Juicio a Terminator, Por Chema Caballero

5/09/2015 | Bitácora africana

El 2 de septiembre comenzó en la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya el juicio contra Bosco Ntaganda, conocido como Terminator, nueve años después de que el tribunal emitiera la primera orden internacional de arresto contra él.

Ntaganda es un líder rebelde de la República Democrática del Congo (RDC) que luchó con distintos grupos armados ruandeses y congoleños y que más tarde se unió al ejército congolés donde adquirió el rango de general. Se trata de la cuarta persona juzgada por la CPI en relación con la RDC (los otros tres son: Thomas Lubanga, Germain Katanga y Callixte Mbamshimana).

En agosto de2006, cuando la CPI emitió la primera orden de arresto contra Ntaganda, este era acusado, al igual que a Thomas Lubanga, de crímenes de guerra por reclutar a niños y niñas menores de 15 años como soldados y por obligarlos a participar activamente en hostilidades en el contexto de conflicto armado de Ituri, en el noreste de la RDC, entre 2002 y 2003.

En una segunda orden de arresto emitida en julio de 2012 se incluyeron cuatro nuevas acusaciones de crímenes de guerra y tres de crímenes contra la humanidad.

Posteriormente, el fiscal añadió más cargos lo que elevó el número total de delitos imputados a Ntaganda a 15: 13 crímenes de guerra y 5 contra la humanidad. Estos incluyen: asesinato, ataques a civiles, violación, esclavitud sexual de civiles, saqueo, desplazamiento forzoso de civiles, ataques a áreas protegidas y el reclutamiento de niños y niñas menores de 15 años como soldados y su uso en combate. Todos estos cargos fueron confirmados por la CPI, el 9 de junio de 2014.

La ampliación de los cargos imputados surgió como respuesta a las demandas de varios activistas congoleños y de distintas organizaciones de derechos humanos que protestaban por lo limitado de los crímenes imputados en un primer momento tanto a Lubanga como a Ntaganda. Al aceptar la nueva propuesta los jueces respondían a la realidad de lo que verdaderamente sucedió en Ituri y a la necesidad de justicia por parte las víctimas de los crímenes allí cmetidos.

Esto no fue posible en el caso de Lubanga donde las acusaciones se limitaron a las recogidas en la primera orden de arresto: crímenes de guerra por reclutar a niños y niñas menores de 15 años como soldados y por obligarlos a participar activamente en hostilidades.
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Según la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) este juicio adquiere un valor muy significativo para las miles de personas que han sufrido, presenciado o documentado los serios abusos supuestamente cometidos por Ntaganda y las tropas bajo su mando.

También, siempre según HRW, con este juicio se estaría emitiendo una fuerte advertencia a los distintos señores de la guerra y comandantes que todavía operan en el este de la RDC y en tantos otros conflictos y que en algunas ocasiones, gracias a acuerdos de paz firmados, terminan integrándose en los ejércitos nacionales.

La teoría disuasoria, que es uno de los principios que inspiran a la CPI, no parece que esté funcionando porque, a pesar de las sentencias ya emitidas por el tribunal, los señores de la guerra de la RDC y de otros países al igual que los altos mandos de ejércitos nacionales (es el caso de Sudán del Sur o República Centroafricana, por citar dos casos muy de actualidad) continúan cometiendo los mismos crímenes: reclutamiento y uso de menores como soldados, esclavitud sexual, violaciones, asesinatos, pillaje, desplazamiento forzoso de civiles… En cambio, sí es una consecuencia directa de estos juicios el hecho de que cada vez sea más difícil supervisar el uso de niños y niñas como soldados o llegar a las zonas controladas por los rebeldes para conocer la situación de los civiles allí atrapados. Grupos rebeldes y ejércitos nacionales están cada vez más deseosos de ocultar el mayor número posible de pruebas, de cara a un eventual enjuiciamiento, pero no de dejar de cometer los crímenes en sí. Sin embargo, la comunidad internacional está en la dirección justa cuando lleva ante la justicia a estos criminales, independientemente de que su condena sirva para amedrantar a otros, e intenta ofrecer reparación a las víctimas. Hay que seguir buscando otras vías para evitar que se sigan cometiendo estos crímenes de guerra y contra la humanidad.

Este juicio servirá también como examen para ver si las reformas que está implementando la fiscal del tribunal, la gambiana Fatou Bensouda, que tienen como objetivo mejorar la calidad de las investigaciones y los enjuiciamientos, están funcionando. Detrás de estas mejoras están las crítica por los problemas en la obtención de pruebas y la calidad de estas que surgieron a raíz de procesos como el de Lubanga o el de Mathieu Ngudjolo (los jueces de la CPI decretaron su libertad argumentando que la fiscalía no había probado suficientemente los crímenes que se le imputaban por su participación en el conflicto de Ituri).

Bosco Ntaganda (Kinigi, Ruanda, 1973) era el fugitivo más buscado de la región de los Grandes Lagos cuando inesperadamente se presentó en la embajada de los Estados Unidos de Kigali en marzo de 2013 y pidió que se le trasladara a La Haya.

Fue uno de los fundadores del grupo rebelde M23, pero llevaba luchando desde los 17 años cuando se unió al Frente Patriótico Ruandés, en el sur de Uganda. Luego siguió en el Ejército Patriótico Ruandés y participó en la destitución del gobierno hutu de Ruanda en 1994. Posteriormente fundó la Fuerzas Patrióticas para la Liberación del Congo, con las que cometería los crímenes que se le imputaban en la primera orden de arresto.

En 2009, a pesar de que la CPI ya había emitido la primera orden de arresto contra él, se unió al ejército congolés y fue ascendido al rango de general llegando a comandar más de 50.000 soldados, muchos de ellos antiguos rebeldes que permanecía leales a él. Más tarde desertó y fundó el M23.

Hasta el momento, las razones por las que Ntaganda decidió entregarse a la CPI siguen siendo desconocidas, aunque algunas fuentes apuntan a que temía por su vida al sentirse amenazado por una fracción rival dentro del M23.

Antes del inicio del juicio, a través de su abogado, Bosco Ntaganda ha declarado que se presentaba ante el tribunal para probar su inocencia y limpiar su nombre. De hecho, en la apertura del juicio se declaró «no culpable».

Por su parte, la fiscal Benssouda está segura de que el antiguo jefe rebelde es responsable directo de los crímenes que se le imputan y quiere emplearse a fondo para demostrarlo y conseguir la máxima condena para él.

Original en : Blogs de El País. África no es un país

Autor

  • Caballero, Chema

    Chema Caballero nacido en septiembre de 1961, se licenció en derecho en 1984 y en Estudios eclesiásticos en 1995 Ordenado Sacerdote, dentro de la Congregación de los Misioneros Javerianos,
    en 1995. Llega a Sierra Leona en 1992, donde ha realizado trabajos de promoción de Justicia y Paz y Derechos Humanos. Desde 1999 fue director del programa de rehabilitación de niños y niñas soldados de los Misioneros Javerianos en Sierra Leona. En la , desde abril de 2004 compaginó esta labor con la dirección de un nuevo proyecto en la zona más subdesarrollada de Sierra Leona, Tonko Limba. El proyecto titulado “Educación como motor del desarrollo” consiste en la construcción de escuelas, formación de profesorado y concienciación de los padres para que manden a sus hijos e hijas al colegio.

    Regresó a España donde sigue trabajndo para y por África

    Tiene diversos premios entre ellos el premio Internacional Alfonso Comín y la medalla de extremadura.

    Es fundador de la ONG Desarrollo y educación en Sierra Leona .

    En Bitácora Africana se publicarán los escritos que Chema Caballero tiene en su blog de la página web de la ONG DYES, e iremos recogiendo tanto los que escribió durante su estancia en Sierra Leona, donde nos introduce en el trabajo diario que realizaba y vemos como es la sociedad en Madina , como los que ahora escribe ya en España , siempre con el corazón puesto en África

    www.ongdyes.es

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