Joseph Kabila, antiguo presidente de la República Democrática del Congo, ha sido sentenciado a pena de muerte por crímenes de guerra, traición, crímenes de lesa humanidad, así como asesinato, agresión sexual, tortura e insurrección. El expresidente dirigió el Congo durante 18 años, sucediendo a su padre, que fue asesinado.
La acusación se fundamenta en el apoyo que Kabila habría dado al grupo armado rebelde “M23”, que está causando graves problemas en la zona oriental del país. El expresidente, cuya residencia está fuera del país, ha considerado que el juicio ha sido “arbitrario”, así como que lo han utilizado como un “instrumento de opresión”. El expresidente no acudió al juicio y no estuvo representado por ningún tipo de procurador legal.
Autoexiliado desde 2023, en abril de 2025 Kabila manifestó que quería “ayudar a encontrar una solución a estos combates mortales en el este”, llegando a la ciudad de Goma controlada por el grupo rebelde militar M23 al mes siguiente. Los senadores congoleños despojaron al expresidente de su inmunidad legal con el fin de poder procesarlo al considerar que había establecido una alianza con el M23.
Desde comienzos del presente año, el M23 ha tomado las capitales de Kivu Norte y Kivu Sur, Goma y Bukavu, así como de amplias zonas del este del país ricas en recursos naturales, tales como los minerales. La Organización de las Naciones Unidas y varios países han acusado a Ruanda de participar, directa e indirectamente en el conflicto, aunque el presidente de Ruanda, Paul Kagame, se excuse señalando que su pretensión es que “el conflicto», en el que el mismo participa, «no se extienda a su territorio”. Aunque en julio comenzó un alto el fuego entre los rebeldes y el gobierno, la lucha entre ambos ha continuado.
Fuentes: The Namibian– AlJazeera
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