Kivu: una tragedia sin fin

13/07/2012 | Opinión

Decididamente, la «comunidad internacional» parece tener la memoria muy corta y la indignación muy selectiva. En Siria, los medios internacionales nos relatan cada día el nuevo balance de las atrocidades que se perpetran. Uno casi se pregunta cómo puede llevarse una contabilidad tan macabra como precisa. Si creemos a nuestros hombres políticos y a nuestros grandes periodistas parecería que hemos hallado la encarnación del mal absoluto, el sustituto de Sadam Hussein y de Kadhafi: Bachar el-Assad. (…).

Ahora bien, hay un país cuya dramática actualidad ya no está, desde hace mucho tiempo, en las primeras páginas de los medios. Sin duda se han cansado, ya que, desde hace 16 largos años, es el mismo escenario que se repite incansablemente. Desde 1996, cada dos o tres años, surge una nueva rebelión en las verdes colinas del Kivu, se apodera de una localidad y más tarde de otra. Durante ese tiempo, el ejército nacional congoleño huye sin combatir, tras haberse dedicado previamente al pillaje de las aldeas abandonadas. Cada vez es la población civil la que paga un alto precio en esta tragedia eternamente recomenzada. Hordas de campesinos que lo han perdido todo, brutalizados por los “rebeldes”, saqueados por las fuerzas que deberían protegerlos, se lanzan en una loca huida para tratar de encontrar una relativa seguridad en campos improvisados, situados a proximidad de los puestos de la ONU. Cada vez, la soldadesca comete exacciones contra esta población, que ya no puede más desde hace mucho tiempo: matanzas, violaciones, humillaciones de todo tipo, robos, secuestros de mujeres y de niños.

Cada vez se repite el mismo escenario: solo cambian las siglas ficticias y los nombres de los presuntos líderes. En 1996, comezón con la AFDL. Luego, diferentes montajes de RCD subieron al escenario antes de desaparecer. El CNDP los sustituyó, como predecesor del movimiento que hoy es pasto de la actualidad de una guerra siempre recomenzada: el M23. Como siempre, se finge que se trata de una nueva rebelión, de un nuevo movimiento “espontáneo”, cuando de hecho se trata del mismo grupo que se oculta en apelaciones distintas. Y sobre todo se quiere ignorar que el guionista y director de escena de esta tragedia representada sin cesar no ha cambiado nunca. Su nombre es perfectamente conocido por todos, en sus frecuentes visitas a Occidente se desenrolla la alfombra roja para recibirlo, se le otorga “doctorados honoris causa”, se cita su liderazgo como modélico. Se trata, de Paul Kagame, general presidente de Ruanda, llegado al poder a Kigali en 1994.

Paul Kagame ha logrado conservar el apoyo sin falla de los EEUU y del Reino Unido, a la vez que sigue reprimiendo a su pueblo y avasallando al pueblo del gran país vecino, la RDC, para explotar los vastos recursos naturales de este país. Las víctimas de las guerras de Kagame se cuentan por millones. (…) ¿Por qué no se ha emprendido acción alguna contra él? (…) ¿No se produce un escandaloso «dos pesos y dos medidas» por parte de la comunidad internacional?

Desde hace 10 años, he escrito libros y artículo en los que he denunciado en vano los crímenes del hombre fuerte de Kigali. Ante el espectáculo de esta tragedia que no termina, ya no tengo energía suficiente para seguir haciéndolo. Tengo la impresión de repetirme y de cansar a mis lectores. Lo que describo y denuncio es la repetición de la misma violencia, de la misma injusticia, de las mismas salvajadas, cuyo instigador siempre es el mismo. (…) Yo podría de nuevo lanzar un grito de alarma y decir que Goma – capital del Kivi Norte – está amenazada y corre el peligro de caer en poder de esta nueva “rebelión” ficticia. ¿Pero, para qué? No hay peor sordo que el que no quiere oír. El gobierno norteamericano ha hecho todo lo posible por ahogar o censurar el enésimo informe de expertos de la ONU que implica claramente al régimen de Kagame en el drama. No se votarán nunca sanciones contra Ruanda; la CPI no inculpará jamás a su presidente. (…)

¡Pobres “kivucianos”!, abandonados entre un régimen congoleño corrompido, una clase política inepta y un pequeño vecino que no ha renunciado nunca a ampliar su espacio vital a costa de ellos. ¿Cuántas nuevas rebeliones van a soportar todavía antes de que el mundo termine por reaccionar?

Hervé Cheuzeville, 11 de julio de 2012.

(Autor de: «Kadogo, Enfants des guerres d’Afrique centrale», l’Harmattan, 2003; «Chroniques africaines de guerres et d’espérance», Editions Persée, 2006; «Chroniques d’un ailleurs pas si lointain – Réflexions d’un humanitaire engagé», Editions Persée, 2010).

Texto enviado y traducido por Ramón Arozarena.

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