La aventura del tráfico en Dar es Salaam, por Gabriela Pis San Juan

19/02/2015 | Bitácora africana

En Dar es Salaam hay muchas carreteras. La mayoría son de tierra y piedras, dan acceso a los diferentes distritos o barrios, y cuando se accede a ellas sobre ruedas se experimenta lo que algunos denominan “el masaje africano”, que recorre todo el cuerpo cada vez que el vehículo atraviesa los múltiples y diferentes baches. Aparte de estas vías existen dos carreteras principales: Old y New Bagamoyo Road, con sus correspondientes vías secundarias, algunas también asfaltadas. La ciudad se extiende a lo largo de la costa recorriendo estas dos carreteras desde las playas del norte hasta más allá del aeropuerto internacional.

El centro administrativo y empresarial, lo que llaman la “town”, está más o menos en el centro de Dar, y es el punto hacia y desde el que cada día, entre semana, se desplazan cientos de personas en transporte público o vehículo privado. Muchos trabajan allí, en oficinas o en mercados callejeros, y otros tantos se acercan a realizar todo tipo de gestiones. Un día normal entre semana, para llegar a las 9:00 de la mañana a una oficina, una persona que viva en un barrio del norte, por ejemplo, debe salir de su casa sobre las 6:30 o 7:00 si quiere llegar a tiempo. Un trayecto que en veinte minutos podría realizarse sin problema se convierte en un interminable atasco de dos horas. Estas dos carreteras son las únicas rutas para ir a muchos lugares. Por la mañana el atasco se da en sentido a la ciudad, al mediodía puede que haya una hora en la que la circulación se descongestiona, pero a partir de las cuatro o cinco de la tarde el tapón reaparece, esta vez en dirección contraria.

Los fines de semana tampoco se libran del caos circulatorio. Los atascos en los días festivos no entienden de direcciones. Los tanzanos y tanzanas trabajan entre semana, se levantan muy pronto y llegan a su casa por la tarde después de pasar medio día en la carretera; así que aprovechan el fin de semana para disfrutar de su tiempo libre. Cada uno dentro de sus posibilidades, los días festivos en la tarde-noche coge su coche, un bajaji o el dala dala más cercano a su barrio y se desplaza a algún lugar de ocio: parejas que salen a cenar, familias que van de boda o jóvenes que se dirigen a las zonas de fiesta, que se concentran principalmente en la “town” y en la península de Oyster Bay. Meterse en Old o New Bagamoyo Road un sábado a las ocho de la tarde puede convertirse en toda una aventura.

Los atascos se viven de distintas maneras según el transporte que se elija. Hacerlo en vehículo privado es la opción más aburrida. En bajaji o boda boda (mototaxi), es más divertido a la par que arriesgado, ya que los conductores de estos transportes públicos se cuelan en huecos insospechados para burlar las aglomeraciones en la carretera: adelantan pasando entre los carriles de doble sentido, por el carril contrario si no viene nadie, o por las cunetas, que en la mayoría de ocasiones son la vía preferida de estos transportes. El dala dala (autobús municipal) es otro medio divertido en un atasco, aunque tan lento como un vehículo, ya que no tiene la capacidad de otros de circular entre los coches. Suele ir lleno de gente, normalmente acompañada de todo tipo de mercancías, cuyo ánimo se va alterando entre el calor y la impaciencia una vez que se sobrepasan los treinta minutos inmóviles en el mismo tramo de carretera. Si se prevé que la parada se va a alargar, algunas personas deciden bajarse, y sentarse en algún borde de la carretera a la espera de un poco de descongestión. Pero en cuanto los coches se mueven un centímetro, entra en acción el cobrador del autobús o konda, como se le denomina en swahili, siempre al tanto de todo con medio cuerpo fuera de la puerta de entrada. Este personaje principal en los viajes en dala dala activa todo un plan de control del tráfico para que su autobús avance en el atasco, pudiendo llegar a bajarse para dar instrucciones a otros conductores y así poder adelantar por algún tramo de arcén en aquél embotellamiento.

Pero no todo es fiesta: los atascos son también perfectos escenarios de accidentes y robos. Las motos y los carritos de los helados (si, son una especie de vehículo de tres ruedas que también circula por la carretera) son los peor parados en los accidentes. Como circulan colándose entre los coches, muchas desviaciones, salidas y adelantamientos les pillan por sorpresa y acaban por los suelos. En cuanto a los robos, éstos son muy comunes en los atascos, en los que es fácil identificar, seguir y acechar por sorpresa a la víctima, y también sencillo y rápido huir en moto entre los coches en cualquier dirección. Siempre son más vulnerables los bajaji, que están abiertos, y donde las personas van sentadas con sus pertenencias encima.

Por último, según nos acercamos a la “town” o a otros barrios céntricos de mucha actividad, como Posta o Kariakoo, aparecen los vendedores ambulantes, que también pueden convertirse en un entretenimiento audiovisual para quienes se ven atrapados en el atasco.

La razón por la que estos vendedores ambulantes se sitúan en esos lugares se debe a que son de los pocos tramos de carretera de la ciudad que tienen semáforos. Los semáforos son el mejor lugar para mostrar la mercancía que cada uno vende durante los escasos minutos en los que el color rojo detiene a los automóviles. En su mayoría hombres, los vendedores pregonan a voz en grito sus productos, o hacen un ruido con la boca como si lanzaran estruendosos besos a los posibles compradores. Hay para todos los gustos: muchos venden agua y refrescos en una gran cesta o cubo que llevan sobre la cabeza, otros sostienen bolsas de anacardos, balones de fútbol e hinchadores, películas y series, árboles de navidad adornados con espumillón en diciembre, y hasta mapas de África y pósters con el abecedario en inglés. También hay quienes limpian cristales en el tiempo récord del cambio del semáforo de ámbar a verde; y quienes solo se pasean entre los coches estirando la mano a la espera de unas monedas.

En coche o en transporte público, después de presenciar dos accidentes con carritos de los helados, un robo desde una moto y comprar a un vendedor ambulante una bolsa de cacahuetes; dos horas después de salir de casa, se llega al destino y uno no se lo cree. Circular por la carretera en Dar es Salaam es toda una aventura. Atrapada en sus infinitos atascos se ve la vida pasar.

** Ver artículo sobre este tema en el Journal of Sustainable Development: “A Review of Traffic Congestion in Dar es Salaam City from the Physical Planning Perspective”, en el que el autor atribuye la congestión del tráfico en Dar es Salaam a distintos factores como el aumento de la población, unas infraestructuras inadecuadas y pobres, la estructura propia de la ciudad, o el rápido incremento de vehículos particulares.

Original en : Una Mzungu en Tanzania

http://armasypalabras.wix.com/periodismo

Autor

  • Pis San Juan , Gabriela

    Gabriela Pis San Juan , periodista especializada en información internacional y temas de África subsahariana, migrante y amante de la lectura. Actualmente escribe en blogs personales y otras publicaciones, y colabora en el área de comunicación de SOS Racismo Madrid.

    Puedes conocer su trabajo más de cerca en la web

    armasypalabras.wix.com/periodismo

Más artículos de Pis San Juan , Gabriela