Los analistas Fernando Lima, Moisés Mabunda y Samuel Simango sostienen que las actitudes de Rusia ante la muerte de su embajador en Mozambique, Alexander Surikov, fueron equivocadas, desde el levantamiento del cuerpo hasta la llegada a la morgue y la solicitud de retirarlo sin autopsia ni aclaraciones al Gobierno mozambiqueño. Según estos analistas, Mozambique, como Estado soberano, debe exigir a Rusia aclaraciones sobre la falta de una autopsia.
Menos de 24 horas después de la muerte de Surikov, el Gobierno ruso impidió a las autoridades mozambiqueñas realizar el seguimiento necesario para evaluar las circunstancias de la muerte, es decir, realizar un análisis incluyendo la autopsia. Teniendo en cuenta la legislación que rige las relaciones diplomáticas entre Rusia y Mozambique, ésta es la primera razón por la que los antes mencionados analistas mozambiqueños consideraron la muerte del embajador ruso “sospechosa”.
Fernando Lima, utilizando el razonamiento de que el gobierno mozambiqueño heredó, en cierto modo, lo que llamó “la opacidad del Gobierno ruso”, concluye diciendo que, sin embargo, no debe hacer lo que Rusia dice, sobre todo porque Mozambique es un Estado soberano:
“Mozambique es un territorio soberano e incluso los diplomáticos, que están cubiertos por un Convenio Internacional, deben respetar todos los principios derivados del hecho de vivir en territorio nacional. Por lo tanto, esta muerte debe ser esclarecida”.
Samuel Simango comparte el mismo parecer al afirmar que “las relaciones internacionales exigen que un embajador asuma sus actividades en un determinado país después de su acreditación”, es decir que “era previsible que el Ministerio de Relaciones Exteriores hubiera hecho una comunicación. Si esto se hubiese realizado, al menos deberíamos tener una comunicación oficial de los órganos gubernamentales rusos”. Sin embargo, “al no suceder y haber opacidad en la difusión de información sobre esta muerte, estamos diciendo que hay sospechas, y existe la posibilidad de entender que hay una conspiración entre los dos Gobiernos en este caso”, explicó Simango.
La desaprobación del comportamiento del Gobierno ruso, según la lógica de corrección hecha por Moisés Mabunda, no se da sólo en el caso de la muerte de Surikov, sino que Rusia no solo oculta sus aclaraciones sobre la muerte de sus embajadores, sino que también impide que lo hagan los Estados donde se produjeron estos incidentes. Mabunda afirmó:
“El solo hecho de que haya sido ingresado sin el conocimiento de las autoridades es bastante sospechoso, y estos casos se ven agravados por la historia. Se registraron siete casos similares en otros países, pero las autoridades rusas guardaron silencio. En todos estos casos no hubo investigación ni aclaración. Por lo tanto, nos enfrentamos a una nube que no podemos explicar adecuadamente”.
Es cierto que corresponde al Estado mozambiqueño aceptar o no las exigencias del Gobierno ruso, pero, antes, ha habido protocolos que no se han seguido. La primera institución que debería ocuparse del caso es la Policía de la República de Mozambique, la misma que ni siquiera tuvo acceso al cuerpo.
La segunda institución es la Fiscalía, a la que cabe considerar o no la solicitud según la información y aclaraciones ofrecidas por las autoridades mozambiqueñas.
Los analistas citados recuerdan que, independientemente de tratarse o no de un miembro del cuerpo diplomático, se deben mantener los principios de legalidad.
Otro punto que falló es que el Ministerio de Asuntos Exteriores ya debería haber dado una aclaración, o al menos una comunicación oficial, al ministerio homólogo del lado ruso. Además de eso, el Estado de Mozambique debería aclarar el caso para mantener su integridad y soberanía.
A pesar de los errores entre los dos Estados en el trato de la muerte de Alexander Surikov, los analistas concluyen que es demasiado pronto para suponer que hubo una obstrucción legal en la investigación.
Fuente: O Pais – Imagen: Sergey Subbotin – Wikimedia
[Traducción y edición, Jesús Zubiría]
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