Kenia, heridas por cerrar , por José Naranjo

4/03/2013 | Bitácora africana

El recuerdo de la violencia planea sobre las elecciones que se celebran hoy 4 de marzo en Kenia (vean otras historias publicadas aquí (Blogs de El País) sobre este país). Dos son los candidatos mejor situados para convertirse en presidente del país en sustitución del octogenario Mwai Kibaki. Se trata del actual primer ministro Raila Odinga, líder del Movimiento Democrático Naranja y de la etnia luo y de Uhuru Kenyatta, viceprimer ministro y jefe de filas de La Alianza Nacional, perteneciente a la etnia mayoritaria kikuyu. Las últimas elecciones, celebradas hace cinco años, se saldaron con la muerte de unas 1.300 personas y más de medio millón de desplazados de sus hogares, en un terrible episodio de violencia étnica y política que ahora todos intentan evitar. Las encuestas apuntan a una posible segunda vuelta y toda Kenia contiene la respiración.

El 27 de diciembre de 2007 Kenia celebró sus últimas elecciones presidenciales. El recuento arrojó un resultado muy ajustado: Mwai Kibaki, que se presentaba a la reelección, obtuvo el 47% de los sufragios frente al líder opositor Raila Odinga, que consiguió el 44%. Las acusaciones de fraude, avaladas en parte por los observadores internacionales, no tardaron en aparecer, lo que no impidió que Kibaki, de la etnia kikuyu, jurara su cargo el 30 de diciembre. El país se deslizó entonces por la peligrosa pendiente de la violencia. Partidarios de Odinga, sobre todo de la etnia luo, se echaron a la calle a protestar y fueron violentamente reprimidos por la Policía, lo que inauguró una espiral de violencia entre ciudadanos que incendió a Kenia durante dos meses hasta que en febrero de 2008 Kibaki y Odinga alcanzaban un acuerdo y creaban un gobierno de unidad nacional, con el primero como presidente y el segundo en el puesto de primer ministro.

Nacido en 1945, Raila Odinga está convencido de que a la tercera va la vencida. Hijo del primer vicepresidente de Kenia, Jaramogi Odinga, ha intentado ser presidente en dos ocasiones, en 1997 y en 2007. Las encuestas le sitúan ahora como el mejor colocado al frente de la Coalición de Reformas y Democracia (CORD) a la que pertenece su Movimiento Democrático Naranja. Conocido entre los miembros de su etnia como Agwambo, la Ley de Dios, su feudo de votos se sitúa entre los luo de su región natal de Nyanza, al oeste del país, pero se enfrenta al rechazo generalizado de la mayoritaria etnia kikuyu, sobre todo en el centro de Kenia.

Su rival más peligroso es, sin duda, Uhuru Kenyatta, nacido en 1961, hijo del primer presidente del país, Jomo Kenyatta, y heredero de una de las grandes fortunas de Kenia. Considerado el sucesor de Kibaki, a quien apoyó en 2007, ha sido acusado por la Corte Penal Internacional de presuntos crímenes contra la Humanidad durante la violencia postelectoral de 2008. No en vano, los miembros de la etnia kikuyu le consideran su héroe defensor frente a los ataques protagonizados por los partidarios de Odinga y cuenta con un amplio respaldo popular en esta comunidad.

Un tercer candidato en liza podría jugar un papel decisivo en el caso de que haya que ir a una segunda vuelta, lo que auguran casi todas las encuestas. Se trata de Wycliffe Musalia Mudavadi, que apoyó a Kenyatta en 2002 y a Odinga en 2007. Miembro de la etnia luhya, también es hijo de un prominente político, Moses Mudamba Mudavadi, ligado al ex presidente Daniel Arap Moi. De perfil bajo y considerado un político aburrido, este economista que ha sido ministro de Finanzas rompió con Odinga cuando este fue proclamado candidato a presidente. A Mudavadi no le falta ambición, pero, salvo sorpresa, sus opciones pasan por jugar el papel de decidir entre los dos grandes candidatos de estas elecciones.

Entre el resto de candidatos destaca la presencia de una sola mujer, Martha Karua, que fue uno de los grandes apoyos del presidente Kibaki hasta el año 2009 en el que decidió crear su propio partido, la Coalición Nacional del Arco Iris. Considerada una reformista y activa luchadora contra la corrupción, miembro de la etnia kikuyu, llegó a ser ministra de Justicia tras haber destacado por su firme oposición al gobierno de Moi.

Las elecciones de hoy, que ha sido declarado día festivo para estimular el voto, no sólo son para escoger al nuevo presidente, también son parlamentarias, y están llamados a las urnas 14,3 millones de ciudadanos para elegir diputados, senadores, gobernadores y miembros de asambleas regionales. Todos los candidatos, así como el presidente saliente, han hecho llamamientos a la calma y a aceptar los resultados de los comicios, sean cuales fueran. Las heridas de 2008 están aún muy presentes, no en vano unas 100.000 personas siguen viviendo en campos de refugiados en los países vecinos, y los protagonistas de las actuales elecciones son los mismos que llevaron al país al caos hace cinco años.

Se han desplegado unos 23.000 observadores de los que 2.600 son internacionales y la Comisión Keniata de Derechos Humanos ha advertido sobre la persistencia de “discursos de odio” entre algunos candidatos, poniendo el acento en el peligro de que la violencia étnica se vuelva a reproducir. En este sentido, se ha constatado la existencia de intimidaciones a personas por su origen étnico, así como intentos de compra de votos y de venta de carnés electorales. La sombra del fraude también planea sobre estos comicios.

Pese a la existencia de grandes bolsas de pobreza, como el inmenso barrio de chabolas de Kibera en la capital, Nairobi, Kenia es uno de los países más estables y desarrollados de África, con una economía potente líder en su región que creció en 2012 al notable ritmo del 4,7% y que se basa sobre todo en el turismo. Sin embargo, el riesgo de violencia postelectoral ha ralentizado este año la actividad turística y ha provocado un ligero parón en este crecimiento. Todos aguardan a ver qué va a pasar.

Además, uno de los grandes ejes sobre los que ha girado la campaña electoral es la corrupción, una pesada tara para un país que ocupa el puesto 140 sobre 176 en la lista de Transparencia Internacional. En los debates entre candidatos que este año se han celebrado en la televisión keniata, las prácticas corruptas de la clase política y la lucha contra esta lacra ocuparon buena parte del tiempo. Por todo ello, Kenia se juega mucho en unas elecciones en las que pone a prueba, una vez más, su madurez democrática y su capacidad para cerrar algunas heridas del pasado.

Original en : Blogs de El país : África no es un país

Autor

  • José Naranjo Noble nació en Telde (Gran Canaria) el 23 de noviembre de 1971. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid en 1994, ha seguido profesionalmente el fenómeno de la inmigración africana hacia Canarias, tanto desde la óptica de las Islas como desde los países de origen y tránsito de los irregulares. Así, para elaborar sus reportajes, publicados en diversos medios de comunicación, ha viajado por el sur de Marruecos, el Sahara, Argelia, Malí, Senegal, Gambia, Cabo Verde y Mauritania, donde ha recogido los testimonios de centenares de personas. Por este trabajo le fueron concedidos los premios Antonio Mompeón Motos de Periodismo 2006 y el Premio Derechos Humanos del Consejo General de la Abogacía Española 2007, en este caso junto al también periodista Nicolás Castellano.

    Buena parte de su trabajo está recogido en los libros Cayucos (Editorial Debate, 2006), con el que fue finalista del Premio Debate, y en Los invisibles de Kolda (Editorial Península, 2009). Además, es coautor de los libros Inmigración en Canarias. Procesos y estrategias (Fundación Pedro García Cabrera, 2008) y Las migraciones en el mundo. Desafíos y esperanzas (Icaria, 2009).

    Es redacror de la revista digital de información sobre África Guinguinbali donde tiene su blog Los Invisibles , que reproduciremos en Bitácora Africana

Más artículos de Naranjo, José