Karim Wade, hijo del ex presidente de Senegal Abdoulaye Wade y hasta hoy ( 24 junio) el preso más famoso del país, salió anoche de la prisión de Rebeuss, en Dakar, tras beneficiarse de un decreto de gracia presidencial. El que fuera uno de los hombres más poderosos del país, apodado el superministro del Cielo y de la Tierra y aspirante a suceder a su padre en el poder, fue condenado a seis años de prisión, a una multa de 210 millones de euros y a la confiscación de todos sus bienes por un delito de enriquecimiento ilícito en marzo de 2015, aunque estaba detenido desde abril de 2013, es decir, había cumplido ya la mitad de su pena. El decreto de gracia presidencial firmado anoche por el presidente Macky Sall le exime de seguir en prisión pero no de pagar la sanción económica.
La decisión fue hecha pública anoche. Macky Sall firmaba un decreto concediendo la gracia presidencial a Karim Wade y a dos de sus principales cómplices, también condenados a penas de cinco años, Ibrahima Aboukhalil (conocido como Bibo Bourgi y auténtico hombre de paja de Karim) y Alioune Samba Diassé. Sobre la una y media de la madrugada los tres salían de prisión con rumbo desconocido, aunque los rumores acerca de la inmediata salida del país de Karim Wade en un avión que podría haber partido hacia Qatar son intensos.
La liberación de Karim Wade, quien también es oficialmente el candidato del principal partido de la oposición, el PDS, para las elecciones presidenciales de 2019, era esperada en Senegal desde el pasado 15 de junio. Ese día, aprovechando el inicio del Ramadán, Macky Sall le comunicó a los principales líderes religiosos del país que la salida de prisión de Wade era inminente dado que ya había cumplido la mitad de su pena y que, por tanto, era susceptible de recibir medidas de gracia por parte del presidente. Hace solo unos días, el periódico senegalés Le Quotidien aseguraba en portada que Karim iba a pasar la fiesta de la Korité (fin del Ramadán, previsto para dentro de dos semanas) fuera de prisión. Las previsiones se han cumplido.
Sin embargo, esta liberación tiene una lectura política incuestionable. El referéndum constitucional del pasado mes de marzo, el primer gran test al que se sometía Macky Sall ante los ciudadanos tras su contundente victoria electoral de 2012, supuso una amarga victoria para el presidente. Destacados miembros de la coalición que le ayudó a llegar al poder se posicionaron en su contra, así como movimientos ciudadanos y sociales, mientras la fractura política con la oposición se ahondaba. Para tratar de apaciguar los ánimos, el propio Macky Sall les convocaba a un proceso de diálogo político para la aplicación de las quince medidas de la reforma constitucional aprobada en las urnas.
A principios de junio llegaba la sorpresa cuando el Partido Democrático Senegalés (PDS), el partido que estuvo doce años en el poder con Abdoulaye Wade a la cabeza y principal fuerza de oposición, anunciaba su participación en dicho diálogo político frente al boicot anunciado por la mayoría de los partidos. Entre bambalinas comenzó a surgir el rumor de que la condición planteada por Wade era la liberación de su hijo y así lo manifestaron con claridad políticos con largo recorrido como Idrissa Seck, ex primer ministro y eterno candidato a la Presidencia. Así las cosas, Macky Sall ha vuelto a jugar sus cartas con sutileza, cumpliendo la principal demanda de sus enemigos políticos sin saltarse la ley y aprovechando un periodo tan especial para los musulmanes como es el Ramadán.
Pese a que el perdón presidencial ha sido muy estudiado y no exime a los tres afectados de pagar las correspondientes multas, lo cierto es que cuenta también con detractores. Sin embargo, Macky Sall ha querido hacerlo cuando aún faltan tres años para las elecciones presidenciales alejando así el fantasma de que su posible rival en las urnas, al que nunca se privó de sus derechos políticos, se presente como un mártir ante los ciudadanos.
El proceso judicial que condujo al encarcelamiento de Karim fue complejo y estuvo salpicado de acusaciones de vendetta política. Fue el Tribunal para la Represión del Enriquecimiento Ilícito el órgano jurisdiccional encargado de investigar el potente patrimonio acumulado por el hijo del ex presidente durante los años que formó parte del engranaje del poder en Senegal: cuentas bancarias que acumulaban 1,4 millones de euros, ocho vehículos de lujo, tres inmuebles valorados en 23 millones y, sobre todo, su presencia accionarial a través de sociedades interpuestas en una quincena de empresas y compañías, la parte más difícil de rastrear que sus abogados se encargaron siempre de negar. En abril de 2013 Karim Wade era detenido y conducido a prisión a la espera de juicio.
Tras un proceso de dos años, el tribunal especial concluyó en marzo de 2015 que al menos unos 105 millones de euros de su vasto patrimonio procedían de actividades incompatibles con su cargo de ministro e ilegales, lo que le llevó a dictar una pena de seis años de cárcel para él y otras penas de hasta cinco años para sus principales colaboradores, también detenidos. La oposición puso el grito en el cielo y habló de caza de brujas, opinión apuntalada en las malas relaciones personales entre Karim y Macky Sall que a mediados de la década pasada condujeron a la dimisión de Sall como presidente de la Asamblea Nacional después de que, ya entonces, intentara promover una comisión de investigación contra el hijo del ex presidente, y a su definitiva salida del PDS.
Ahora falta por resolverse una de las grandes incógnitas de cara al futuro político de Senegal. ¿Será finalmente Karim Wade el candidato del PDS para intentar arrebatar el sillón presidencial a Macky Sall en 2019? Hoy por hoy salvo la figura emergente del alcalde de Dakar, el socialista Khalifa Sall, que aún tendrá que desbrozar su camino hacia la candidatura en el seno de un esclerotizado Partido Socialista, no parece que haya otro aspirante tan serio como Karim Wade. Su anciano padre sueña con esa posibilidad, aunque en su contra juega la imagen de niño mimado y protegido que Karim, quien fue criado en Francia entre algodones, todavía arrastra. Habrá que estar atentos a los movimientos que se produzcan en los próximos meses para despejar la X de esta ecuación.
Original en Blogs de El País – África no es un país