De acuerdo con la información proporcionada por el diario digital Journal du Tchad, el pasado lunes 20 de diciembre, un profesor se presentó en el Instituto Bilingüe de Mongo, en la región de Guéra (Chad), con una AK-47 dispuesto a matar a un alumno H. Hissein Saboun, debido a una humillación que supuestamente este último habría realizado contra el profesor. No hubo forma de hacer entrar en razón al profesor, pero sí hubo tiempo suficiente para evacuar a los alumnos de las aulas y para avisar al gobernador, quien se presentó en el instituto acompañado de un destacamento militar para reducir al peligroso profesor armado. Sin embargo, los alumnos malinterpretaron esta intervención como una intromisión del Ejército en el sistema educativo y les arrojaron piedras, terminando la jornada con el profesor detenido, varios heridos, entre alumnos y militares (también resultó herido el Inspector de Educación del Departamento de Guéra), pero, afortunadamente, ningún fallecido.

Este caso concreto permite sacar a la luz el caso de numerosos asesinatos que se dan en el ámbito educativo en África. La preponderancia de estos casos en el mundo occidental, especialmente en Estados Unidos (donde se han dado numerosas situaciones a la inversa), ha provocado que perdamos de vista situaciones similares y no menos graves en regiones y continentes menos mediáticos, como es el caso de África. Desde hace varios años se vienen dando ataques tanto de profesores a alumnos como de alumnos a profesores en países de África Subsahariana como Chad, República Centroafricana, Burundi, Burkina Faso, Níger, Malí o Mauritania. A pesar de que las cifras de muertes en dichos ataques son menos elevadas de lo que se pudiera pensar, la falta de medios sanitarios de calidad para tratar a los heridos a posteriori hace que el número de víctimas mortales ascienda en los días posteriores a los hechos. Es por ello que sería necesario invertir más por parte del Estado en el sistema sanitario nacional, así como en la formación de docentes ante situaciones de emergencia. Además de formar tanto a alumnos como a profesores en cursos de gestión emocional para evitar de raíz estos.

Así pues, a los países de África Subsahariana aún les queda un largo camino por recorrer para evitar que se repitan situaciones como la que se ha dado en Chad esta semana, de tal forma que se garantice una educación segura a la población, lo cual redundaría en beneficio del país y de su desarrollo social y económico.

Fuente: Journal du Tchad.

[Traducción y edición, Félix Núñez Ruiz]

[CIDAF - UCM]

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