai Kibaki viaja en un Mercedes blindado Pullman S500, pero también tiene un Land Rover militar con el techo abierto, para las funciones de estado y un BMW 7 a su disposición.

Los presidentes “solitarios”, que tienen pocos entre ellos que puedan llamar amigos, pueden variar mucho en términos de qué eligen para cabalgar. Algunos conscientemente eligen material resistente, como el presidente de Chad, Idriss Deby, conocido por andar por ahí en hummers oscuros de cristales ahumados, seguido de camiones llenos de soldados. Pero el presidente de Eritrea, Isaias Afeworki, va confidencialmente en el asiento del copiloto de un simple mercedes blanco. Sin miedo.

Estas procesiones, sin embargo, no se pueden ni comparar con el actual “más o menos presidente” de África, Gadafi. El líder libio es conocido por presentarse montado en un camello para recibir a sus visitantes según la “verdadera tradición del desierto”. No es que no le gusten los coches, incluso inventó un elegante coche al estilo James Bond para su pueblo, que según afirmaba él, era el vehículo más seguro de la tierra, aunque a él simplemente le gusta cabalgar sobre la multitud.

En cuanto al presidente de Botsuana, Ian Khama, no estoy segura de qué conduce para moverse por ahí. Pero sea lo que sea, no puede ser muy robusto, teniendo en cuenta su criterio para elegir esposa, que no debe ser tan grande que pueda dañar su suspensión*.

SAMANTHA SPOONER

Publicado en Africa Review, Kenia el 25 de mayo de 2011

* A finales de noviembre de 2010, el presidente de Botsuana dio lugar a todo tipo de críticas y burlas, tras hacer unos desafortunados comentarios en público sobre su mujer ideal. En una reunión de su partido afirmó que su futura esposa debería ser alta, delgada y hermosa (en un país conocido por la constitución baja y fuerte de sus mujeres). Para explicarse mejor, el presidente Khama señaló a una ministra que estaba a su lado, Botlhogile Tshreletso, y dijo “no quiero una como esta. Podría atrancarse al pasar por la puerta, rompiendo los muebles con su peso, e incluso romper la suspensión de un vehículo”.

Además de presidente, Ian Khama es el jefe del pueblo Bamangwato, el grupo étnico mayoritario de Botsuana. La tradición de su pueblo le exige el matrimonio, pero él nunca se ha casado. Esta situación desafiante provoca que en muchos actos públicos y/o políticos se le pregunte por sus planes de matrimonio, ya que su soltería empieza a ser una preocupación nacional, pues tiene 57 años.

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