Islam y Capitalismo, por Ramón Echeverría

4/03/2025 | Bitácora africana, Opinión

El Gobierno autoriza la toma del 9,97 % de Telefónica por el grupo saudí STC. El operador árabe se postula como un “socio a largo plazo” de la multinacional española, y confirma que entrará en su consejo” (El País, 28 de noviembre 2024). Todavía más reciente, el pasado 6 de febrero, The Economist publicó “De La Meca y Mammon. Por qué en el mundo árabe los islamistas hablan el lenguaje del libre mercado”. Acompañaba el artículo la fotografía de Asaad Hassan al-Shaibani (miembro, durante la guerra civil siria, de un grupo sunita yihadista, Hay’at Tahrir al-Sham, y ministro ahora de Exteriores en el Gobierno Sirio de Transición), mientras ensalzaba en Davos las virtudes del libre mercado. Un tanto socarrón, el articulista comentaba: “Cuando los legisladores necesitan una justificación religiosa para sus políticas, los clérigos son felices proporcionándosela. Dar al-Ifta, una autoridad religiosa estatal en Egipto, argumenta que una economía planificada es contraria al Islam porque restringe la libertad personal. La economía islámica ideal, explica, es un «mercado libre desprovisto de monopolio, engaño y otros males, en un lenguaje que suena más a Adam Smith que a al-Shafi’i [famoso legislador musulmán gazatí, 767-820]”.

Picado por la curiosidad, he consultado dos sitios web que suelen responder a preguntas de creyentes musulmanes, en este caso si el Islam es compatible con el Capitalismo. Esto es lo que encontré en Reddit: “Las apuestas son dinero haram (prohibido) porque no se ha trabajado para obtenerlo, lo mismo que los intereses… pero la asistencia social y las ayudas son una excepción porque la persona que los recibe los necesita desesperadamente… El capitalismo perpetúa el pecado del dinero haram y, por lo tanto, es un sistema pecaminoso incompatible con los mandamientos de Dios”. Y en Islamweb.net: “El Islam dice lo mismo sobre el capitalismo que sobre el socialismo; son sistemas hechos por el hombre con numerosas ideas contrarias a lo establecido por Alá para las interacciones económicas de las personas. La legislación islámica es el sistema que debe regir tales interacciones. Aquel que creó es el [único] que tiene derecho a legislar”. Entonces, ¿es o no es el Islam compatible con el Capitalismo? ¿Acaso no fue Mahoma un notorio comerciante? La zakat, impuesto obligatorio para los creyentes, sirve para distribuir la riqueza. Y ¿no hay primero que obtenerla?

Para Max Weber (1864-1920) que asumía como necesaria la conexión entre secularismo y modernidad, y que consideraba la ética protestante, en especial la calvinista, como el caldo de cultivo en el que surgió el capitalismo, era lógico considerar el Islam como incapaz de generar un capitalismo moderno. O al menos es así cómo leen a Weber algunos autores que lo critican por no considerar que, culturalmente, “modernidad” se declina en plural, y que las de Japón o Arabia Saudí no tienen por qué ser una copia de la modernidad occidental. También Maxime Rodinson (1915-2004), orientalista francés de tendencia marxista, se preguntó, en “Islam et Capitalisme” (1966), si el Islam, como cuerpo de doctrina, contenía algo que se opusiera a la actividad económica capitalista. Su respuesta fue un rotundo “no”. Rodinson consideraba que la historia económica de los países de mayoría musulmana se caracterizaba por lo que él llamaba «el desarrollo del capital comercial en una dirección claramente capitalista«. Según Rodinson, no sólo el mundo musulmán conocía un sector capitalista, sino que este sector era aparentemente el más extenso y desarrollado de la historia antes del siglo XVI.

En “Is Islam Campatible with Capitalism” (The Social Order, City Journal, New York, Summer 2011), el economista y filósofo francés Guy Sorman analiza los factores que propiciaron que el capitalismo apareciera en Europa y no en el Medio Oriente musulmán. De sus vivencias en este último, concluye que un factor de fondo ha sido el “orden legal” (“estabilidad jurídica” en la jerga contemporánea) que se presenta como ideal en Occidente, mientras que el mundo musulmán tiende tradicionalmente a favorecer una aplicación de la ley influenciada por las relaciones sociales y familiares entre los ciudadanos. Según Sorman, que sigue en esto a Avner Greif, de la Universidad de Stanford, a principios del siglo XII, dos grupos de comerciantes dominaban el comercio marítimo mediterráneo: los genoveses europeos y los magrebíes de El Cairo, que eran judíos, pero, procedentes de Bagdad, compartían las normas culturales del Oriente Medio árabe. Los genoveses superaron a los magrebíes “porque inventaron varias instituciones corporativas que formaron el núcleo del capitalismo, incluidos bancos, letras de cambio y sociedades anónimas, lo que les permitió acumular suficiente capital para lanzar empresas más arriesgadas, pero más rentables”. La necesidad hace virtud, y a Génova, diminuta ciudad estado, no le quedó más remedio que apañárselas e inventar. Y ahora que se perfila en el horizonte el final de la hegemonía del petróleo, la implicación en el capitalismo occidental, de los fondos soberanos de los países musulmanes ricos, confirma la evolución prevista por Rodinson “del capital comercial [en el que numerosos árabes musulmanes han sido siempre expertos] en una dirección claramente capitalista”.

No hay duda de que, a largo plazo, toda religión influencia la cultura en la que se encarna. Pero el ejemplo genovés apunta a que, en política como en economía, la cultura es más importante que la religión. “Incluso si la religión apoya los mercados libres, no explica cómo organizarlos”, afirma el articulista del The Economist. Y añade: “Tanto los Hermanos Musulmanes [en Egipto] como Ennahda [en Túnez] fracasaron a la hora de implementar reformas económicas serias. En las finanzas como en la fe, conocer las Escrituras es fácil. Seguirlas es difícil”.

Ramón Echeverría

CIDAF-UCM

Autor

  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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