Frente a las presiones que se multiplican sobre su régimen a causa de su supuesto apoyo a los rebeldes del M23, el presidente ruandés Paul Kagame llama a sus compatriotas a prescindir de la ayuda internacional.
Permanecer erguido sobre sus botas, tal parece ser la actitud de Paul Kagame, que sigue como fabricado en mármol ante las presiones de la comunidad internacional, que amenaza con cortarle los víveres y le acusa de estar tras el movimiento rebelde M23. Esta rebelión ha arrastrado a Ruanda en la tormenta, aunque Kagame, impertérrito, desmiente cualquier a poyo a los rebeldes e invita a sus compatriotas a “dar la cara y no tener miedo”.
“Agaciro”, que significa “dignidad”, un programa de desarrollo autocentrado, es el nuevo credo que debería permitir a las autoridades de Kigali prescindir de la ayuda internacional. Para demostrar que no está aislado, Paul Kagame ha invitado al presidente ugandés, Yoweri Museveni, a las festividades organizadas para celebrar el 25 aniversario de la creación del FPR, que está en el poder en Kigali desde julio de 1994. Museveni es un viejo conocido de Kagame; éste combatió a su lado, junto con numerosos jóvenes refugiados ruandeses, durante la guerra de liberación de Uganda. De Uganda, precisamente, partió la rebelión del FPR en octubre de 1990.
Escalada verbal
La tormenta ha estallado en el Kivu. Asistimos a una escalada verbal entre las autoridades de la RD Congo y Ruanda, desde que los rebeldes congoleños del M23 tomaron Goma, para luego, presionados por la comunidad internacional, retirarse. Kabila, que hasta entonces había evitado cuidadosamente hacerlo, ha señalado por primera vez a su vecino Ruanda como “agresor” de su país, cediendo a la fuerte presión de su opinión pública y de la clase política congoleña, humilladas por la caída de Goma. El Congo está dominado por un fuerte resentimiento contra “un pequeño país”, “perturbador”.
Al acusar directamente a Kigali, Kabila parece haber sido enardecido por la reacción generalizada de la comunidad internacional, comenzando por los EEUU aliados incondicionales de Kigali en la región desde 1994. La Casa Blanca ha emitido un comunicado en el que Barack Obama ha afirmado que cualquier apoyo al grupo rebelde M23 era incompatible con el deseo de paz. Esta presión norteamericana interviene tras la realizada por otros socios de Ruanda, como Alemania, Países Bajos, Reino Unido, que han decidido suspender su ayuda, tras la publicación del informe de la ONU que acusa a Kigali de apadrinar al M23.
David más fuerte que Goliat
¿Pero de verdad la RDC está decidida a declarar la guerra a Ruanda? En Kigali piensan que Kabila no se atreverá, ya que el riesgo es excesivamente elevado. “Somos un país pequeño, es cierto, pero militarmente somos mucho más poderosos que la RDC y Kabila lo sabe perfectamente. En Goma han bastado unos cuantos rebeldes para poner en fuga al ejército congoleño”, afirma un universitario ruandés.
En la región de los Grandes Lagos, Ruanda posee el ejército mejor equipado y preparado. Por otra parte, el país de las Mil Colinas posee una ventaja psicológica sobre la RDC, que es un coloso pero con pies de barro. Los dirigentes ruandeses conocen muy bien la RDC, como si fuera su pañuelo. El actual ministro de Defensa de Ruanda no es otro que James Kabarebe, que tuvo un protagonismo importante en el derrocamiento del ex presidente congoleño Mobutu en 1997, combatiendo al lado de Laurent-Désiré Kabila; éste, seducido por sus cualidades, le confió en su día la formación militar de su hijo Joseph, y no dudó en nombrarle ¡jefe de estado-mayor del ejército congoleño! Desde entonces ha corrido mucha tinta y Kabarebe regresó a su casa.
Barka Ba
Fuente: www.slateafrique.com, 2 de enero de 2013.
Resumen y traducción: Ramón Arozarena.
