Rafael Sánchez: “Mamá, quiero ser cooperante”. En principio, el título es provocativo
Jorge Jimeno: Un poquito, ¿verdad? Sobre todo va dirigido a aquellas personas que un día llegan a su casa y dicen esa frase: “Quiero se cooperante” y las preguntas que les suscita el tema. En mi experiencia como cooperante cuando volvía a España, me tomaba algunos cafés con gente que o bien quería ser cooperante o se había enterado de mis viajes por África y decía: “Oye Jorge, ven para acá que tengo algunas dudas sobre el trabajo que haces”. “¿Es verdad que estás poniendo allí ladrillos con lo que has estudiado?”. “¿Realmente merece la pena?”. Y todas esas cuestiones que se platean debido a que hay muchos mitos en torno a aquellos que desempeñan un trabajo de cooperante internacional. Y la gente tiene ganas de saber bastante más, y luego, si eso que se sabe, o eso que se dice es verdad o no. Con ese objetivo es con el cuál escribí el libro.
R.S.: De todas formas, con la que nos está cayendo, ¿Todavía hay gente que quiere ser cooperante?
J.J.: Pues la verdad es que sí. Fíjate que con motivo de la presentación del libro es algo que estuve preguntando a los profesores universitarios que desarrollan masters en cooperación: “¿Sigue habiendo interés en los estudiantes en estudiar este tipo de másters?”. Y la verdad es que no ha caído el número de solicitudes, lo que si ocurre es que luego, a la hora de formalizar el pago, ha bajado la proporción entre el número de admisiones y el número de estudiantes que al final se matriculan en los programas. Pero el interés en la cooperación internacional parece que sigue vigente.
R.S.: Escribir este libro te ha ofrecido la ocasión de dar respuesta con profundidad a todas esas preguntas que te han realizado.
J.J.: Sí, exacto. Yo, cuando terminaba de hablar en estas conversaciones sobre el interés por la cooperación, siempre me iba a casa insatisfecho. Insatisfecho porque por un lado no es lo mismo reflexionar y escribir; los pensamientos que plasmas en el papel son mucho más profundos que los que tienes en una conversación. Y luego porque también decías: “A ver si no me he expresado bien en lo que quería decir”. Y por este motivo preferí plasmarlo en un libro para que quedase más claro.
R.S.: La primera pregunta que haces en el libro es: “¿Qué entendemos por cooperar?” Alguien que quiera ser cooperante en cualquier país de África, ¿Qué puede hacer allí?
J.J.: Una variedad tremenda de trabajos. Yo digo que ser cooperante es como ser funcionario: como ser médico, un profesor, un administrador, un ingeniero. En fin, hay una variedad de trabajos como cooperante. Pero lo que está claro que no se hace son cosas que muchas veces tenemos en la imaginación. En la mayoría de los casos, aunque siempre suele haber excepciones, cuando te dicen “El primo de mi hermana está ahí poniendo ladrillos construyendo una escuela”, esto es un caso muy raro. En la cooperación habitual, más allá de que se cobre o no se cobre, alguien no va a hacer una labor de cooperación poniendo ladrillos para construir una escuela, pues para ello hay un montón de gente que lo puede hacer.
R.S.: Cuando una persona dice: “Quiero ser cooperante, me voy para cualquier país”, se puede dar el caso de algunos piensen que es algo peligroso y otros que supongan que es algo parecido a unas vacaciones.
J.J.: Sí, son dos extremos de algo que no puede darse. Nadie va a un sitio a jugarse la vida, y eso lo abordo en uno de los capítulos, en lo que atañe a lo inseguros que pueden ser algunos trabajos de cooperación. También depende mucho del contexto, no tiene nada que ver un contexto humanitario en un conflicto bélico, o un contexto de catástrofe natural con los escenarios más tranquilos de cooperación al desarrollo, y la inseguridad es totalmente distinta en un ámbito y en otro. Pero nadie se juega la vida diariamente porque aparte no tiene sentido. Si alguien tiene la sensación de jugársela cada día no está haciendo bien su trabajo.
La cooperación no es un trabajo de locos. Otra cosa es que tenga sus riesgos, pero ni la organización te puede obligar ni tú a ti mismo te tienes que forzar a jugarte la vida a cada rato. Y sobre lo de estar tomando el sol en la playa, sé que hay destinos maravillosos desde el punto de vista climatológico y turístico que te permiten hacer estas actividades de sol y playa en tus ratos libres. Al fin y al cabo somos personas normales y corrientes y no estamos constantemente lamentándonos de las desgracias del mundo. Y si tienes la oportunidad de marcharte un fin de semana a la playa a tomar el sol, desde luego que bienvenido sea.
R.S.: Hablabas antes de dinero. La cooperación y el dinero ¿cómo se llevan?
J.J.: Se llevan. Ese es otro de los mitos. Yo veo el miedo en la cara de la gente que me pregunta, porque por un lado hablar de dinero es un tema incómodo, y por otro porque parece que les están destrozando uno de sus mitos cuando te preguntan: “No me digas que tú cobras”. Y claro que se cobra; desde luego existe una variedad de casos, y hay gente que no cobra nada durante un periodo de tiempo. Pero sin cobrar no se puede hacer un trabajo. Sí se puede hacer durante unos meses, por ejemplo, si te coges una excedencia en tu trabajo, “Me voy durante un tiempo sin percibir ingresos solo porque me hace ilusión”, o por la razón que sea, siempre hay un motivo. La cooperación es de ida y vuelta. Y siempre tiene que haber un motivo de vuelta, porque si no estaríamos hablando de paternalismos, de limosnas y eso no es cooperación. Ese motivo de vuelta para mí siempre tiene que existir, sea del tipo que sea. Pero hablando de la remuneración, si no tienes un sueldo no te puedes dedicar a esto. Y eso, una vez que lo hablas yo no he encontrado a nadie que me lo rebata.
R.S.: En la presentación del libro dices que realizas una visión crítica de la cooperación, a la vez que una crítica no ácida a las ONG´s.
J.J.: Sí, yo no quiero herir a nadie con lo que digo en el libro. De hecho me he pasado horas releyéndolo para tener cuidado de no herir a nadie. Quizás con la única organización con la que no he tenido tanto cuidado ha sido con las Naciones Unidas. Pero, al final, es muy difícil hacer daño a Naciones Unidas, creo que no tengo esa capacidad.
R.S.: Yo creo que todo el que ha trabajado con ACNUR tiene algo que decir, ¿no?
J.J.: Exacto. Y al final es que Naciones Unidas somos todos, es el gobierno global que nos representa a todos. Y estoy en mi derecho de decir a Naciones Unidas que lo haga de la mejor forma posible, por lo tanto ahí he sido menos cuidadoso, pero en ningún momento con intención de hacer daño.
R.S.: No es la primera vez que se critica a las ONG por no ser todo lo transparente que se supone deberían ser, por no ser todo lo claras y muchas veces por comportarse a manera de empresas.
J.J.: Sí, y ese es uno de los capítulos que abordo. Es algo que he notado en mis experiencias trabajando en cooperación. Hay veces que las ONG, sobre todo, porque hay otro tipo de organizaciones que se pueden manejar de forma distinta, como es el caso de las del Estado o las de Naciones Unidas, han crecido tanto y llegado a una estructura tan fuerte, sobre todo las más potentes, que ha llegado un momento en que han confundido los términos. Y ya no se sabía muy bien si el objetivo de su existencia era por el que se creó (cambiar la realidad sociopolítica de nuestro mundo, de una u otra forma), o su objetivo inmediato era conseguir ingresos para mantener la estructura e incluso crecer. Durante un tiempo me sorprendía con algunas organizaciones que planteaban en sus reuniones el crecimiento que iban a tener. Pero, ¡centrémonos en el ejercicio de cambio político! porque al final las ONG deben tener una labor clara de incidencia política, que es lo que las diferencia de ser empresas, porque si no tienen esa parte de cambio en la incidencia política no dejan de ser empresas, y eso no debería ser así.
R.S.: También hablas en tu libro, precisamente, de la forma empresarial en que suelen tratar al cooperante algunas ONG, y eso tampoco debería ser así, porque lo que tú predicas para los demás lo tienes que predicar también en tu casa.
J.J.: Exactamente, y eso es algo que es muy curioso. Las ONG se agarran a lo que es la eficacia y la eficiencia, y entonces son dos términos que se utilizan mucho, sobre todo el de eficiencia, para justificar las distintas acciones que se toman. “Tenemos que ser eficientes y por tanto tenemos que funcionar como empresas”. Sí, pero si tú estas promoviendo una serie de derechos humanos y quieres que los trabajadores no sean tratados como números sino como personas, que tu enfoque es “de personas”, tienes que tener ese enfoque en la organización y no abandonarlo por la sostenibilidad financiera del grupo.
R.S.: La cooperación, en este contexto que hablamos, tiene una vida corta, sin embargo ha variado mucho en los últimos años. ¿Qué entendemos por cooperar?
J.J.: Desde luego que ha ido evolucionando y adaptándose con el tiempo, pero de todas las definiciones que existen, me quedo con la de la Real Academia. Cooperar es que varias partes aúnan esfuerzos para conseguir un mismo objetivo. Para mí, eso es la cooperación y así se debería enfocar. La cooperación tiene una parte de dar y otra de recibir: Yo hago algo porque me interesa, a todos los niveles, ya sea el cooperante que, o bien lo haga porque es su trabajo, o porque quiere conocer otras culturas o haga un trabajo muy específico y es lo que le gusta. Yo diría que hay una motivación por cada cooperante y es muy difícil generalizar cuál es la de todos. Pero esa razón de vuelta tiene que existir a nivel del Estado. Hay muchas veces que la gente se hace cruces cuando dicen: “Esta política de cooperación del Estado es para reducir el número de inmigrantes que llegan a nuestras costas”. Bueno, si eso se hace bien y sirve para que el Estado se involucre en el desarrollo de una zona del África occidental, bienvenido sea. Si se hace bien, claro. Otra cosa es que no se haga buscando el bien de la otra parte, pero si se hace buscando el bien común, pues bienvenido sea. Es que tiene que haber un interés por la otra parte si se hace bien, cuando no lo hay, no existe cooperación.
R.S.: Cuando explicamos que la cooperación es interesante para la sociedad española es porque la sociedad española va a obtener un beneficio de ello, un rendimiento justo en el sentido que la otra parte se va a beneficiar en la misma medida.
J.J.: Exacto, hay un beneficio que no tiene porqué ser siempre monetario. Me da mucha pena cuando oigo algunas declaraciones por parte del Gobierno a propósito de los recortes a la ayuda por culpa de la crisis. “No, perdone”, es que la política de cooperación del estado no puede ser una política pensando en que somos los que estamos dando, de esa manera se está entendiendo mal el concepto de cooperación. Y es una pena porque esto nos va a perjudicar a nosotros en el futuro.
R.S.: En una situación de crecimiento de África a nivel general, España, cuando empezaba a estar mínimamente presente en la cooperación al continente, vuelve a desaparecer. No creo que sea bueno económicamente, ni a nivel social ni político.
J.J.: Es una pena, porque España empezaba a ser un país relevante en las políticas de cooperación internacional. Y aunque había muchas cosas que no se hacían bien, pero por lo menos había una estructura adecuada y teníamos capacidad para influenciar en el mundo de la cooperación internacional, y poder ejercer esa cooperación en los términos que hemos comentado anteriormente. Pero con esta política también se destruye esta estructura y llevará muchos años reconstruirla.
R.S.: Una de las cuestiones más difíciles después de escribir un libro es que te lo publiquen.
J.J.: Yo siempre bromeo con esto y digo que mi segundo libro se titulará: Mamá, quiero publicar un libro. Porque la verdad que es todo un mundo, pero al final estoy muy contento con la publicación en la editorial “Círculo rojo”, en modelo de autoedición. Esta es una opción que se está poniendo de moda y que me ha dado, y me está dando, mucha satisfacción. Lo complicado del modelo de autoedición es la distribución, pero esta cuestión me ha facilitado conocer a muchos libreros y dar charlas y presentaciones en lugares donde el libro ha podido suscitar interés.
0 comentarios