Koussanar, Ndoga Babacar, Wassadou, etc.: Allí donde las mujeres siguen siendo las malditas de la tierra en Senegal

5/11/2012 | Crónicas y reportajes

El acceso a la tierra es un gran desafío para las explotaciones familiares y las mujeres rurales no salen siempre bien paradas. Estos últimos años miles de hectáreas de tierra han sido asignadas a la producción de bio-combustibles, y la prospección de sociedades extranjeras de inversión ha conducido a la compra de grandes franjas de tierra que no producen cosechas para los mercados nacionales. Varias comunidades han sido víctimas de estos acaparamientos de tierras y sus poblaciones todavía están padeciendo el impacto negativo de estos proyectos sobre su seguridad alimentaria y sobre la cohesión social. Las jornadas internacionales de la mujer rural y de la alimentación, respectivamente celebradas los pasados 15 y 16 de Octubre en Koussanar (región de Tambacounda), han permitido tomar conciencia de la gravedad de este fenómeno en Senegal.

Miles de hectáreas cedidas a sociedades extranjeras: Cuando la liquidación territorial acaba con las explotaciones familiares

(Enviado especial).- El fenómeno de acaparamiento de tierras sigue siendo un problema agudo en el medio rural en detrimento de las explotaciones familiares de las que dependen sobre todo las mujeres. Aïssatou Guèye, encargada del programa de la asociación de productores del valle del río Gambia, especializada en la producción de plátano, señala las dificultades con las que se encuentran las mujeres para acceder a la tierra. “En Wassadou, en la comunidad rural de Dialakoto, a 70 km de Tambacounda, tres mil hectáreas de tierra son el objeto de la codicia de un particular que enarbola un título de propiedad que habría heredado de sus abuelos y que ha impedido este año a la población, sobre todo mujeres, cultivar la tierra localmente”, informa la señora Guèye. Nuestra interlocutora subraya las amenazas proferidas contra la población por un tal Kahyath, un líbano-sirio que reclama la propiedad del lugar desde hace dos años. “La gendarmería intervino y el litigio ha terminado ante la justicia. Las negociaciones se llevan a cabo con el Estado, que fue quien instaló sobre el lugar del litigio a las poblaciones que huyeron del Parque Niokolo Koba”, detalló la señora Guèye. Por culpa de este litigio, recalca, no se ha construido ninguna pista de producción para el flujo de producción del plátano. Peor aún, añade, algunas familias han visto sus viviendas completamente destruidas. De creerla, esta situación ha terminado por hundir en la miseria a la población, sobre todo a las mujeres, obligándolas a caminar más de cinco kilómetros, lejos del lugar en litigio, para poder cultivar la tierra. “Este año la crisis alimentaria se ha exacerbado en Wassadou por culpa de este asunto”, terminó afirmando.

Los motivos de una discriminación

En el distrito de Missira (región de Tambacounda), se ha sensibilizado a las mujeres sobre sus derechos de acceso a la tierra al mismo nivel que a los hombres. Pero a pesar de todo, son todavía muy pocas las que hacen peticiones en este sentido en los consejos rurales. El motivo, sostiene la señora Guèye, es que las mujeres no se benefician por parte del Estado de los modernos medios de producción necesarios para sembrar grandes superficies. Además, en su indigencia, las mujeres tienen que hacer frente a la carestía del combustible y a los inputs como el fertilizante orgánico que no está subvencionado por el Estado. A estos obstáculos que las atormentan, se añade la vetustez del material de bombeo que sólo los hombres tienen la potestad de comprar en virtud de la cultura del plátano en Missira.

Ibrahima Sakhanokho, presidente de la comunidad rural de Koussanar: “Las tres mil hectáreas de tierra nunca serán asignadas a la familia Recks”

En la comunidad rural de Koussanar, situada a unos 40 km de la ciudad de Tambacounda, las tierras jamás serán malvendidas a extranjeros. La población local será siempre la primera abastecida. Es lo que asegura el presidente de la comunidad rural de Koussanar, Ibrahima Sakhanokho, a sus administrados. Efectivamente, desde 2003 tres mil hectáreas de tierra de esta comunidad rural, que contabiliza oficialmente 93 aldeas, han sido el objeto de la codicia de un compatriota de origen libanés, Jacques Recks. Y frente al persistente rumor según el cual el Consejo rural habría acabado cediendo las tierras a la familia Recks que pretende habilitar allí un rancho al estilo del de Bandia, el señor Sakhanokho saltó a la palestra para aclarar este asunto. “Durante los tres años pasados al frente de la comunidad rural, jamás las tierras han sido asignadas a un extranjero”, precisó. Mejor aún, el señor Sakhanokho recalcó: “Siempre me he opuesto a la atribución de tierras a extranjeros cuando todavía era consejero rural, y eso nunca ocurrirá bajo mi mandato”. Añadió que las mujeres que lo deseen pueden tener acceso a la tierra dirigiendo su petición al Consejo rural. Según él, la autonomía de la mujer es ciertamente una voluntad política, pero las propias mujeres deben comprometerse con el combate por el respeto de sus derechos por parte de los poderes públicos. No obstante, también dijo lamentar los escasos recursos financieros de los que dispone el Consejo rural de Koussanar para poder ayudar a las mujeres en la agricultura y la cría de ganado en esta zona silvi-pastoral.

Gestión poco competente de sus asuntos, sin puestos de responsabilidad, etc.: las mujeres, atrapadas en la trampa del peso sociocultural

El subprefecto de Koussanar, Abdoulaye Diop, no se muerde la lengua cuando se trata de defender los derechos de las mujeres en lo relacionado con su autonomía. Según él, las mujeres siempre se enfrentan a dificultades de acceso a la tierra, a los recursos financieros y a los medios de producción básicos. De este modo invita a las mujeres a liberarse de la dominación de los hombres que disfrutan de un peso sociocultural “gratuito”. El cual, dice, está en el origen de su discriminación en el acceso al empleo y a puestos de responsabilidad, pero también de los matrimonios precoces y de la violencia sexual que padecen a diario, con un silencio de culpabilidad, las mujeres rurales. En calidad de representante del Estado, el señor Diop procedió a la apertura oficial de las actividades de las jornadas internacionales sobre la mujer rural y la alimentación, respectivamente celebradas los pasados 15 y 16 de Octubre en Koussanar. El subprefecto opina que son tantos perjuicios causados a la mujer rural los que suscitan el interés de nuevas leyes que promuevan a las mujeres, como la ley sobre la paridad. “A ellas les incumbe, no obstante, apropiarse de esto y hacer valer sus derechos en su efectividad”. Sugiere a las mujeres que se organicen mejor para dar la réplica en vistas de su autonomía. Ya que, añade, las mujeres deben aprender a administrar ellas mismas sus propios asuntos. “Dejad de confiar a los hombres la administración de vuestras tierras así como la de vuestras producciones para que las vendan en vuestro lugar. Haced de esto un desafío, ya que ellos no administran mejor que vosotras. No ahorráis ningún esfuerzo en los campos mientras que ellos están bajo el árbol de las palabras”, dirigió el subprefecto de Koussanar a las mujeres rurales provenientes de los distintos rincones de Senegal.

Escrito por Abdoulaye Sidy

Publicado en WalFadjri, Senegal, 29 de Octubre de 2012.

Traducido para Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglesias.

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