Intento de envenenamiento de Yayi Boni de Benín ¿Complot político o crimen depravado?

26/10/2012 | Opinión

¡Rocambolesco es el reciente intento de envenenamiento del jefe del Estado beninés! Thomas Yayi Boni, salvó la vida porque su propia sobrina, en el corazón de la intriga, ha divulgado el asunto confiándose a su hermana. Inculpadas por intento de asesinato, tres personas fueron retenidas el día 23 de ocutbre en la prisión de Cotonou. Según el fiscal de la República de Benin, la trama se remonta a más o menos una semana. Justin Gbénaméto sostiene que la operación tenía como objetivo eliminar al Jefe del Estado, haciéndole consumir productos tóxicos, en vez de los medicamentos que tomaba habitualmente. El líder de la operación sería Patrice Talon, un beninés residente en Bélgica.

Patrice Talon fue una persona muy cercana al presidente Yayi Boni. Después de haber visto cómo le retiraban varios contratos con el Estado, se encuentra hoy en el punto de mira de la Justicia beninesa. El dinero sería el móvil de todo este asunto. En efecto, el líder habría prometido a cada una de las tres personas incriminadas, mil millones de francos CFA para llevar a cabo el asesinato. Así que “la pasta” es lo que ha bastado para la traición. Oficialmente, el presidente Thomas Yayi Boni, quien fue reelegido en el 2011 después de un mandato de 5 años, contempla el respeto de la Constitución. Ésta limita sus mandatos a dos, deberá pues pasar el testigo en el 2016. Pero uno de sus antiguos amigos sostiene que cuenta con “agarrarse al poder” más allá de los mandatos previstos en la Constitución, y que su entorno está corrompido. El mismo individuo se encuentra a la espera de ser procesado en una causa celebrada el 25 de octubre, en Cotonou. Lionel Agbo es un antiguo portavoz del presidente beninés. Perseguido por difamación y ofensa hacia el Jefe de Estado, hizo estas declaraciones delante de la prensa, unos meses después de haber dejado su puesto. ¿Estaríamos pues en presencia de un verdadero o de un falso complot? ¿De qué lado y con qué propósito? ¿Conoceremos alguna vez la verdad? Para Joseph Djobenou, el abogado de dos de los tres inculpados en el caso de envenenamiento, “si existe un complot, puede que este no se encuentre donde pensamos”. El abogado se lamenta: “…lo esencial de este caso no ha sido aún revelado. Todavía hay más opacidad que luz. De hecho, a pesar de estar sometidos a secreto profesional, se ha divulgado lo esencial…”.

Con toda probabilidad, los antiguos amigos ahora parecen ser un incordio para el presidente del Estado Beninés. Pero entonces, ¿por qué atentar contra su vida? Según un consejero de la presidencia: el hombre de negocios Talon está enfadado con el jefe del Estado “porque le han arrancado la gestión del Programa de Verificación de las Importaciones de nueva generación (PVI)”. Esta instancia, puesta en marcha por Yayi Boni, estaría encargada de fijar los aranceles aduaneros en el puerto de Cotonou y de dar más transparencia a los intercambios en las aduanas. Durante 5 años, el Señor Talon ha gestionado el PVI. Pero recientemente, ha perdido ese mercado. Este señor se beneficiaba de un monopolio en materia de abonos y de insecticidas en el sector del algodón. Una situación que ha finalizado recientemente, según el Consejero de la Presidencia.

¿Qué lecciones podemos sacar de esta saga judicial? Primero, que conviene condenar con vigor el intento de envenenamiento del presidente beninés. Recuerda los numerosos casos de agresión registrados en África, concretamente en los siguientes países: Guinea Bissau, Guinea Conakry, Mali y Mauritania. Eso muestra que, finalmente, incluso estando a la cabeza del Estado, no hay que jurar por nada en temas de seguridad. ¿De quién hay que fiarse hoy en día? Para algunos, Yayi Boni ha tenido suerte, simplemente. Los creyentes tienen su respuesta: ¡Dios! Sabiendo que a cada mortal le llega su hora, el Creador habría estimado que la hora de Yayi Boni no había llegado todavía, lo que habría salvado de una muerte asegurada.

Las instituciones africanas serían más frágiles de que lo que cabe imaginar. Y es generalmente en los rangos más fieles donde se reclutan los brazos armados. ¿Pero por qué ensañarse atentando contra la vida de un Jefe de Estado? Sin querer justificar nada, se puede ver que en nuestras repúblicas bananeras, las instituciones han perdido mucha credibilidad. Aquellos que las dirigen han tomado por costumbre abandonarlas (las instituciones) en beneficio de sus círculos cercanos, hasta el punto de que ciertas funciones quedan así banalizadas. Llega pues lo irreparable, porque uno le toma gusto a gobernar despreciando o ignorando los textos (legales). En casi todos lados, se ha convertido en algo corriente en África ver la presidencia de una República, o el entorno del príncipe, mezclarse en los nombramientos o en la atribución de mercados públicos. Lo ideal sería alejar a los principales responsables del Estado. Sería favorable que se confiaran las carteras a comisiones y estructuras técnicas designadas sobre la base de criterios precisos y consensuados. La república estaría a salvo. Más aún sabiendo que no es fácil deshacerse del nepotismo, expresión de una gran debilidad humana.

La democracia republicana se acomoda difícilmente en regímenes que ignoran la separación de poderes, que supone la adopción de comportamientos inequívocos, tanto como que los directivos se encarguen de limitar los abusos. Numerosos gobiernos africanos han caído demasiado bajo, por perder ciertas carteras sensibles o verse desprovistos de prerrogativas por parte de personas cercanas, a su vez mezcladas en engranajes de sistemas cuyo control acaban perdiendo tarde o temprano. Sin embargo, unas comisiones con responsabilidad colectiva podrían minimizar los riesgos y permitir disculpar a toda persona. La adopción de esa vía confirmaría la elección de transparencia en la atribución de los mercados públicos, permitiendo así a las instituciones ganar credibilidad y estima hacia el contribuyente, cada día mejor informado sobre sus derechos y deberes, y cada día más y más vigilante. Desgraciadamente, en África subsahariana, la codicia y el misticismo, añadidos a la ligereza en los comportamientos, parecen tener largos años de vida delante de sí. De ahí esos olores de complots y otros crímenes depravados. No obstante, la esperanza está presente, a razón del trabajo que cada día realizan la sociedad civil y los medios.

(Le Pays, Burkina Faso, Publicado el martes 23 de octubre del 2012)

Traducido para Fundación Sur por Juan Ramos Peris.

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