Seguir la actualidad africana y profundizar en sus muchas esferas hace que el africanista deba mostrarse flexible, pues se enfrenta a un mundo difuso donde lo definible es una rara excepción. La desintegración del regimen somalí en los años noventa y la posterior deriva institucional ante la ausencia de ley, las hambrunas y el surgimiento de los señores de la guerra, significarían el aislamiento del país respecto a la comunidad internacional. La diáspora somalí y la auto escisión de Puntlandia como un pseudoestado gobernado por caudillos, sustentados en el complejo entramado social del sistema de clanes somalíes, y apuntalado por fuerzas mercenarias de raíz occidental con oficinas en Dubái o Jo´burg, personifica, como gracias a la herencia de la escuadra y el cartabón colonial, y de la mano de los vacios legales, los imberbes estados africanos pueden mutar hacia un confuso modelo nacional.
No son pocas las voces que señalan a Al-Shabab como la franquicia de Al Qaeda en el Cuerno de Africa, y las supuestas relaciones del integrismo islámico con el auge del pillaje marítimo en el Golfo de Adén. Teoría que sin ser descartable, presenta aún muchas dudas. La hipótesis más aceptada es que la piratería somalí procede de aquellos pescadores artesanales que indefensos ante la pesca industrial e ilícita que arrasó sus caladeros, empezaron por apresar pesqueros y acabaron secuestrando buques mercantes. Un lucrativo negocio que hizo florecer localidades costeras brindando servicios relacionados con la rapacería marítima. Una versión africana de la Isla de la Tortuga o la República de los Pordioseros. Feudos viables gracias al caos institucional; al encumbramiento social que aclama a los piratas como héroes y protectores de la soberanía; a las inciertas relaciones con el terrorismo internacional; al tráfico de drogas y personas; y a una discreta conexión con algunos despachos londinenses. Un escenario [kafkiano] que derivado de la destrucción de un poder central, podría estar cocinándose en otros lugares como el Delta del Níger; donde los actores son comunes: Islam, debilidad estatal y petróleo.