La arabización en Mauritania: historia de una discordia

5/05/2010 | Opinión

Negro-mauritanos y arabo-beréberes, protagonistas de una rivalidad secular

Los negro-mauritanos, portadores de un sentimiento de opresión cultural y de marginalización persistente, llevan expresando su amargura desde los discursos del primer ministro y de la ministra de cultura, que tuvieron lugar el 1 de marzo, sobre el tema de la arabización. Una mirada retrospectiva a la historia nos ayudaría a entender que estos acontecimientos son el resurgimiento de antiguas tensiones aparecidas desde el nacimiento de Mauritania.

Mauritania, en cuanto a entidad nacional, no tiene más que una existencia reciente que ha conocido a principios de los años 90 el impacto del colonialismo. Pero hay que retroceder antes de este periodo para comprender la complejidad de las relaciones entre arabo-beréberes y negro-mauritanos.

En el siglo X, el norte de Mauritania y el Sahara Occidental fueron ocupados por los beréberes que mantenían estrechos lazos comerciales con el imperio de Ghana. Desde el centro de Mauritania hasta el río Senegal al sur, vivían los sereres y los wolofs. La cohabitación se basaba entonces en un equilibrio establecido donde cada comunidad se inscribe en redes sociales muy delimitadas. Entre el siglo XI y el siglo XVII, Mauritania vio cambiar la fisonomía de su población con tres invasiones consecutivas: los beréberes, los fulani y los árabes. Fue la llegada del movimiento religioso musulmán de los almorávides lo que permitió que los beréberes se implantaran en el sur del país y que se iniciara su entrada al mundo árabe. A partir del siglo XII, los fulani que provenían de Macina, provincia de Malí, invadieron el sur de Mauritania. Continuaron con su implantación en la zona central del país hasta el siglo XVI y acabaron con los pueblos sereres y wolofs. Llegados del sur de Marruecos desde el siglo XIV, los árabes Beni Hassan iniciaron un movimiento hacia el sur y se impusieron a los beréberes desde los siglos XV y XVI, difundiendo poco a poco la lengua árabe, entonces denominada hassaniyya. Fue en el siglo XVIII cuando impulsaron su conquista hasta las orillas del río Senegal, rechazando definitivamente a los fulani y a los wolofs y asentando todo su poder. Estas diferentes invasiones, al modificar la estructura social y la composición étnica del país, comenzaron a debilitar el equilibrio establecido a través de los años entre las comunidades negras y árabes.

La presencia colonial, que fue expandiéndose desde principios de 1900 hasta finales de los años 1950, puso fin a la hegemonía árabe mediante la oposición a los Emiratos presentes en el país. Comenzó entonces una nueva era. La escolarización colonial, accesible únicamente a los sedentarios y por tanto, a las comunidades negras que vivían en la región del río Senegal, cambió por completo la tendencia. Estas comunidades, hasta entonces maltratadas, se beneficiaron de una enseñanza en francés decisiva a la hora de la independencia. “Con la independencia (1960, ndlr), algunos de los jóvenes negro-mauritanos que fueron escolarizados obtuvieron importantes puestos en la administración. Esto parecía algo normal, desde su punto de vista, dado que el poder político estaba en manos de los arabo-beréberes”, explica Alain Antil. Efectivamente, el primer presidente de esta joven república, Mokhtar Ould Daddah, descendía de la comunidad árabe.

Numerosas reformas

Fue a partir de 1965 cuando Ould Daddah puso en marcha las primeras reformas de arabización de la enseñanza. “El sistema de enseñanza esencialmente francófona desfavorecía a los que hablaban árabe”, precisa Alain Antil. Los negro-mauritanos se sintieron directamente afectados por esta reforma, destinada según ellos a marginarles y a obstaculizar el acceso a los puestos administrativos. Comienza entonces una autentica discordia entre las dos comunidades que habían instaurado una cierta armonía durante el periodo colonial.

Esta cuestión, desde entonces política, basada en una segregación lingüística y étnica, fue exasperada en los años 80 con la publicación de una reforma territorial que ponía fin a la propiedad colectiva. Esta reforma fue de nuevo interpretada por la comunidad negra como el deseo de discriminarles mediante la confiscación de sus tierras.

En 1986, este conflicto intercomunitario dio un paso más cuando el poder mauritano afirmó haber descubierto una tentativa de golpe de estado, apoyado por oficiales negro-mauritanos, contra el presidente Ould Daddah. El gobierno que estaba al frente del país emprendió una purga de la armada mauritana reemplazando a los oficiales negro-mauritanos por oficiales arabo-beréberes. Pero fue entre 1989 y 1991 cuando esta oposición alcanzó su máxima efervescencia con la expulsión de unos 100.000 africanos mauritanos y con el asesinato de una decena de personas. Hubo que esperar a que Sidi Mohamed Ould Cheikh Abdellahi saliera elegido en 2007 para que se autorizase a estos refugiados a volver a su país.

Desde los años 60, los gobiernos sucesivos han intentado introducir de forma masiva la lengua árabe en la enseñanza y esto ha provocado la cólera sistemática de los negro-mauritanos que luchan para preservar el francés como lengua de trabajo. Hoy en día, el presidente Mohamed Ould Abdel Aziz se esfuerza por completar el proyecto de arabización, provocando una vez más un violento sentimiento de marginación por parte de los negro-africanos. Un nuevo intento que perjudica gravemente a la cohesión intercomunitaria en suelo mauritano.

por Alicia Koch

Publicado en Afrik.com, el 13 de abril de 2010.

Traducido por Teresa De Agustín, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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