Una noticia de Associated Press publicada el día 17 de junio presenta a unos jóvenes que han huido a Uganda para escapar de lo que ellos dicen que era un reclutamiento forzoso para el M23, en un campo Ingando. Los campos Ingando son campos de “solidaridad” gestionados por el gobierno de Ruanda, a los que los ruandeses deben asistir si quieren tener un futuro en el país, según informa la AP.
“Los 14 hombres y dos mujeres dicen que huyeron de Ruanda el 3 de junio, poniendo fin a semanas de lo que ellos consideran acoso por parte de oficiales y funcionarios que los hostigaban porque querían eludir un “programa de concienciación política” en Butare, ciudad que está a 80 kilómetros de la capital, Kigali.
Dos de los estudiantes que huyeron dicen en las entrevistas que se resistieron a ir al programa del centro “Ingando” porque la mayoría de sus amigos que habían ido allá nunca volvieron. Dicen que sus compañeros de clase fueron obligados a cruzar la frontera y luchar en las filas del M23, una de los muchos grupos rebeldes que operan en la inestable provincia de Kivu Norte, en el este de la RDC.
“Les dijimos que éramos muy jóvenes para unirnos al M23, pero no nos escuchaban”, dice Moses Mugisha, de 21 años. “Nos amenazaban. No podemos volver a Ruanda. Tenemos mucho miedo”.
Los 16 jóvenes que se negaron a ir al programa del campo “Ingando”dicen que los resultados de sus exámenes del instituto fueron retenidos por las autoridades por esto. Bajo Ingando, miles de estudiantes ruandeses toman parte cada año en lo que el gobierno llama Campos de solidaridad, lugares por todo el país donde son adoctrinados sobre qué significa ser ruandés.
Este no es el primer informe sobre que los campos Ingando son utilizados como bases de reclutamiento forzoso para propósitos militares, según un informe del Departamento de Estado sobre Derechos Humanos, “miembros del personal de algunos orfanatos informaron que las Fuerzas de Defensa de Ruanda presionaron a algunos de sus amigos para que se unieran al ejército, durante su participación en los campos Ingando de formación cívica y militar, a los que se va obligatoriamente tras graduarse en secundaria”.
La conexión entre los orfanatos Ingando y el ejército debería ser objeto de especial preocupación para los anglicanos de Estados Unidos, que apoyan regularmente estos orfanatos. Cuando planteé esta preocupación sobre los Ingando ante el arzobispo de la iglesia anglicana norteamericana en Ruanda, Pear USA, me dijeron que los obispos anglicanos ruandeses respaldan los campos Ingando y que los comparaban ¡con un retiro eclesial! Como solía decir Bob Dole “¿dónde está el indignación?”.
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(Le Congolais, 17-06-13)