Kagame en Yale: un error colosal

11/10/2016 | Opinión

yale-university.jpgFue un gran choque para mí enterarme por mi ex alumna, Kayla Oliver, ahora una editora del Yale Law Journal, que Yale había invitado al presidente Paul Kagame de Ruanda, el dictador más sanguinario de todo África, para hablar de democracia. Eso fue un error colosal.

Durante mis primeras semanas en calidad de embajador de EE.UU. en Burundi, el vecino gemelo de Ruanda, acompañé al Embajador de EE.UU. en Ruanda para reunirse con el entonces Col. Paul Kagame. Estaba vestido con uniforme de camuflaje y se encontraba en un almacén derruido en medio de los escombros en la capital, Kigali. La guerra abierta con el genocidio más desastroso en décadas había terminado sólo unas pocas semanas antes, pero la venganza no había terminado.

Le dije a Kagame que el campo de refugiados de la ONU, a cuatro millas dentro de la frontera entre Burundi y Ruanda, recibía todavía 1.000 nuevos refugiados rwandeses cada día. En mi visita al campo, que albergaba casi 100.000 personas, entrevisté a refugiados del campo, preguntándoles cuándo iban a volver a su país de origen. Su respuesta fue siempre la misma: «Cuando las fuerzas de Kagame dejen de matarnos».

La respuesta de Kagame fue insuficiente para mí. Me dijo que de vez en cuando algunas de sus tropas podrían participar en represalias personales, pero que la venganza no era su política. Esto no fue el caso: la matanza genocida y la intimidación han sido, de hecho, su política durante cada uno de sus 22 años en el poder.

Human Rights Watch, entre otros, ha documentado algunas de sus continuas violaciones de los derechos civiles. El Reino Unido, España y varios países europeos ya no otorgan a este jefe de gobierno entrada en sus países.

El libro de mi esposa y mio «Desde el derramamiento de sangre a la esperanza en Burundi» respaldado por los presidentes Jimmy Carter y Bill Clinton, y por Paul Rusesabagina, el héroe de «Hotel Ruanda» y receptor de la U.S Medal of Freedom, tiene un capítulo sobre Kagame y las consecuencias de sus acciones asesinas en Burundi.

¿Por qué los EE.UU. no han censurado a Kagame?

Probablemente porque él y algunas de sus tropas fueron entrenados en una base militar de Estados Unidos en Ft. Leavenworth, Kansas, en la década de los 90. El Pentágono ha celebrado banquetes en honor a este terrible dictador.

Hace varios años llame a un misionero Danés, Knut Hansen, que había vivido 32 años a lo largo de la frontera de Ruanda atendiendo, educando y cuidando a la población de Burundi y Ruanda. Cuando le pregunté por su evaluación actual de Kagame, me respondió: «Bob, Kagame es el peor dictador de toda África; tiene sus manos cubiertas de sangre”.

Es muy conocido y ampliamente publicado el hecho de que la policía secreta de Kagame asesinó en las calles en Sudáfrica a un exmiembro de su administración que le había abandonado y se había escondido. Este asesinato está bien documentado y es legendario.

Paul Kagame afirma ya hay elecciones democráticas con numerosos partidos políticos que tienen nombres en la papeleta. Pero la gente de Kagame cuenta los votos y le dan a él más del 90 por ciento de los emitidos. Los ciudadanos, sabiendo que no tienen voto secreto, o bien no votan, o por su propia seguridad, votan por Kagame. Es como si Hitler o Stalin estuvieran celebrando las elecciones. Estas elecciones no son secretas o dignas de confianza; la población vota como quiere Kagame por temor a represalias.

Sin embargo, la universidad de Yale le ha honrado. Aquellos que en Yale invitaron a Kagame tendrían que recordar la famosa advertencia de un presidente del siglo XIX del Magdalene College, en Oxford «Usted encontrará que es una buena idea, señor, verificar siempre sus referencias».

Robert Krueger

* El senador Robert Krueger ha sido embajador de Estados Unidos en Burundi, Embajador de Estados Unidos en misión especial en México, embajador estadounidense en Botswana, miembro del Congreso de Estados Unidos (D.-Texas), senador de los EEUU (D.-Texas) y representante especial de Estados Unidos para Comunidad de Desarrollo para el África Austral. En la actualidad es profesor de prácticas en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Tecnológica de Texas.

Artículo publicado en origen en: The Yale Daily News

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