Kivu Sur: mamá pigmea – papá bantú, hijo rechazado

26/02/2013 | Crónicas y reportajes

En la isla de Idjwi, sobre el lago Kivu, varios bantús con prejuicios tenaces o desconocedores de la ley, no reconocen a los hijos engendrados fuera del matrimonio con mujeres pigmeas. Un comportamiento condenable sobre todo por el Código de la Familia y la Constitución.

“Los tres niños que tuve con tres bantús distintos no van regularmente a clase. No tienen derecho a la herencia de sus padres e incluso asustan a sus medio hermanos y hermanas”, se queja E.B., una pigmea sentada delante de su cabaña de tierra batida cubierta con hojas de plátano. Estamos en el campamento Bugarula, capital de la provincia del territorio de Idjwi, en pleno lago Kivu al Este de la República Democrática del Congo.

No es un caso aislado según el presidente de los pigmeos de esta gran isla, Livingstone Shamavu, el cual, la víspera de Navidad, sentenciaba ante el tribunal de Bugarula: “Muchos de esos niños no han tenido acceso a las notas del primer trimestre 2012-2013 porque sus padres no les reconocen y no quieren pagar sus estudios”. Molesto, Christian Kuburano, director de la escuela primaria de Bugarula, reconoce que unos treinta alumnos pigmeos no han pagado los gastos de escolaridad del año en curso.

L. Shamavu afirma que el mwami havu (bantú) Gervais Rubenga lo ha remitido al tribunal de Bugarula que regula los asuntos de familia en ausencia de un Tribunal de paz. “No hemos recibido ninguna queja por escrito”, replica Safari Kasongo, escribano de esta jurisdicción tradicional. Sin embargo, una queja tal sería admitida. Efectivamente, el artículo 591 del Código de la Familia dice: “Todo niño congoleño tiene derecho a un padre. Nadie tiene el derecho de ignorar a su hijo, tanto si ha nacido dentro del matrimonio como fuera de él.” En cuanto al artículo 23 de la Ley del 10 de enero de 2009 que trata de la protección al menor, dispone que: “Todo niño tiene derecho a un nivel de vida suficiente que permita su desarrollo integral. Tal responsabilidad es incumbencia en primera instancia, según sus posibilidades, de los padres y de cualquier persona que ejerza sobre él la autoridad paternal”. No obstante, para el mwami Rubenga el reconocimiento de los niños pigmeos-bantús todavía va para largo.

Autóctonos para-juristas

El presidente de la sociedad civil de Idjwi, Venant Lurhangire, confirma que sigue vigente una creencia tan falsa como pertinaz, según la cual el cuerpo de las mujeres pigmeas curaría ciertas enfermedades, pero que sin embargo nunca serán unas buenas esposas. Según él, un padre bantú puede pagar seis cabras (el precio de la futura dote) por la chica o cinco cabras por el chico que tuvo con una mujer pigmea y luego le deja la custodia de ese hijo.

“Hace mucho tiempo que el padre de mi primer hijo le prometió una parcela que nunca le mostró… Con 19 años, ese chico acaba de ser reclutado por el ejército. Se ha ido lejos hacia Bukavu… No sé hasta cuándo los pastores del Centro de promoción rural (CPR) seguirán pagando los estudios de mi segundo hijo, de 9 años de edad… El tercero ya tiene 4 años…”, enumera E.B. El director del CPR, un proyecto de la Comunidad baptista en el centro de África (CBCA), Euphraïm Ziribanghi, declara que su Iglesia paga los gastos escolares de aproximadamente 300 alumnos indigentes de diferentes escuelas primarias: “La mayor parte han nacido de mujeres pigmeas y hombres bantús”.

Majelan Nyakabanga, secretario ejecutivo de la Liga de los derechos humanos para la evolución y el mantenimiento de la paz en Idjwi (LIDHEMPI), confiesa no comprender las reticencias de los bantús respecto de los pigmeos. Resume de este modo los artículos 12, 13 y 43 de la Constitución: “Todos los congoleños son iguales ante la ley y tiene derecho a una igual protección de las leyes (…). Ningún congoleño puede, en materia de educación, ser objeto de discriminación por razón de su pertenencia a una etnia, a una minoría cultural (…). La enseñanza primaria es obligatoria y gratuita en los establecimientos públicos”.

El director ejecutivo del Centro de acompañamiento de los autóctono pigmeos y minorías vulnerables (CAMV), Pacifique Mukumba, revela que Shamavu se halla entre la quincena de autóctonos formados como para-juristas desde el año 2000 por la Red de asociaciones pigmeas (Rapy) para defender sus derechos. Una necesidad, ya que según él, esos niños de padres de etnias diferentes son generalmente discriminados en los territorios de Idjwi, Kalehe y Walungu. Y ello desde que los autóctonos llegaron a esas comarcas feudales cuando fueron expulsados por el gobierno congoleño en los años 70. En aquella época, el Parque nacional del Kahuzi-Biega fue creado en los bosques en los que habitaban al noroeste de Kabare.

SAMUEL MULIRI

Publicado en “Le Congolais”, RDC, el 14 de Febrero de 2.013

Traducido para Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglesias.

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