La adopción de personas, animales y objetos en África y en Europa

4/11/2019 | Editorial

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Se estima que hay en España 20 millones de mascotas y que los gastos anuales por mascota suponen uno 1.000 euros. Unos veinte mil millones de euros van dedicados a mascotas cada año. Al mismo tiempo, según datos de la Fundación Affinity, en 2018 fueron recogidas 138.407 mascotas abandonadas en nuestro país.

En 10 distritos de Madrid, de los 21 que tiene la ciudad, ya hay más mascotas que niños entre los 0 y 9 años, según el diario El País del 16.8.2019. El tiempo, espacio, atención en los medios de comunicación y gastos que son dedicados cada día a las mascotas sigue disparándose cada día.

Todos somos conscientes de que en determinados casos de personas necesitadas, las mascotas ocupan un lugar relevante y digno de consideración. Lo mismo ocurre con los servicios especializados, como en situaciones de encontrar personas desaparecidas, drogas escondidas, culpables de delitos, etc., donde las mascotas entrenadas son indispensables en ciertas tareas muy complejas para los humanos.

Hablamos aquí de la masificación de mascotas en los pisos y apartamentos de las ciudades, que a veces contribuye a que nos olvidemos de otras tareas y retos más urgentes y relevantes, como pueden ser: la acogida o ayuda a personas mayores, sin techo, refugiados e inmigrantes que solo buscan sobrevivir con dignidad.

No se trata de juzgar a nadie, sino sencillamente de preguntarnos sobre cómo tomamos nuestras decisiones. ¿Son mis decisiones inteligentes, precipitadas o inadecuadas?

Algunos piensan que podemos disponer de lo nuestro, como nos apetezca. Hasta cierto punto es así. Al mismo tiempo, nadie puede vivir solo, como si los demás no existieran o importaran. Vivimos en sociedad y la convivencia exige respeto mutuo. Cuando falta la solidaridad, la convivencia se hace imposible.

En las sociedades más tradicionales, como en muchos pueblos rurales de África, disponen de escasos medios materiales, aunque en general pueden cubrir sus necesidades vitales y vivir con dignidad. Gozan además de una gran solidaridad.

Los niños pertenecen a la familia y al Clan, y por tanto no se conocían los huérfanos. De hecho, algunos países africanos, no aceptan que sus niños sean adoptados.

Los bienes que recibimos son para nosotros y para compartirlos con los demás, en la medida que los necesiten. Así es el corazón humano y así somos felices.

Por eso es vital, llegar siempre a decisiones inteligentes y dignas de un ser humano. Esto se aplica hoy de forma especial, a los medios digitales que debemos humanizar.

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