Inundaciones en El Aaiún han causado graves y extensos daños.

14/11/2016 | Crónicas y reportajes

Del 27 al 28 de octubre de 2016, lluvias torrenciales han golpeado el Aaiún y su entorno durante largas horas. Esta lluvia que era muy deseada y que la gente recibía con entusiasmo y satisfacción ha tenido, sin embargo, consecuencias inesperadas y desastrosas. El resultado es trágico y los daños materiales son importantes.

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En cuanto a los daños, podemos mencionar las inundaciones causadas por la crecida del río Sakia Al Hamra. La impetuosidad de las crecidas ha llenado la presa artificial de retención de El Aaiún, y ha abierto dos grandes brechas de un centenar de metros en el cuerpo de la presa. Las aguas finalmente se han desencadenado minando con todas sus fuerzas la presa hasta alcanzar el nivel normal del río. Esta masa de agua copiosamente arrastrada por las crecidas ha sumergido el puente que une El Aaiún con el norte de Marruecos. Las explotaciones agrícolas y las cooperativas ubicadas entre El Aaiún y el Océano Atlántico (la parte llamada Foum el oued) fueron alcanzadas y sufrieron también las consecuencias devastadoras de estas inundaciones. Rebaños enteros de ganado fueron arrastrados y ahogados en las aguas. Los cadáveres cubren el litoral del océano arrastrando toda clase de objetos que las aguas han llevado en su paso a través del desierto…

Algunas casas construidas sobre el lecho del río, han sido también sumergidas por completo y algunas destrozadas por las furiosas aguas torrenciales. Las autoridades locales han ordenado a los que todavía viven en el lecho del río a abandonar el lugar y refugiarse en centros de acogida en espera de una solución duradera.

El transporte se vio afectado. Más de cuatrocientos camiones y otros vehículos ligeros quedaron inmovilizados durante esos cuatro días. La única carretera operativa para llegar al norte, sigue siendo la de Smara, tomando un poco más de 120 kms. Solamente la vía aérea continúo funcionando manteniendo los vuelos regulares. La red de comunicaciones (teléfono e Internet), ha quedado dañada debido al corte de las líneas de electricidad. La ciudad de El Aaiún ha permanecido incomunicada durante cuatro días.

Este bloqueo tiene como resultado la escasez de alimentos y la dificultad de almacenamiento. El mercado y los puestos de venta estaban vacíos.

Si por un lado seguimos deplorando este pesado resultado material, todavía no sabemos el número exacto de muertos. Vimos las zodiacs de los bomberos cruzando el río Sakia Al Hamra, en todas direcciones, los helicópteros y pequeños aviones de la gendarmería real sobrevolando la zona en búsqueda y rescate de supervivientes. Tanta buena gente alineado en el margen del río, algunos para ayudar y otros sorprendidos de ver este espectáculo raro y sin precedentes, que se presentaba ante ellos. Todos los estratos de la sociedad se movilizaron en un arranque de compasión y solidaridad, para rescatar a las víctimas y también para reparar lo antes posible todos los daños para que la vida pueda volver a la normalidad.

Aunque nuestra iglesia no ha sido tocada directamente por los horrores de las inundaciones, nosotros, como Iglesia del desierto, somos muy solidarios con las personas que sufren, desoladas por este flagelo. El agua es la vida, se dice. Pero esta vez el agua nos ha causado la desolación. El desierto sufre las consecuencias. Sufre y llora sin perder la confianza en Dios.

Valerio Eko, el padre del desierto La Mission Oblate du Sahara

Traducción, Jesús Esteibarlanda

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